Con X-Force de Yost y Kyle 2: Necrosha llegamos al final de la etapa de los susodichos en esta nueva encarnación de la fuerza de choque mutante para el siglo XXI, que venía más violenta y oscura que nunca.
Necrosha, la saga que da título al tomo, ocupa la parte central y principal del mismo. Sin embargo, tal y como era costumbre finalizando la primera década del siglo, las series tendían a compartimentarse en arcos con su propio título relativamente autónomos. Esto nos deja por un lado historias separadas no sólo argumentalmente, sino también con distinto equipo gráfico. Este tipo de práctica debería entrar en conflicto con ese afán de historia río claremontiana que parecen seguir Yost y Kyle, pero de algún modo se las apañan para que cada arco tenga su propia entidad, sin perder por ello el hilo.
Tal vez, en el primero de los arcos, No olvidado, es donde más requerimos de continuidad, ya que retoma la acción justo donde la dejamos en el tomo anterior. No deja de ser curioso, si tenemos en cuenta que la primera entrega concluía en el número 13 americano y reemprendemos X-Force de Yost y Kyle 2: Necrosha en el 17. El motivo es que los tres números que echamos en falta corresponden al crossover de la Guerra del Mesías, que ya recopiló Panini en su día y suponemos que antes o después volverá. No obstante, y como decía, en ese empeño de compartimentar arcos, esos tres números que faltan funcionan por su cuenta. No fue hasta el 17, aquí presente, que se soluciona el cliffhanger dejado en el tomo anterior. Además de No olvidado, encontraremos en este tomo Necrosha y finalizaremos con una miniserie separada del título troncal, titulada X-Force: Sexo y violencia y un annual que corona el tomo. Por terminar de contextualizar, tal vez alguno haya notado, que este tomo concluye en el 25 USA de un serie que constó de 28 entregas. Por aclararlo, de nuevo volvemos a estar en la misma situación de los otros tres ausentes. Los números finales se reservarían para el crossover Advenimiento, que es donde ya se pondrían las piezas para hacer la transición hacia Imposibles X-Force, recién reeditado y que en breve os traeremos por aquí.
Y si tomamos como referencia el tomo anterior, tal vez No olvidado es la historia más fiel a la línea que habían marcado hasta entonces. Kyley Yost tratan de recuperar la esencia de la metáfora social, el entramado de historia río y el peso en los diálogos que heredan de Chris Claremont, aunque siempre, eso sí, con esa versión más edgy, violenta y oscura de este grupo de asalto de operaciones encubiertas que son estos X-Force. Partiendo exactamente desde el mismo punto donde lo dejamos al terminar el tomo uno, cierran rápidamente y sin demasiados paños calientes la trama de la Reina de los leprosos para poner en paralelo otras tantas líneas argumentales remando prácticamente hacia el mismo punto. Tendremos, por un lado a X-23 cautiva de Kimura, quien termina de postularse como su principal némesis. Seguimos adelante con la historia de Rahne y el príncipe lobo asgardiano Hrimhari y con con el entramado antimutante de Bastión, Trask, Hodge y compañía, que ha venido a ser el hilo conductor de toda la serie hasta el momento.
Por eso resulta extraño cuando abandonan todo eso para centrarse solamente en Selene, que había comenzado a asomarse en los últimos capítulos y, aprovechando el hilo conductor del personaje de Eli Brard, se adueña de la historia para llevarnos a Necrosha. Para entender Necrosha hay que tener en cuenta dos factores clave: el camino que había llevado a Genosha hasta el punto de inicio de esta saga y el último repunte del fenómeno zombie en la cultura popular.
Genosha aparece por primera vez como metáfora del apartheid sudafricano de la mano de Chris Claremont y Rick Leonardi en la histórica saga en la que también participaría Marc Silvestri en 1988. Esta nación insular donde los mutantes son esclavizados se convertiría en uno de los ejes de la historia mutante a futuro, marcando su devenir en sagas como Proyecto Exterminio. Tras ser gobernada por Magneto, llegaría el momento del genocidio y destrucción completa de la isla a manos de Cassandra Nova en los Nuevos X-men de Grant Morrison y Frank Quitely.
Los millones de mutantes genoshanos muertos convierten este enclave en el lugar perfecto para que Selene, ayudada por el virus tecnoorgánico de Bard haga un levantamiento zombie masivo que pondrá en jaque a todos los equipos mutantes. Y es que esta saga comienza en 2009, cuando el fenómeno zombie estaba aún calentito.
Entre 2002 y 2004 llegarían 28 días después y El amanecer de los muertos en cine, la Guía de supervivencia Zombi de Max Brooks y una serie de cómics que empezaría sin mucho ruido y terminaría por ser un hito: The Walking Dead. Una zombimania se ponía en marcha y tardaría aún bastante en apagarse. En 2006 llegaría Guerra Mundial Z y, dos años más tarde, en la Distinguida Competencia tenía lugar Blackest Night, el crossover que sacudió su universo y con no pocas similitudes con Necrosha. Para colmo, para cuando sale en 2009 Necrosha, ya se había anunciado el próximo estreno de The Walking Dead en TV, con lo que la moda zombie aún tenía fuelle.
Para la ocasión, Clayton Crain vuelve al apartado gráfico, relevando a un descafeinado Mike Choi y, aunque el grueso de la saga transcurrirá en esta serie, Necrosha implicará también The New Mutants y X-Men Legacy, además de dos especiales de apertura y cierre de evento y otro a modo de prólogo. Por unos meses, X-Force se sitúa en el centro del universo mutante.
Sin embargo, al final Necrosha termina por quedarse en un festival de guantazos muy espectacular que entra sin masticar, pero bastante inane a nivel argumental y dramático. No se aprovecha el juego que podía dar el contenido simbólico de los zombies, la potencia que se podía haber sacado del body horror de la carne putrefacta con el virus tecnoorgánico, la idea de una nación entera de mutantes zombies y cómo afecta al resto del mundo o incluso el hecho de que, en ese momento y como consecuencia del Día M, hubiera más mutantes no muertos que vivos. En algunos casos estas ideas no están ni sugeridas. A cambio tenemos un pequeño patio de recreo en el que sí podemos ver como Kyle, Yost y Crain disfrutan sacando un montón de mutantes del fondo del barril.
En este tomo sólo vamos a ver los tres especiales y la parte correspondiente a X-Force y es curioso porque, aunque no es necesarios el resto de tie ins para seguir la trama, nunca se han sido recopilados en España como sí se ha hecho con casi cualquier otro evento mutante. Tanto el one-shot de apertura como el de cierre, corren a cargo de Craig Kyle, Chris Yost y Clayton Crain, con lo que vienen a ser indistinguibles de un episodio regular de X-Force. Sin embargo, destaca por contraste el contenido del especial X-Necrosha: The Gathering. Es quizá el más intrascendente de la saga, por tratarse de una antología de relatos cortos a modo de precuela con cada uno de los integrantes del grupo de Selene. En cualquier caso, llama la atención por el cambio de registro gráfico, por más irregular que pueda ser, y alterna resultados poco inspirados como los de Ibrahim Roberson o Kalman Andrasofsky con maravillas como las llevadas a cabo por Gabriel Hernández Walta o Leonardo Manco.
Y es que, tal cómo decíamos un poco antes, si hablamos del dibujo, el protagonista de Necrosha es Clayton Crain. No hay duda de que este dibujante es la identidad de esta encarnación de X-Force y que en su día podía suponer una visión fresca y por momentos realmente espectacular. Sin embargo, precisamente lo que lo hace destacar también deviene en llenar la página de una información que no siempre es necesaria. Su acabado además dificulta en ocasiones la apreciación de las expresiones faciales y los actings quedan mermados. Hay ocasiones en que Kyle y Yost tienen que recurrir a diálogos expositivos para que se entienda lo que debería estar dibujado. Y no se puede negar que crea un estética icónica y algunas estampas potentes, pero resulta narrativamente farragoso y la impresión del tomo de Panini, mucho más oscura que las versiones digitales que ofrece Marvel, no le hace demasiado favor.
Como a priori tampoco se lo hace, en general, el estilo pictórico a un cómic de acción. Yendo a lo básico, cuanto más sintetiza más efectiva es la transmisión del movimiento. Sin embargo, hay otro ejemplo de arte de tendencia pictórica que sale bastante mejor parada. Casi cerrando el tomo tenemos la miniserie X-Force: Sex & Violence #1-3, de nuevo con Yost y Kyle escribiendo y Gabriele Dell’Otto en el apartado gráfico. Contra todo pronóstico, es muy probablemente lo mejor del tomo. Sex & Violence funciona de manera completamente autónoma y ajena a los hilos y subtramas de la serie principal. Nos cuentan cómo Dominó se mete en un lío con La Mano y el gremio de asesinos y como tendrá que salir del mismo a tiros y cuchilladas acompañada por Lobezno, con quien tiene un tórrido affaire. Entre tanta gravedad y oscuridad, Sex & Violence resulta un soplo de aire fresco, con unos Yost y Kyle haciendo gala de un humor que hasta ahora se habían guardado casi por completo y un nivel de gore como no estoy seguro que se haya hecho alguna otra vez en Marvel. Dell’Otto también cultiva un estilo de tendencia pictórica, pero, sin embargo, define mucho mejor los planos, distribuye mejor las figuras, las luces y las sombras y todo fluye menos empastado y no menos espectacular.
Aunque para espectacular y aunque sea una nota al margen, el trabajo de Jason Pearson en el annual que culmina X-Force de Yost y Kyle 2: Necrosha. Además, como curiosidad, tiene guiones de Robert Kirkman en una de sus escasas colaboraciones para Marvel, si bien no de las más destacadas. Es apenas un divertimento con un asalto de Lobezno a Hydra, que habría pasado sin pena ni gloria de no ser por el increíble arte del malogrado Pearson.
En general, tenemos un tomo con luces y sombras a partes iguales o, mejor dicho, con altos y bajos, porque sombras hay a paladas. Tenemos un montón de one-liners lapidarios, verdadera pericia a la hora de poner en paralelo y alternar tramas, algunas ideas de fondo muy interesantes, un look absolutamente personal y escenas visualmente apabullantes, pero no termina de completar la ejecución por escollos como la farragosidad gráfica y narrativa esa falta de atención en algunas ideas, en pos del protagonismo de la acción a lo bestia y la actitud edgy. Sea como fuere, este tercer volumen USA de X-Force ha terminado por convertirse en una serie de culto, recordada por muchos 15 años después y con visos de resistir el paso del tiempo.