El pasado año 2021, una renacida Aleta ediciones comenzó a publicar títulos provenientes del mercado independiente yanki que llevaban mucho tiempo descatalogados en nuestro país, como Danger Unlimited, de John Byrne y otros que directamente estaban inéditos, como puede ser el caso de Babe, también del genio canadiense o la primera entrega de Winterworld, de Chuck Dixon y Jorge Zaffino. Ahora, un año después, nos llega la secuela de este tebeo postapocalíptico invernal con el título de “La Niña”.
Seguro que muchos os preguntáis qué es lo que incluye este volumen, puesto que la primera entrega contenía todo el material original producido en su día por Eclipse Comics. Pues bien, como ya sabréis, el primer tomo de Winterworld llevaba la miniserie original y la secuela, de título Wintersea, que quedó inédita tras el quiebro de Eclipse y fue rescatada para la ocasión por IDW. Llegó a estar planificada una tercera parte, pero la muerte en 2002 de Jorge Zaffino dio al traste con estos planes.
Winterworld: La Niña, la historia hasta aquí
Debe ser que la recopilación de Winterwolrd reportó tan buenos resultados a IDW que encargaron en 2014 a Chuck Dixon, el guionista original, más historias ambientadas en este futuro distópico. Así nació una serie ocho números, cuyos primeros cuatro se recopilan en este “La Niña”. Quedarían otros cuatro más (con guion de Tomas Giorello), que supongo aparecerán más pronto que tarde. Este material también fue creado para mantener vivo el interés por este mundo, pues los derechos del cómic fueron adquiridos para convertir la historia en una serie de TV. No obstante, el proyecto lleva años parado y creo que podemos darlo por muerto.
En la “Niña” nos reencontramos con el trío protagonista de la historia original: El rudo Scully, la inconformista Wynn y el tejón roba escenas Rah-Rah que, víctimas de un cúmulo de circunstancias, acaban llegando a un asentamiento que recibe el nombre de “El Niño”. No es la primera vez que esto les pasa, solo hay que leer la primera entrega para saber cómo terminó. No obstante, la peculiaridad de este nuevo paraíso es que hay vida vegetal y tienen un clima cálido durante largas temporadas del año.
Con este elemento sorpresivo presentado a las primeras de cambio, Chuck Dixon quiere desligarse un poco del drama de supervivencia de anteriores historias de Winterworld. Para esta secuela se esfuerza en reforzar los lazos que unen a Scully y a Wynn, haciendo que se comporten como una familia pese a que no haya vínculos de sangre entre ellos. Ahora bien, como tantas veces hemos visto en historias apocalípticas, el verdadero enemigo no es el frío (al igual que no lo eran los zombies en The Walking Dead), es el propio ser humano que, ante la adversidad, en lugar de crecerse y buscar la forma de cooperar con el prójimo se las apaña para subsistir caiga quién caiga.
Se nota que Dixon tiene cariño a este remedo de Mad Max con aroma de producción de serie b de la Canon, metiendo muchos detalles interesantes en apenas cuatro números. Personalmente me ha gustado mucho todo lo que rodea a la nueva sociedad y a la disparatada idea que tiene esta de devolver el calor al mundo. Simplemente decir que nada sale gratis y que todo tiene un precio.
En la parte negativa, concerniente al guion, me parece que el escritor ha pecado bastante de descuidado a la par que un poco autocomplaciente, pues los protagonistas tienen siempre demasiada suerte. Me explico, “La Niña” no me ha transmitido la misma sensación de angustia y desesperación que Winterworld o Wintersea. Todo lo contrario, me parece que salen demasiado fácilmente de todos los embrollos en los que se meten. Siempre tienen una salida a mano o encuentran exactamente lo que necesitan para alzarse victoriosos. Un arma de doble filo que puede volverse contra un lector dispuesto a buscarle pegas a una historia cuya mayor pretensión es la de entretener. Por mi parte, decir que he entrado en el juego desde la primera plancha, por lo que estoy deseando echarle el guante a la siguiente aventura de Scully y Winn.
En la parte artística nos encontramos con Jackson “Butch” Guice, que realiza un trabajo soberbio a la hora de transmitir al lector la desolación de los páramos cubiertos por el hielo. Hay algunas páginas que quitan el aliento por su detalles. Cierto es que no resulta tan “sucio” o crudo como Zaffino, pero considero que su estilo acompaña perfectamente a los textos de Dixon.
También hay que señalar una importante novedad en “La Niña”, que no es otra que el color de Diego Rodríguez que aplicando una paleta de tonos fríos (perdón por el chiste) y apagados, logra dar una dimensión especial al trazo de Guice. Es más, creo que a esta historia el uso del color le beneficia especialmente para diferenciar los dos tipos de escenario por los que deambularán nuestros protagonistas.
Por último, mencionar que la edición de Aleta viene presentada en cartoné, con papel poroso de buen gramaje y una galería de portadas de la edición original en grapa. Eso sí, los dieciocho euros que cuesta pueden llegar a doler si se busca algo más que una aventura muy bien hecha para pasar el rato.