Iglesia del Cuervo de Abajo (LowerCrowchurch) es una pequeña comunidad inglesa integrada por personajes antropomórficos, que disfruta la paz de los años 30, pero cuando la aldea es víctima de una invasión extraterrestre, las vidas de los residentes cambian drásticamente cuando tienen que enfrentarse a una violencia letal. Liderados por un veterano de guerra ya retirado, tendrán que unirse para descubrir el secreto de los invasores y tener esperanza de contraatacar. ¿Podrán enfrentarse a sus invasores? ¿Qué sucederá en esta nueva guerra de los mundos en cómic?
Lo primero que le llama a uno la atención al acercarse a este cómic es la poco disimulada referencia a dos grandes clásicos de la literatura: La guerra de los mundos y El viento en los sauces. El primero es más conocido entre los aficionados españoles, aunque no son muchos los que han leído la obra original. Sobre todo nos suena por la controvertida adaptación radiofónica de Orson Welles o por alguna de las muchas adaptaciones al cine (siendo la más conocida la de hace unos años de Steven Spielberg con Tom Cruise). Sin embargo, la espectacularidad de Hollywood no podía eclipsar el terror subyacente a una invasión extraterrestre a gran escala, ante la que los pobres e indefensos ciudadanos británicos no tenían nada que hacer. Sí, británicos. En este caso los alienígenas no atacaron EEUU primero. Asombroso, ¿verdad?
Podía haberse quedado en una adaptación ramplona más de La Guerra de los Mundos, pero el guionista Dan Abnett decidió que los protagonistas debían ser personajes antropomórficos, y es aquí donde estos animalitos y su bucólica aldea nos recuerdan a los que protagonizaban ese otro gran clásico, esta vez de la literatura infantil: El viento en los sauces. Si bien no he leído esta obra (al contrario que la de H.G. Wells), tenía en la memoria algunas imágenes gracias a la película de animación, y al entrañable videoclip de una canción de Paul McCartney llamado We All Stand Together, y que en mi infancia vi una y otra vez con fruición. No provenía directamente de El viento en los sauces, pero el estilo era el mismo (¡y La aldea del arce, por dios!). En resumen: una adorable aldea de la campiña británica en la década de 1930 y poblada por animales antropomórficos sufre una violenta invasión extraterrestre. Tenemos aquí todos los ingredientes necesarios: el lacónico militar retirado, la atractiva pero retraída escritora de ficción, el apocado periodista, el niño impulsivo… Como si se tratara de los componentes de un grupo de aventureros de un juego de rol, estos improbables habitantes de la aldea unirán fuerzas para enfrentarse a los temibles extraterrestres, capaces de carbonizar a cualquiera de ellos con un solo rayo.
El planteamiento no es original, los personajes tampoco lo son, ni tampoco lo es el desarrollo de la trama. ¿Qué hace, pues, especial, a este tebeo? A decir verdad… nada en absoluto. Tiene todos los ingredientes que nos gustan (ciencia ficción, adorables animalitos, aventuras, un romance en ciernes…) pero la combinación resulta insípida, como si al mezclar dichos ingredientes se hubieran dejado la sal necesaria para potenciar los sabores. Dan Abnett (Titanes, Aquaman: Inframundo) tiene cierto oficio en el mundo del cómic superheroico, pero tal vez olvida que para otro tipo de cómics se requieren unos cuantos mimbres más. Se permite incluso la licencia de imitar al maestro Alan Moore, incluyendo al final de cada grapa algún texto, como relatos de ciencia ficción de la época, una guía de viajes del pueblo o extractos del diario de la escritora Susan Peardew. Un recurso que aportaba información cuando el maestro barbudo lo empleó en Watchmen, pero que aquí no sólo no proporciona información relevante, sino que además su lectura, en ocasiones bastante farragosa, ralentiza y entorpece la lectura del tebeo, que es el elemento principal. Recordemos, además, que Alan Moore ya utilizó a los invasores zancudos en el segundo volumen de su Liga de los Caballeros Extraordinarios, y sus textos explicativos al final de cada capítulo eran mucho más interesantes. Si vas a copiar recursos del maestro, asegúrate de hacerlo bien.
Al dibujo tenemos a un autor al que, por desgracia, no se le ha visto mucho el pelo por estas tierras. Se trata del londinense Ian «I.N.J.» Culbard, conocido sobre todo por sus adaptaciones de historias de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y de terror de H.P. Lovecraft (varias de las cuales han sido publicadas en este país por NORMA Editorial). Pese a utilizar el recurso de los animales antropomórficos, Culbard huye de la caricatura fácil, con lo que consigue que sus personajes parezcan más serios, en consonancia con la gravedad de las situaciones por las que atraviesan, pero por otro lado pierden expresividad. Esto, en el caso del reservado perro ex-militar Clive Slipaway no es problema, pero en personajes más extrovertidos como el zorro Fawkes o la gata Ms. Peardew, serían de agradecer algunas expresiones faciales. Críticas menores, sin embargo, a lo que es un estupendo trabajo de ilustración para un guion muy mediocre.
No podemos decir que este Wild’s End. Primera luz sea un mal tebeo, pero sí que promete más de lo que finalmente entrega. Parte de una premisa tan conocida y trillada que para funcionar requiere de un desarrollo más inteligente o, como mínimo, sorprendente. Pero nada aquí sorprende. Los personajes se comportan como típicamente se requiere de ellos (incluso ajustándose a la raza animal que representan), no hay interesantes giros argumentales y todo lo que ocurre es predecible. Imaginamos que en la continuación (porque la historia no acaba aquí) empezarán a suceder cosas más emocionantes.
Un tirón de orejas, y muy fuerte, por la desastrosa realización de Dolmen Editorial, una casa que tradicionalmente nos ha dado muy buenas obras y con ediciones muy mimadas, pero que en este caso ha, por algún motivo, bajado el listón de calidad, permitiendo que se cuelen en el texto demasiadas erratas para poder pasarlas por alto: palabras que desaparecen, nombres de personajes escritos de formas diferentes incluso en la misma página… Son erratas que acaban por encabronar al lector, haciéndole dudar de si realmente merecen la pena los casi 25 EUR que cuesta este tomo. Hoy día las editoriales no se pueden permitir sacar a la calle ediciones con tal cantidad de defectos de fondo, por mucho que las formas sean de primera calidad (papel del bueno, tapa dura…).