Hay obras que destacan visualmente por encima de las demás entre las novedades mensuales. Que te atrapan con una portada espectacular en la librería especializada, te acercas a ellas, las abres y te sorprende más aún ver que el interior está a la altura. Wika es una de estas obras.
Wika Grimm, la protagonista de esta obra, es la hija del Duque Claymore Grimm y Titania, ex amante del Príncipe Oberón de Avalon. Oberón aún sigue dolido por la ruptura, por mucho que se haya casado con Rowena, una mujer lobo, y haya tenido siete hijos con ella. Los celos y el resentimiento hacen que ataque con su ejército Castelgrimm, asesine a su rival y torture a su ex. Pero la niña consigue escapar, aunque no indemne. Para que pase desapercibida, le cortan sus alas de hada y le curan con tinta feérica, que le produce tatuajes que se mueven por debajo de la piel. Tras este cruel principio, seguiremos la vida de Wika, explorando sus orígenes, descubiendo su camino y buscando venganza contra el que destrozó su familia años atrás. En resumen, estamos ante un clásico viaje del héroe en un entorno de fantasía oscura.
Wika es una obra que picotea aquí y allá en historias de fantasía y mitologías varias, circulando por caminos de sobra conocidos. Oberón y Titania, como pareja, vienen de El Sueño de una Noche de Verano, de William Shakespeare. Avalon viene de los mitos Artúricos, Wotan -Odín- e Yggdrasil, de los nórdicos, el apellido Grimm de la protagonista hace referencia a los Hermanos Grimm, figuras fundamentales de los cuentos de hadas, y también podemos encontrar inspiraciones y referencias a El Señor de los Anillos o incluso a Canción de Hielo y Fuego.
La historia que escribe Thomas Day, novelista que tiene en esta obra su primer contacto con el cómic, queda totalmente cerrada en los tres tomos originales, publicados entre 2014 y 2019, y sirve fundamentalmente como vehículo de lucimiento personal del dibujante. Quizás a nivel argumental le podríamos poner como mayor pero que en el tramo final de la obra, la velocidad de sucesión de acontecimientos se acelera un poco más de la cuenta, y en algunos momentos las cosas pasan sin demasiada justificación. Quizás un control narrativo un poco más planificado o un álbum extra le habría venido bien a la historia.
El punto por el que más destaca esta obra es también su mayor debilidad. El dibujo de Olivier Ledroit, cuya única obra publicada en castellano hasta ahora era Requiem, Caballero Vampiro, es directamente espectacular. En algunos momentos puede recordar a un Mike Kaluta pasado por el filtro de la fantasía oscura de artistas como Victoria Francés con toques steampunk, con un diseño de viñetas a lo Alphonse Mucha, todo ello aderezado con un horror vacui que hace que no haya un centímetro cuadrado de toda la obra sin algún tipo de dibujo. Es sin duda el motivo que llama nuestra atención sobre esta obra, pero tras llevar un rato leyendo, va dejando una sensación de sobresaturación que obliga a dejar reposar el tomo. Además, según va avanzando, Ledroit va haciendo cada vez más experimentos narrativos, no siempre exitosos, como flujos de viñeta inusuales, páginas cuádruples, cambios de orientación en las páginas… que hacen que la lectura, especialmente en el tramo final, acabe siendo algo confusa por momentos. Lo que había sido la virtud que nos había hecho acercarnos a Wika es también el motivo por el que la lectura no es todo lo fluida que debería para poder disfrutar de una historia de estas características como debe. Aún así, la belleza plástica de estas páginas es innegable, pese a la excesiva hipersexualización de los personajes femeninos en algunos momentos.
Como vehículo de lucimiento personal de Olivier Ledroit como ilustrador, que no como narrador, Wika es sin duda un trabajo espectacular. La historia, aunque simpática, no es nada que no hayamos leído en otras ocasiones. Pero como un volumen que abrir y quedarse embelesado contemplando sus páginas es todo un regalo a la vista.