No hay universo de ficción superheroica que no tontee en algún momento con el futuro. Entre lo que hemos podido ver de Valiant en España, Rai es la serie elegida para presentarnos el paisaje del año 4001, pero hay una cara de esta época que no nos cuentan las aventuras de este espíritu protector de Nuevo Japón y eso es lo que vamos a poder leer en War Mother. Al parecer, la superficie de la tierra no resulta tan inhabitable como nos habían contado y un grupo de humanos sobrevive atrincherado en un poblado llamado La Arboleda.
War Mother nos presenta un mundo donde todo es hostil. Un mundo devastado y a la vez rebosante de unas extrañas y salvajes formas de vida que hacen imposible la supervivencia fuera de La Arboleda para cualquier ser humano… excepto para War Mother. En una de sus incursiones en busca de suministros, ha encontrado lo que puede ser un nuevo refugio que podría ser la tierra prometida para su pueblo… o tal vez no.
Una de las principales peculiaridades de Valiant es esa manera de crecer donde cada concepto tiene que ver con todos los demás y a la vez es completamente independiente. Esto es incluso más patente en la encarnación del actual 4001. Aunque, como todo el universo Valiant, fue relanzado hace unos pocos años, este futuro sigue siendo deudor del que se describiera en el Rai de los 90, que es a su vez deudor del de Magnus, the robot fighter, la serie donde nació. La habilidad de Valiant es saber usar lo mejor de la tradición sin el lastre, ver los huecos e insertar conceptos completamente nuevos como War Mother. War Mother enriquece el universo Valiant a la vez que construye su propio camino individual.
Si bien mucho de lo que vemos en War Mother quizá hemos podido verlo en otros sitios antes, siguen siendo muchos y complejos los factores que dan forma a esta tierra desolada víctima del paso del tiempo y de la erosión de la plaga humana. Por ello es necesario todo un tomo como éste para poder presentarnos a Ana, nuestra War Mother, su familia, su pueblo, su mundo y no olvidemos a Flaco, su fiel rifle inteligente.
Arrancamos con un especial dentro del evento 4001 AD, que también veremos en el tomo correspondiente al propio evento. De nuevo, con esa habilidad que caracteriza a Valiant, este one-shot puede ser leído dentro o fuera del mismo y se las apaña para poner las primeras piedras en la construcción de War Mother sin dejarnos a medias de ninguna línea argumental. A partir de aquí entraremos en una historia de éxodo de un pueblo, de maquinaciones e intereses individuales, pero que al fin y al cabo no abandona el terreno de la presentación. Hay tanto que explicar que incluso un guionista con la habilidad de Fred Van Lente no puede evitar caer en la exposición en algunos momentos y aún así poco puede hacer en este tomo más allá de poner las piezas sobre el tablero.
Cuando hay tanto por descubrir en un mundo nuevo, el componente visual es al menos tan importante como el literario y es quizá el punto más flojo de War Mother. Este tomo cuenta con tres dibujantes que no podrían ser más diferentes entre sí. Siendo War Mother un primer acercamiento a un suelo por explorar, trabajar en contra de la coherencia visual de este modo le hace un flaco favor a la historia. Más allá de la calidad de cada dibujante no existe una línea estilística y narrativa y casi parece que incluso la técnica de Andrew Dallhouse, colorista principal, es distinta cuando pone color a Stephen Segovia que cuando hace lo propio con Roberto de la Torre. Así, comenzamos por un Tomás Giorello (al que ya conocemos por ejemplo de XO Manowar) que en su barroquismo resulta perfecto para ubicarnos en la exuberancia de la tierra del 4001, pero tal vez un tanto frío a la hora de transmitir la sensación de hostilidad. No ayuda que Stephen Segovia sea el dibujante principal, ya que aunque sus composiciones de página proclives en superposiciones y desplazamientos de viñeta son perfectas para la acción, estamos ante un dibujante que tiende a ahorrar tanto en lo descriptivo como en lo más emocional de los personajes. La lástima es que Roberto de la Torre tan solo se encargue de un puñado de páginas ya que su estilo (que recuerda cierto modo a Alex Maleev o Tommy Lee Edwards) cubre tanto la necesidad de inmersión atmosférica, como la implicación emocional con los personajes. No terminamos de verlo en momentos de acción por las escasas páginas de las que dispone, pero trabajos anteriores como Dr. Mirage o Shadowman nos hacen cruzar los dedos para volver a contar con su presencia en War Mother.
La riqueza del mundo que nos presenta War Mother es a la vez su mejor y su peor baza. Acabamos de asistir al punto de entrada a un mundo francamente sugerente repleto de posibilidades y promesas. Sin embargo, hay tanto que introducir que más allá de los protagonistas, el mundo y quizá un leve atisbo de la dirección que podría tomar, no tenemos mucho más.
Con todo, la solidez que va asociada al nombre de Fred Van Lente se las apaña para darnos algo que, aunque sabe a poco, logra pasar por una historia unitaria correcta y nos deja expectantes a la espera de más historias de War Mother.