Saludos veraniegos, mis queridos lectores. Dicen por ahí que en estos días hace mucho calor. Y se dice que lo mejor para el calor, es más calor. Así que hoy lo comprobaremos haciendo una visita…al Infierno. Con Nuevo Nueve y Volage.
Estamos ante una obra de esas en la que lo importante es el camino, no el destino ni el origen. Halaaaa, qué profundo ha quedado eso. Le pongo de firma el nombre de algún personaje histórico como los que salen en este tebeo y ya puedo hacer un meme de internet.
Pero en fin, vamos a lo nuestro, que luego viene cualquiera a perseguirnos y a castigarnos por vagos. Stephen Desberg y Tony Sandoval nos ofrecen una historia muy particular. Empezamos con un hombre en el infierno, así por las buenas. Y de pronto conoce a otros condenados, y emprenden una misión, y les pasan cosas, y conocen gente, y…
No os voy a contar el final, claro :-).
Lo que pasa es que, al menos a mí, no se me ha creado ninguna empatía hacia este personaje (Ian McGilles es su nombre). Y aunque en su viaje y misión se supone que lo acompañan (o que él acompaña a) varios personajes históricos, nunca he llegado a sentir que esos personajes son realmente ellos, más allá de los nombres.
Sale Isabel la Católica, pero lo sabes porque así la llaman. Sus motivaciones, actos, comentarios sobre su vida, no nos hacen sentirla como a ella misma.
¿Significa esto que estamos ante una mala historia? No, pero quizás no es el tipo de historia que esperamos al empezar a leer.
Al menos, si no has leído esta reseña antes, claro :-).
El dibujo busca mostrarnos tanto la diferencia con el mundo real en el que hemos vivido como la imposibilidad de entender un concepto como el Infierno. Estamos en un mundo diferente, aunque parece un mundo real.
Un mundo con su geografía, habitantes, sociedades y reglas propias que nos confundirán acerca de sus intenciones y forma de ser. Un despliegue de imaginación y creación de mundos que me ha resultado más interesante que la misión de los protagonistas.
El color es opresivo y oscuro. No es que esperáramos rayos de luz rosa en el interior del infierno, pero a veces ocultan los detalles, difuminándolos y confundiéndolos con el resto de la viñeta.
¿Efecto buscado o fallo de los autores? Diría que lo primero, usando esta confusión causada por el color para aumentar el grado de rareza y extrañeza del mundo y de los personajes que nos muestran.
En cierta medida, y salvando todas las distancias, me ha recordado a esa atmósfera como de ver a través de la niebla que tienen algunas ilustraciones de Frazetta.
Por cierto, que he hablado mucho de la confusión a través de esta reseña. Y quizás por casualidad, el significado de Volage es francés es voluble :-).
Hablemos de la edición. A nivel físico, tanto el papel como la portada y la contraportadas son excelentes y de calidad. Tal vez pueda quejarme de que la tipografía cuesta a veces, siendo difícil leerla bien. Pero no me queda claro si no es otro efecto más de este infierno que es el libro.
¿Y de extras cómo vamos? Bueno, incluye una maqueta a tamaño real del Diabl…. Nah, os estaba engañando :-). Lo que si tenemos es, nada más empezar, un breve Quién es quién de los personajes históricos que van a aparecer. Más unas guardas decoradas con una ilustración en blanco y negro bastante evocadora del ambiente de la historia. Y 11 páginas con bocetos y alguna ilustración, tanto en blanco y negro como a color.
La traducción es de Fabián Rodríguez Piastri.
¿Por qué leer Volage?
La parte gráfica, llena de visiones que podremos interpretar de forma individual.
¿Por qué no leer Volage?
La historia, sin ser mala, parece a veces una excusa para el diseño y creación visual del Infierno.
Ismamelón Sobrino
18 julio 2023Se puede creer que el guionista vuelve sobre los pasos de Mayam, serie de historieta de ciencia ficción traducida por Norma editorial, y manejando los mismos postulados acerca de los riesgos y pesares que marcan los símbolos diaréticos y la situación paradojal (locus mediatitis) del hombre en torno a la tricromia formada por el mundo de Dios, el mundo de la naturaleza y el mundo humano. Si bien la apuesta por la fantasía religiosa es más explícita debido al espacio del que participa la historia, su marco de la contemplación, valorizado en el escalofrío que la interiorización del dibujante marca sobre el universo físico infernal impreso ya en el mismo título de la obra. Pues el universo físico participa de la nada, se construye de la nada y, por tanto, no necesita de un lugar. Que es lo que no pueden apreciar los personajes de la historia, mismo impedimento que clásicamente sufre Lucifer al ser encerrado y vinculado a un espacio. De modo que el infierno de Desberg y Sandoval flota sobre sí mismo al igual que el mundo del que proceden los personajes. Psiques livianas procedentes de todo tiempo cuyo distinto origen recuerda que lo cercano y la lejano son una misma cosa. Ya que el espíritu no ocupa lugar ni espacio, y solo en cuanto se participa de la materia siquiera como recuerdo el espíritu se encuentra encerrado sin saber de esto. De ahí su martirio y caída y ese anhelar ascender para liberarse del aquí o el allí. Conseguir quizás ser uno más de ese incontable número de ángeles que se dice podrían bailar sobre la punta de un alfiler o, para el caso, a lo largo del filo de una espada.
A mí me ha gustado quizás porque estoy contrahecho. Me torcí leyendo historia de las religiones sin quedarme en la caquita de el caminito del héroe. Cuando el asunto concierne a la bíos aggelikos, ¡siempre con Nicolás de Cusa, Scheffler y Dioniso de Aeropagita!