Es cierto que Hellboy tiene ese aire pulp que lo admite todo, pero no creo ser el único que se le quedó con el culo torcido cuando ya en Semilla de destrucción (el principio de todo) nos encontrábamos con aquella página de la nave espacial y los aliens. Pase el rollo a los mitos de Cthulhu, demos por bueno lo de los brujos rusos inmortales, las cabezas nazis en conserva y hasta cibergorilas… pero eso de los marcianos…
Sería aún peor cuando volvíamos a verlo en El gusano vencedor, pero Mignola tenía un plan para el visitante. Así que, acompañado por Chris Roberson, uno de sus compinches habituales en el Hellboyverso, y el dibujante Paul Grist se lanzan a contarnos El visitante: Cómo y por qué se quedó y allí descubrimos un alien llegado del espacio para asistir al nacimiento de Anung Un Rama, el gran destructor, y acabar con él para salvar al universo. No obstante, la cosa se complicará cuando resuelva no hacerlo confiando en el potencial de su parte humana para la bondad y decida quedarse para vigilarlo como su ángel guardián.
Y es que el término ángel no está usado de forma casual. Siguiendo la tradición del horror cósmico, los Ogdru Hem o los Ogdru Jahad serían seres llegados del espacio con un papel cercano al de demonios en la saga de Hellboy. A este Visitante que adoptará el nombre de Michael Mathers le tocaría entonces su contrapartida celestial. Asistiremos en tan solo 144 páginas a un recorrido por toda la historia de Hellboy en un tebeo lleno de ideas comprimidas y momentos emocionantes. Mientras vigila, ayuda y vela por la bondad de nuestro demonio rojo favorito, lo veremos descubrir el amor, infiltrarse en extrañas sectas que mezclan el aklo (la lengua de la mitología lovecraftiana) con el coaching y, sobre todo, convertirse en determinante en más de una ocasión de la vida de Hellboy.
Para ello Mignola conserva esa habilidad para encontrar grandes guionistas que por uno u otro motivo no han terminado de brillar, pero aún así despliegan un oficio impresionante. A Chris Roberson ya lo hemos podido ver con Mignola en Hellboy y la AIDP y pese a tener una carrera nada desdeñable (tanto en novela como el guiones de cómic) sus títulos no han terminado de despegar en popularidad, siendo quizá el más conocido iZombie.
Y del mismo modo, el mignolaverso se caracteriza por un nivel gráfico mínimo que para sí quisieran Marvel o DC y es que es imposible encontrar un solo tebeo de este universo mal dibujado. Para El visitante: Cómo y por qué se quedó, Mignola tira de Paul Grist, un dibujante británico también con una dilatada carrera y un oficio apabullante, pero de escaso éxito comercial (al menos en España). Aunque su extraordinario Kane ha sido publicado íntegro, otras de sus obras como Jack Staff o Mudman no han tenido tanta suerte y su destino en España no ha sido especialmente benévolo. Pese a todo esto, Grist es un extraordinario artista de estilo minimalista, pero increíblemente depurado. No sólo tiene poco que envidiar a Mignola con el manejo de las masas de blanco y negro, sino que estamos ante uno de los narradores con más oficio del mercado. Tal vez no despliegue una narrativa virtuosa profusa en experimentos (aunque alguno veremos), pero el cuidado por los detalles la convierte en una herramienta de precisión. Muchas veces es capaz de contarnos pedazos de la historia sólo por dónde y cómo coloca a las figuras con respecto al fondo o cómo muestra u oculta el propio fondo. A veces incluso detalles tan pequeños como a qué altura de la viñeta coloca el suelo puede decirnos algo.
Probablemente no veremos El visitante: Cómo y por qué se quedó en las listas de los más vendidos, pero es precisamente esa mezcla de discreción y solidez lo que ha mantenido vivo el mignolaverso 25 años y con un nutrido grupo de seguidores fieles.