Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Violent love 1: Un amor peligroso

Violent love 1: Un amor peligroso
Guion
Frank J. Barbiere
Dibujo
Víctor Santos
Formato
Rústica. 160 páginas. Color.
Precio
17,50€
Editorial
Norma Editorial . 2018
Edición original
Violent love #1-5 USA (Image)

Victor Santos lo ha hecho por el camino difícil. Empezó como se estilaba en la época en el mundo fanzinero con el colectivo 7 monos (del que también saldrían nombres como Sergio Córdoba, Jordi Bayarri o Manuel Bartual) y a partir de ahí todo se complicó. En lugar de acceder directamente a las majors yankis a través de un agente, se decidió por labrarse una carrera en el mercado español, mercado que nunca ha abandonado. Sus primeros trabajos fuera de nuestras fronteras no fueron en Marvel ni DC sino para Soleil en Francia con Young Ronins e Image con Zombee, editorial a la que ahora regresa con Violent love. Por el camino, pese a que su contacto con las dos grandes ha pasado de refilón, se ha labrado un nombre en las independientes, hasta el punto de que Polar será película dentro de muy poco.

El camino difícil le ha valido mantenerse fiel al tipo de historias que le gustan como autor y lector. Violent love se mantiene en consonancia con el espíritu de Pulp Heroes, Black Kaiser o Polar y si bien el guión vienen de la mano de Frank Barbiere, ya habían trabajado juntos en Black Market (aún inédita en España) y no hay duda de que estamos ante un caso manifiesto de sinergia entre dos autores que probablemente tienen muchos gustos en común. Así nos llega Violent Love la historia que gira en torno a Daisy Jane y Rock Bradley, dos criminales cuyos caminos se terminarán cruzando en más de un sentido.

Simplemente con nombres como Daisy Jane y Rock Bradley la historia por fuerza tiene que molar. Lo primero que nos viene a la cabeza es la historia de Bonnie y Clyde y algo de eso hay, pero también tenemos algo de los hermanos Coen, de Sam Peckinpah, de Frank Miller y de tantos otros porque el juego de Violent love no es inventar la rueda, sino contar esas historias de criminales de la manera que más mola contarlas. Un juego con los tópicos y a la vez un disfrute por parte de los autores de trabajar a la manera de los maestros que tanto admiran.

Violent love está lleno de personajes tan jodidos por dentro como molones por fuera. Daisy Jane es esa malota torturada de la que todos nos enamoramos y queremos salvar mientras nos atrapa en su red. Rock es James Dean, es Marlon Brando y Clint Eastwood. Vivimos en un mundo en el que personas buenas acaban haciendo cosas malas, un mundo en el que hasta tío Ben se mezcla con la mafia, un mundo de balas, coches, sexo y dinero. Y en medio de todo esto una historia de venganza. Se han contado miles en todos los medios y aún así está tan adherido a la condición humana que nunca dejará de funcionar.

Para ilustrar todo esto tenemos ese estilo tan característico de Victor Santos. Hay ciertas señas que asociamos directamente a su trabajo, pero en su caso más allá de las puramente visuales (esa mezcla de Bruce Timm y Frank Miller que a todos nos viene a la cabeza), Víctor Santos ha logrado algo mucho más difícil. Ha conseguido grabar entre sus lectores ciertos recurso narrativos que forman parte de su identidad tanto como el trazo, el uso de las sombras o la cartoonización de los personajes. Tenemos así los insertos de planos detalle en las entradas de escena y transiciones, las sombras que encierran otra historia, las viñetas sin márgenes y superpuestas, las viñetas dentro de viñetas… se trata de un dibujante con tanto énfasis en lo narrativo como en lo visual, llegando a tal punto que se hace indistinguible lo uno de los otro.

Mención aparte merece la traducción de Raúl Sastre, en uno de los pocos casos en los que notar a un traductor no es mal síntoma. La América interior nunca fue tan sucia y deslenguada como en la edición de Norma de Violent love.

Los amantes del género negro más crudo y descarnado están de enhorabuena. Frank Barbiere y Victor Santos nos enseñan que no es preciso reinventar el noir y nos recuerdan porque los modos tradicionales siguen funcionando cuando se hace bien.