¡Hola amigos! Bienvenidos una quincena más a ¡Viñetas y … acción! Como ustedes recordarán estamos hablando de las películas de DC y a puntito estamos de llegar a la era Nolan, que revolucionó la concepción del cine de adaptaciones de cómics. El camino hasta aquí no ha sido muy agradable, con bodrios como Steel, Batman & Robin (eso sí, divertida de pelotas) o Catwoman. Hoy toca hablar de Superman Returns de Bryan Singer.
Superman Returns fue un proyecto recibido con júbilo cuando se supo de su existencia (durante meses solo hubo rumores de que la misteriosa producción llamada Red Sun era en realidad una nueva película del alter ego de Clark Kent). Por el camino se habían quedado algunos intentos dirigidos por gente como Tim Burton (¡Con Nicholas Cage!) o Kevin Smith. Años de rumores provocaron que las expectativas fueran impresionantes. Además el director escogido fue Bryan Singer, que había realizado un trabajo soberbio con X-Men y X-Men 2. De hecho, por dirigir al último hijo de Krypton abandonó la franquicia mutante dejando la tercera entrega en manos de Brett Ratner. Con él se llevó al compositor John Ottman, que realizó un gran trabajo sampleando a John Williams (o usando la música de este en la secuencia de introducción) y al actor James Mardsen, que fue castigado por la Fox eliminando a Cíclope a las primeras de cambio en X-Men: La decisión final.
La película pilló desprevenida al público por varias razones. Para empezar no era un reinicio de la franquicia. Superman Returns eran canon, era una secuela directa de Superman I y II de Richard Donner, ignorando por el camino la tercera y cuarta entregas, además de a Supergirl. Este experimento (que ahora se ha repetido en sagas como Halloween o Terminator) fue recibido de manera bastante dispar por los aficionados. Estaban los hardcore de toda la vida que celebraron la noticia y las nuevas generaciones que huían espantadas del tono camp y naif de las originales.
El otro motivo que causó polaridad de opiniones y del que solo podemos hacer cabalísticas suposiciones fue el tono de la cinta. La película está escrita por el propio Singer junto a Michael Dougherty (que trabajó con Singer en X2 y X-Men Apocalipsis) y Dan Harris. Básicamente se criticó el carácter taciturno, casi triste de Superman ¿Dónde se quedó el héroe que representa el espíritu de América, de la tarta de manzana, que rescata a un gatito del árbol? Pues a ver amigos, os pido un poco de empatía. Poneos en el lugar del bueno de Kal El.
Habéis hecho un viaje de cinco años (solo, más aburrido que la una, sin wifi) para confirmar que vuestro planeta se ha ido a tomar por culo. Volvéis a la Tierra, vuestro archienemigo se ha librado de la trena por un tecnicismo, ya que no estabas para declarar en su contra en el juicio (detalle que me encanta por cierto) y el amor de tu vida ha escrito un artículo por el que le han caído un chorro de premios que justifica por qué el mundo está mejor sin Superman. Para colmo está saliendo con un pardillo con gafas, tiene un hijo que es tuyo (eso es puntería, campeón, una bala, un crío), y está currando en el Planet por puro nepotismo ya que es el sobrino del jefe. Igual motivos para querer mandarlo todo a la mierda no te faltan, no. Vamos, que el único que se alegra de verte es el eternamente virgen de Jimmy Olsen, un más que sólido Sam Huntington.
La película nos la vendieron como secuela, pero en realidad es un remake encubierto. No llega al descaro de esa basura llamada El despertar de la sies… digo de la fuerza, pero cerca se queda. Los títulos de crédito son prácticamente iguales, luego tenemos a un villano pasado de rosca e histriónico perdido. Un Lex Luthor con un registro idéntico al de Gene Hackman, que empieza con una peluca como mofa de su predecesor en plan: «es solo una peluca, soy el Luthor definitivo y soy calvo». Kevin Spacey hace un buen trabajo, pero el plan que le dan es el mismo: especular con el terreno. Una villanía que sabe a rancio en pleno siglo XXI. Para colmo le han puesto a una secuaz, la adorablemente petarda Parker Posey (a quien vimos en Blade Trinity) que recuerda terriblemente a la señorita Teschmacher.
Otro punto negativo de Superman Returns es su enorme duración. Superando las dos horas y media tardamos casi cuarenta minutos en ver al de rojo y azul en acción. Las escenas son muy largas y hay serios problemas de ritmo que provocan más de un bostezo. La película también nos muestra algún que otro pequeño flashback con la infancia de Clark en la Tierra. Pero vaya, que al final lo que salva un poco del aburrimiento es ver al héroe en acción gracias a unos efectos digitales que quitan el hipo, logrando que Superman Returns consiguiese una única nominación a los Oscars en esta categoría (aunque no la logró, ese honor fue a manos de una de las entregas de Piratas del Caribe). Catherine Hart fue la responsable de hacernos creer en verdad que un hombre puede volar, aunque también nos regaló algunas escenas un tanto creepy con Clark escuchando a todo el planeta cuando no espiando a Lois (una insoportable Kate Bosworth).
El papel protagonista fue a caer en manos de Brandon Routh, un desconocido actor que solo tenía 26 años en el momento de filmar la película. Routh daba el pego a la perfección, su parecido con Christopher Reeve llegaba a resultar hipnótico. Para colmo por la red circulaban fotos del actor caracterizado como el personaje en una fiesta de Halloween de un par de años antes. Routh hizo lo mejor que pudo con un guion que tuvo varios cambios y un rodaje accidentado por las fechas de entrega. El actor se quedó con las ganas de seguir vistiendo la capa, cosa que pudo hacer el año pasado al dar vida al Superman de Kingdom Come en el crossover de Crisis en las tierras infinitas. Routh lleva años dando vida a Ray Palmer (el Átomo), en la serie Legends of Tomorrow. No han sido estos sus únicos escarceos con el cómic, pues también dio vida a Dylan Dog en una lamentable adaptación del mítico fumetti de Bonelli e hizo de villano vegano en Scott Pilgrim VS the world.
Al parecer Routh calzaba tanto (y no me refiero a las botas) que le tuvieron que reducir digitalmente el paquete para que nadie se llevara las manos a la cabeza. Joder, yo no lo veo tan mal, si eres el Hombre de acero es normal que tengas el miembro de acero ¿no? En lo referente a su uniforme, se aprecia la ausencia de la S en la capa, esto es debido a que el hecho de figurar ayudaba a la generación del CGI en la postproducción. El traje azul estaba formado por miles de S en miniatura (una petición de Singer muy similar a su obsesión de mostrar X plateadas por todos lados en el primer filme de los mutantes). Un traje que resultó caro de pelotas, según su diseñadora Louise Mingenbach: cada vez que se rompía un traje (hicieron cuatro) era como tirar un Lamborgini por un barranco.
Superman Returns se estrenó en el verano de 2006. La cinta logró unos discretos 52 millones de dólares en su fin de semana de apertura. No es una mala cifra (ya la habrían querido para el estreno de cualquiera de las películas de Blade o de Ghost Rider), pero hay que tener en cuenta que costó la friolera cantidad de 270 millones de dólares. La recaudación final fue de 391 millones en todo el globo, por lo que acabó dando pérdidas. Por este motivo, sumado a la poca trascendencia que tuvo el filme, la secuela planeada para 2009 se canceló. Una pena porque hacía casi veinte años de la debacle de Superman IV, teniendo que esperar otros siete para la llegada de El hombre de acero (cinta que, por cierto, corrió una suerte similar, pero ya llegaremos a eso).
La película lo petó en la edición correspondiente de los premios Saturn… Que para que os hagáis una idea deben tener una importancia similar a nuestros TP de Oro, vamos que están muy bien para maquillar, pero que no le importan a nadie. Si por lo menos le hubieran dado el premio MTV al mejor beso de cine como a Tobey Maguire en Spider-Man…