Es la hora de las tortas!!!

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¡Viñetas y … acción! 26 The return of The Swamp Thing

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El cerebro humano es una cosa muy chunga, ¿Eh amiguitos? El ínclito Víctor Gómez y un servidor llevamos ofreciendo una mirada divertida, crítica a veces… Incluso analítica a un buen puñado de pelis de superhéroes desde hace más de un año. Y oigan, nos lo hemos pasado pipa con The return of The Swamp Thing. De hecho, nos lo hemos tan bien que casi es la que más hemos disfrutado de todas.

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En la productora Lightyear Entertainment tenían claro que querían una secuela del filme de 1982 que dirigió Wes Craven. Pero querían algo distinto, les apetecía alejarse del tono oscuro de su predecesora. Por eso, dando un giro de timón, la película se vino a sumar a una tendencia que había popularizado Joe Dante unos años con esa obra maestra que es Gremlins: la Horror Comedy. Sin ningún tipo de complejo, el equipo responsable de la cinta publicitó esta secuela dentro de este género que hoy es muy popular (sobre todo en circuitos como el festival de Sitges o el de Toronto) y que en aquella época tenía ya unos cuantos exponentes, la mayoría explotations de la mencionada Gremlins, como las sagas Critters o Ghoulies.

No os voy a engañar, por muy bien que me lo haya pasado con esta cinta, el experimento no les salió muy allá que digamos. Sin saber datos de presupuesto (no los he encontrado), la taquilla a nivel mundial no superó los 300.000 dólares. Una hostia en todo el sentido de la palabra. Sin embargo, como suele pasar en estos casos, la cinta tuvo bastante éxito en el mercado doméstico y hoy en día ha alcanzando cierto aire mítico. Ya os lo hemos dicho, son 90 minutos totalmente locos, y si sabes entrar en el juego te acabarán entreteniendo mucho.

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En las labores de producción hay un sin fin de nombres. Sin embargo, hay uno que destaca por derecho propio: No es otro que el de Michael Uslan. El mítico productor ha estado presente en la mayoría de las películas (de imagen real y de animación) que se han realizado sobre personajes de DC Comics. En esta ocasión, lejos de buscar un director de género, se buscó a un hombre empresa, uno de esos directores todoterreno que se mueven entre el terreno de la serie B y el telefilme: Jim Wynorsky. Para quien no lo conozca, decir que es responsable de más de cien películas y que en los últimos años se ha especializado en rodar con estrellas del cine de acción los 80 como Michael Dudikoff y en realizar películas de monstruos imposibles como Pirañaconda, Sharktopus y lindezas por el estilo. También fue el responsable en los 90 de la única película de imagen real sobre Vampirella.

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Unos mimbres cojonudos que se apoyan en el guion de Neil Cuthbert y Grant Morris, que plantean una historia donde la comedia y los chistes están a la orden del día. El tono de la película queda claro con la primera escena donde un montón de pringados vestidos de militares caen uno a uno en el pantano. Casi parece más una escena del pelotón chiflado que una película de terror. Además, como buena película de aventuras ochentera, hay un par de niños pequeños que flipan con la Cosa del Pantano y que se hacen amigos del monstruo en la mejor tradición de filmes como Una pandilla alucinante o Los Goonies.

La historia tampoco da para mucho más con el Dr. Arcane, que ha vuelto porque sí (no estaba muerto, estaba de parranda) y que está experimentando en su mansión repleta de secuaces vestidos con trajes descartados de la teleserie V para lograr la solución que le permita tener la vida eterna. En serio, siendo el mismo actor (Louis Jourdan) casi parece otro completamente distinto debido al nuevo aire de la cinta. En esta secuela tendremos la ocasión de conocer a su hijastra Abby Arcane, que ojo, no es otra que la buenorra de Heather Locklear ¡la mítica Amanda de Melrose Place y ex mujer de Tommy Lee de Mötley Crüe (banda que aparece mencionada en la cinta en un muy buen chiste)!. El ADN de Abby Arcane será definitivo para lograr su objetivo. Destacar que el único galardón que se llevó la cinta fue el Razzie para Heather. Oigan, es un premio de mierda, pero es un premio.

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Los secundarios son totalmente jocosos: Empezando por los mencionados niños, siguiendo por el Dr. Rochelle que parece que está hasta las cejas de jaco o por Gunn, el jefe de seguridad de Arcane que va de pelo en pecho toda la película y que es incapaz de comer chicle con la boca cerrada. De aquí a los Nobel, fijo. Lo bueno es que como todo se toma tan poco en serio si logras conectar con el surrealismo catódico de tu televisor no te podrás desenganchar hasta terminar la película, que además tiene una escena post créditos…

¡Uy! que estábamos hablando de surrealismo y casi se me olvida el torrido romance entre especies que se marcan Abby y La Cosa del Pantano. Y es que libres de prejuicios y del miedo a las habladurías, a la Heather se le antoja el bueno de Swampy en plan amor imposible a lo Shakespeare, pero ojo, que llegan a consumar la relación con erótico resultado. Pero eso es algo de lo que no puedo hablar por el sistema de rombos de la web.

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A nivel técnico El regreso de la Cosa del Pantano tiene un nivel más que aceptable. Buen uso del programa After FX y un maquillaje y diseño de las criaturas del laboratorio del Dr. Arcane muy vistoso. Pero la principal mejoría viene de cara al traje. Se descartó el disfraz de plástico de la película original y pasamos a contar con un diseño más cercano al cómic, con más vegetación mezclándose con el tejido de un traje que es obra Vicky Graef, quien poco después sería una de las máximas responsables de esa labor en la catártica Dick Tracy. El aspecto de La Cosa del Pantano se completó gracias a la labor de un equipo de hasta cinco maquilladores que efectuaban sesiones de tres horas cada día de rodaje.

Lo que más te puede sacar de la película son las escenas de acción con los actores actuando a cámara lenta y corriendo despacito, o los cacos siendo totalmente exagerados cuando les alcanzan los tiros… O eso nos quieren decir, porque de sangre no se ve ni una sola gota en toda la cinta. Una pena que Loulogio no haya puesto esta película en su objetivo, porque no hay nada que envidiar a sus célebres ninjas purpuras.

De todas formas muy descontentos no acabarían ya que al año siguiente se estrenó una serie de imagen real que mantendría a buena parte del equipo técnico y creativo. Por cierto, me están entrando muchas ganas de verla. Merezco sufrir, lo sé.