Estamos en 1978 y los aficionados al noveno arte están de enhorabuena porque, por primera vez, pueden ver fielmente retratado a uno de sus héroes en la pantalla grande de un cine; porque por primera vez… creyeron que un hombre podía volar. Como hemos dicho, estamos en 1978 y llegó a los cines de todo el mundo la primera entrega de Superman, dirigida por Richard Donner.
¡Hola amiguitos! volvemos con Viñetas y… ¡Acción! Pero cambiando de tercio totalmente. Volvemos a viajar al pasado y lo hacemos con la primera gran aventura del Hombre de Acero y de DC Comics en el cine. Una película que ha pasado a la historia por muchas razones… pero especialmente por su disparatada escena final.
Superman es una gran película, así de simple, pero debe ser tratada con cierta ingenuidad, no en vano han pasado 40 años desde su estreno. Al final de la cinta Superman da vueltas alrededor del planeta Tierra con la finalidad de alterar el curso de la historia y evitar que muera la mujer que ama, y de paso (solo de paso) evitar un cataclismo que mataría a mucha gente. La campaña de publicidad rezaba así: “creerás que un hombre puede volar”… y ya de paso y para hacer énfasis en su cuasi divinidad, pues también puede hacer milagros. Hay multitud de teorías sobre el final y el motivo por el que fue este y no otro. Yo me limito a pensar que pese a lo surrealista del asunto, era otra forma más de magnificar al primer superhéroe de todos y al más grande que ha dado el mundo del cómic. Un héroe para el que no hay nada imposible.
Del mismo modo, imposible no había nada para la familia Saldkin, productores de la cinta (ese tipo de personajes que creen que escrúpulo debe ser una isla griega). Los Saldkin contactaron con el joven director Richard Donner, que había llamado la atención por la película “La Profecía”, y le ofrecieron un millón de dólares por dirigir las dos primeras entregas de Superman. A Donner no le hacía mucha gracia, pues conocía la reputación de los Saldkin: años antes habían producido una disparatada entrega de Los tres mosqueteros (dirigida por Richard Lester) y habían tenido la intención de grabar una secuela con material descartado de la primera (así se ahorraban pagar a los actores). La polémica que hubo con Superman II ya la trataremos en su momento, pero huelga decir que no se lo pusieron fácil a Donner, y de hecho en Hollywood se creó la cláusula Saldkin para evitar este tipo de situaciones de caradura suprema.
Richard Donner se encontró con un guion de 500 páginas que daba para hacer cuatro películas y no dos, firmado inicialmente por el mismísimo Mario Puzo (aunque tuvo más reescrituras de las que se atrevieron a reconocer en su momento). Además, parecía un pastiche de situaciones ridículas en tono y forma de la serie de televisión de Batman de los años 60 que protagonizó Adam West. A Donner no le gustó nada y quería que la primera aventura de Superman en pantalla de cine (tras cuatro seriales, dos cortometrajes y un telefilme para la caja tonta) tuviera otro acabado. Para ello se las apañó para contratar a Tom Makiewicz, que acabó ejerciendo las labores de productor-consultor y pulió muchos de los detalles surrealistas del guion.
La negociación de los derechos (la Warner/DC es un hueso duro de roer), la producción (se invirtieron 40 millones de dólares) y el rodaje fueron una auténtica pesadilla. Los Saldkin acosaban y molestaban diariamente a Donner acusándole de malgastar su dinero, increpandole con que no llegaría a tiempo a la fecha de estreno… pero bueno, al menos él acabaría entero. Digo esto porque su compañero Tom Makiewicz a punto estuvo de ser apuñalado en el pecho por un miembro de la familia de productores.
Finalmente, Superman se acabó estrenando y fue un tremendo éxito, recaudó 134 millones en Estados Unidos y llegó a los 300 a nivel global. La película sobrepasa holgadamente las dos horas y se toma su tiempo en contar las cosas. De hecho, tardamos casi una hora en ver a Kal El con su traje, que todo hay que decirlo, aparece porque si y le sienta como un guante.
El comienzo con la banda sonora de John Williams es sencillamente majestuoso y las primeras escenas en Krypton logran transmitir toda la magia del cómic creado por Jerry Siegel y Joe Shuster. Un ambiente alienígena donde el gran Marlon Brando (que se embolsó cuatro millones por doce días de curro) interpreta a Jor El y que dio algún que otro dolor de cabeza al no estudiarse nunca el texto. La interpretación del magno actor es de lo mejor que hay dentro del género y la traslación del ambiente Kryptoniano con los trajes reflectantes diseñados por Ivonne Blake consigue darles ese toque aristocrático que debe tener la clase preferente de un planeta de ficción. De hecho, en versión original, los habitantes de Krypton hablan con acento inglés británico de época.
Tras el prólogo, que incluye un rápido vistazo al general Zod (Terence Stamp que veríamos en la secuela), llegamos a la Tierra, donde nos empaparemos un poco de la infancia de Clark y de su adolescencia, con pequeño cameo de Lana Lang. En este periodo el personaje de Clark Kent es interpretado por Jeff East, aunque sus frases fueron todas dobladas por Christopher Reeve. Durante este fragmento veremos cosas curiosas como Clark corriendo más rápido que un tren y algunos elementos gratuitos para acrecentar el drama, como fue la muerte por infarto de Jonathan Kent, al que dio breve vida un gran Glenn Ford.
¿Qué decir de Christopher Reeve? Pues que da el pego como Clark Kent/Superman a la perfección y que cualquier actor que ha interpretado o interpretará a Superman siempre será comparado con él. Reeve tuvo que teñirse el pelo con betún para la audición, ya que era rubio. Para dar el pego físicamente fue entrenado por David Prowse (Darth Vader, sí, ESE Darth Vader) y el traje era algo incómodo para él, pues tuvo que llevar coquilla en todo momento. Se cuenta que el cachondeo de Margot Kidder durante el rodaje cuando veía a Christopher con todo su equipamiento “libre”, es legendario. Y por cierto que el mismísimo Sylvester Stallone optó al papel, pero, personalmente, creo que salimos ganando con Mr. Reeve.
Margot Kidder interpretó de manera soberbia a Lois Lane y su carácter fuerte le vino de maravilla para adueñarse de un personaje que, víctima del género y de la época, tuvo que hacer las veces de damisela en apuros mucho más de lo que nos hubiera gustado. Jackie Cooper dio vida a su vez a Perry White y también fue todo un acierto.
Llegamos así a Gene Hackman, que hizo las veces de Lex Luthor, un excelente actor que no duda por un momento en declarar que este papel no fue ningún reto y que solo aceptó debido a los dos millones que le pagaron. Se negó a afeitarse la cabeza, pero sí se quitó el bigote a cambio de que también se lo afeitase el propio Donner. Richard aceptó, pero lo que no sabía Gene es que su bigote era falso y que todo fue una treta para que al menos aceptase. El Luthor de Hackman poco tiene que ver con el ser híper inteligente y manipulador que estamos acostumbrados a ver. En esta interpretación su motivación criminal es hacerse rico con un disparatado plan que incluye inmuebles, bienes raíces y misiles nucleares. Vive en una guarida subterránea con unos secuaces inútiles. Todo muy camp y serie B.
Pero pese a todas estas cosas fruto de la concepción y de las creencias de la época, Superman nos permitió ver a un superhéroe con todas las de la ley. La primera escena en la que hace uso de sus poderes es mágica, así como el popurrí de intervenciones… e incluso el pequeño detalle de rescatar a un gato de un árbol, demuestra que no hay acto heroico demasiado pequeño para el último hijo de Krypton. Sus escenas volando fueron fruto de la técnica zooptic, a lo que hay que añadir el diseño de producción de John Barry, lo que hizo que durante mucho tiempo fuera imbatible a nivel técnico. De hecho, se llevó el Oscar a los mejores efectos especiales.
Y esto ha sido todo con esta primera entrega de DC, esperemos que os haya gustado y que sigáis con nosotros las próximas entregas.