Desde luego, cuando un autor funciona, las editoriales saben sacarle partido. Este es el caso de ECC y la Biblioteca Grant Morrison, dedicada a recuperar la producción del escocés calvo. Vimanarama es el último ejemplo de un título que se ha incorporado a esta línea, siguiendo los pasos de otras como Joe el Bárbaro, La Patrulla Condenada, El Asco, Los Invisibles, We3 o Animal Man. No obstante, estamos ante un proyecto muy especial.
A punto de alcanzar el primer lustro de la pasada década, Grant Morrison había finalizado su etapa en Nuevos X-Men y se disponía a volver a DC. Una de las condiciones que puso a la distinguida competencia fue el poder realizar una serie de miniseries (tres de tres números) donde gozaría de una libertad total. Estos títulos fueron la mencionada We3, Seaguy y esta Vimanarama. En ellas, Gran Morrison exploró nuevos géneros con resultados desiguales.
La historia es, cuanto menos, rocambolesca. Vimanarama nos presenta a Ali, un joven hindú hijo de un tendero que vive en Inglaterra. Se siente desgraciado y su personalidad grita socorro por los cuatro costados. Pues bien, lejos de que la angustia post adolescente sea su único problema, a Ali le han concertado un matrimonio con Sofía. Sin venir demasiado a cuento se desata, involuntariamente, un apocalipsis en la Tierra. Menos mal que, también involuntariamente, liberan a los Ultrahadeen para luchar contra la amenaza. Con lo que no contaba nadie es que Ben Rama, su líder, se enamoraría perdidamente de Sofía.
Vimanarama. Ensalada de géneros
Dicen que la obsesión por el descubrimiento y las culturas exóticas llevó a Grant Morrison a meterse de lleno a leer sobre la mitología y el folklore hindú. Esto se nota en los pasajes más “exóticos” de Vimanarama, que, aunados a una fascinación nada disimulada por el Cuarto Mundo de Jack Kirby (obra y conceptos de referencia para su Crisis Final), constituyen los pilares fundamentales de esta historia.
Por otro lado, también nos encontramos con la versión más gamberra y juguetona de Grant Morrison, que escribe la obra pensando en lo que a él le gustaría leer, sin importar demasiado que el fandom general se quede un poco extrañado con esta empanada de géneros que va desde la fantasía, pasando por la ciencia ficción y sin olvidar, en ningún momento, la comedia de situación y una ambientación propia de Bollywood.
Leyendo Vimanarama también observaremos reflexiones metafísicas del autor, que se aleja de su habitual determinismo para ahondar en el problema de las tres partes del hombre: espíritu, alma y cuerpo.
No obstante, aunque Vimanarama reúne todos los intereses de Grant Morrison, lamentablemente no se profundiza demasiado en ninguno de ellos debido a la conjunción de dos factores: El primero, la propia extensión de la historia; y el segundo, y más importante, que al escritor, sencillamente, no le ha dado la gana hacer otra cosa.
Por lo tanto, este Vimanarama no deja de ser una parra ilustrada del propio Morrison que es presentada al lector como un juego de complicidad en el que debe estar dispuesto a encontrarse con cualquier cosa, a dejarse sorprender por este tsunami de locura que salpica al pasar cada página. Si consigues superar esto te aseguro que, aunque claramente estamos ante una obra menor del autor, lograrás disfrutar como un enano.
En la parte artística nos encontramos con Philip Bond (dibujante también de Mata a tu novio), que realiza un trabajo fabuloso junto al colorista Brian Miller. Bond crea unos personajes muy expresivos que parece que van a trascender las viñetas. Destacada asimismo es la narrativa, con continúas splash-pages que dotan de gran espectacularidad a la historia. La única pega que le encuentro es que cada vez que tiene ocasión de pasar de los fondos, se escaquea para no tener que dibujarlos.
En definitiva, un tebeo diferente cuya surreal propuesta puede echar para atrás a lectores de cómic acostumbrados al mainstream más convencional. En su día no leí Seaguy, ahora me muero de ganas por hacerlo.
A modo de extra, la presente edición de Vimanarama cuenta con una pequeña galería de bocetos e ilustraciones del dibujante Philip Bond.