Una mujer en los años de la Guerra Civil española y su lucha personal en busca de justicia y libertad. El eco de la comuna libertaria de Monte Verità donde vivieron escritores, escultores, arquitectos, bailarines, pintores, poetas y políticos. Entre ellos Otto Gross, Rudolf Von Laban, Erich Müsam, Gustav Gräser, Hermann Hesse.
Personalmente, el tema de la Guerra Civil española como ambientación para cómics, películas, novelas u otras manifestaciones narrativas me resulta bastante cargante. Eso de que la historia la escriben los vencedores no se cumple en este caso, porque me atrevería a aventurar que en la actualidad existen más relatos de la Guerra Civil española escritos por partidarios del bando republicano que por el nacional. Una especie de resarcimiento histórico, de vendetta cultural donde los de un lado del río eran gloriosos luchadores por la libertad y los del otro lado eran despiadados asesinos. Y mira tú, el conflicto está representado por un yin-yang, donde no todos los buenos eran buenos, ni todos los malos eran malos. De manera que acometí la lectura de este Verdad con un poco de miedo en el cuerpo, temiendo que, como siempre, la protagonista fuera una heroína libertaria que sufre las injusticias de un régimen fascista opresor. Y mira, afortunadamente, el tebeo no va de eso. Y por eso me ha gustado.
El nombre de la protagonista, Verdad, proviene de aquel lugar donde, seguramente, la concibió su madre, Monte Verità, una comuna en la localidad suiza de Ascona fundada a principios del siglo XX, donde predominaba el nudismo, el amor libre, el vegetarianismo, etc. Uno comprende mejor este sitio cuando aprende que fue fundada por Henri Oedenkoven e Ida Hofmann, él un joven belga heredero de la fortuna familiar, ella hija de una familia acomodada alemana, y que muchos de sus habitantes eran jóvenes de la aristocracia europea (como el coreógrafo Rudolf Von Laban, colaboracionista nazi), y artistas con financiación de sus familias. Es fácil pasarse el día bailando desnudos y tejiendo coronas de flores cuando los papis te mandan dinero todos los meses, pero no deja de ser cierto que de esta comuna surgieron muy buenos planteamientos sociales, y que supuso un germen para muchos de los movimientos sufragistas y de liberación femenina del siglo XX. Pero estoy desviándome…
Tanto por su nombre como por la influencia de su madre, la joven Verdad se une al bando republicano en los albores de la Guerra Civil, y resulta herida en un atentado con una bomba casera a las trincheras del ejército sublevado. La vida actual de Verdad se entrecruza con los recuerdos de su infancia, las leyendas que contaban las viejas del pueblo, y retazos de su futuro, convertida en una maqui incluso al finalizar la guerra. Al contrario de lo que solemos encontrar en otras narraciones ambientadas en este conflicto, no es una historia de buenos contra malos, de rojos contra fachas, sino que es la historia de una mujer, de su crecimiento y madurez, su paso de niña a mujer a «anciana de 26 años». Por su cuerpo dejarán su huella el amor y la guerra, cicatrices físicas y emocionales que conformarán la personalidad de una guerrillera que tuvo que aislarse de la sociedad para… ¿protegerse? ¿proteger a su familia? Nada es blanco y negro en una historia que, sorprendentemente, utiliza una paleta de brillantes colores primarios en contraposición al gris imperante en la época.
La turinesa Lorena Canottiere empezó su recorrido artístico en el mundo del cómic en distintas revistas especializadas italianas (Corrierino, Terre di Mezzo, Schizzo presenta, Mondo Naïf, Black, ANIMAls, LaLettura-Corriere della Sera). Lorena es una de las autoras de cómic más interesantes del panorama italiano y ha trabajado también como ilustradora para importantes editoriales. Ha diseñado el cartel de la Semana Negra de Gijón 2020, y ganó en Francia el Premio Artémisia 2018 al mejor cómic femenino por este Verdad.
Canottiere ha ilustrado este cómic mediante los colores primarios rojo y amarillo en acrílico, y posteriormente el azul en digital, sin usar para nada el negro, en las escenas en que Verdad es adulta, mientras que en los flashbacks de su infancia están dibujados con lápices o ceras, también en tres colores. Incluso la alternancia de estos 3 colores está planteada de un modo muy inteligente: en la primera aparición de la Verdad niña, las viñetas están dibujadas en azul y rojo. Sólo cuando coge una foto de su madre, y ésta entra en su vida, comenzamos a ver el color amarillo. Y es sólo al final del cómic cuando el rojo abandona su vida, y las viñetas utilizan sólo el azul y el amarillo. Sólo el azul es una constante en su vida.
La edición española de Verdad corre a cargo de Liana Editorial, una casa que ha hecho de los relatos femeninos (Papaya Salad, Lluvia de Primavera) su sello de identidad. Huyendo de maniqueísmos y lugares comunes, Verdad es un viaje al corazón de una mujer que huye de todo y todos en busca de la/su libertad y de justicia presente, pasada y futura.