…Y ya estoy de vuelta. ¿Qué tal todos? ¿Ha sobrevivido vuestro hígado? Me alegro. Hala, al tajo, que se nos enfría el primer tebeo del año.
Treinta y dos años tiene ya el simbionte alienígena que se trajo Peter Parker, en uno de los mayores errores que ha cometido en toda su carrera, del planeta de las primeras Secret Wars. Veintiocho desde que se independizó y decidió unirse a Eddie Brock, sacar dientes (muchos dientes) y salir por ahí a sorber cerebros. Y desde entonces, Veneno ha sido villano, antihéroe, monstruo al estilo de La Cosa de John Carpenter, arma militar y ahora, después del paso por los Guardianes de la Galaxia de Brian Michael Bendis, héroe de space opera.
Flash Thompson es muchas cosas: soldado, veterano, lisiado, huésped de un simbionte alienígena, Guardián de la Galaxia. Ahora, debe convertirse en un embajador galáctico y en un agente del cosmos. ¡Únete a él en una gran aventura en el espacio profundo!
En la anterior colección dedicada al personaje, llegó Flash Thompson como nuevo huésped que ha tenido el simbionte, el cuarto desde su primera aparición. En ella, a lo largo de los cuarenta y dos números que duró, guionizados por Rick Remender y Cullen Bunn, Veneno pasó a ser un arma en manos del gobierno americano, aprovechando el trasfondo militar de Thompson, convirtiéndolo en un agente de operaciones encubiertas. Desde entonces, Veneno es un héroe, sin medias tintas. Y desde la saga Planeta de Simbiontes, que contó Bendis en su visión personal de Guardianes de la Galaxia, sabemos que si el simbionte ha sido lo chungo que ha llegado a ser es, como es habitual, por juntarse con malas compañías.
Veneno: Caballero del Espacio empieza justo en este punto. Flash anda correteando por el espacio profundo, apartado ya de sus antiguos compañeros (con los que, siendo sincero, nunca llegó a pintar mucho) y creando un nuevo equipo de personajes secundarios: una Medusa amazona a la que le falta gritar «muerte por kiki», un robot depresivo con tendencias suicidas al estilo de La Guía del Autoestopista Galáctico… y una familia de pandas espaciales. Sí, en serio. Pandas espaciales. Nadie puede objetarle nada a los pandas espaciales. Y, básicamente, en eso consiste este primer tomo de Veneno: Caballero del Espacio. En historias cortas en las cuales Flash irá reclutando sus nuevos sidekicks. O algo.
Los autores
Robbie Thompson, como ya comentamos hace tiempo, es un guionista televisivo recién llegado al mundo del cómic. Aunque ha tocado varias series, todas las series regulares en las que ha participado pertenecen a la franquicia arácnida, como son esta última serie de Veneno, Spidey o las dos series que ha tenido hasta el momento Seda.
Ariel Olivetti es un dibujante argentino de estilo pictórico que recuerda fuertemente, especialmente en el tratamiento de la musculatura, a autores como Richard Corben o Simon Bisley. Desembarcó en el mercado americano hace ya más de veinte años, ilustrando La Última Historia de los Vengadores, con guiones de Peter David. Hemos podido ver su trabajo en series tanto de Marvel como Cable, Punisher War Journal o X-Man, como de DC, como JLA: Paradise Lost (con guiones de Mark Millar) o Space Ghost.
En resumen…
Aún siendo un entorno más favorable para el desarrollo como personaje de Flash Thompson que ser el último mono de los Guardianes de la Galaxia, hay que tener claro que lo que tenemos es un tomo de aventuras espaciales de Veneno. A los que les rechine esta ambientación no deberían acercarse por aquí. Y deben ser mayoría, dado que de todas las series regulares de la franquicia arácnida, ésta era la que tenía unas ventas más bajas, por debajo de los quince mil ejemplares mensuales, cuatro mil ejemplares menos que cuando el anterior volumen recibió el hachazo en 2013. Por ello, supongo, esta serie ha sido cancelada hace un par de meses en el número 13 americano (llevándose, de paso, con ella a Matanza), habiendo sido relanzada en noviembre con un nuevo volumen en el que el enfoque del personaje es más cercano a la versión tradicional del mismo.
Pero los que disfruten de una buena space opera desenfadada y con un puntillo humorístico, pueden pasárselo muy bien con esta serie. Y los fans tanto de Ariel Olivetti como de la versión heroica de Veneno tienen una cita obligada en este tomo.