Como un suspiro, casi se nos ha pasado ya el periplo de nuestro conejo samurai favorito en IDW, antes de volver a Dark Horse allá en los USA. Al llegar a Usagi Yojimbo: Encrucijada, sólo nos queda un tomo más y habremos completado este periplo, que en su país de origen se nos ha ido en tres años y que poquito más nos va a durar en España con la edición de Planeta.
En la actualidad USA, ya hace algo más de un año que Usagi habita de nuevo territorio Dark Horse, pero la serie se mantendrá en color, tal como se impuso en la presente etapa. La diferencia estriba en que esta vez la publicación será en forma de miniseries, de las cuales ya hay dos más en la calle. Sin embargo, dado que por nuestros lares nos llega en tomos, supongo que probablemente ni repararemos en este cambio.
Pero sacando la vista del futuro y volviendo al presente, Usagi Yojimbo: Encrucijada continúa tras los pasos de nuestro samurai de orejas largas en su constante vagabundeo, sólo que desde el tomo anterior, ahora viaja acompañado de su joven primo Yukichi, en su periplo por conocer el mundo que le ha sido negado en su estricto entrenamiento. En su deambular, en este volumen surgen dos historias. La primera de ellas, Rescate, hace cruzar de nuevo los pasos de Usagi con la enredadora Kitsune y la pequeña Kiyoko. Ya sabemos que normalmente eso significa problemas, pero también diversión, cuando este par de pilluelas amigas de los bienes ajenos desplieguen sus artes con un jefe mafioso local. Al término de esta aventura en tres capítulos, tendremos una más que da título al tomo. En Encrucijada, los caminos de Usagi y Yukichi habrán de separarse para dar con un grupo de desalmados culpables de una cruel masacre. Sólo uno de los caminos llevará al grupo de forajidos, pero lo que encuentra el otro puede ser aún más terrible.
En poco más de un par de meses, Usagi Yojimbo será cuarentón. Son casi 300 números desde que apareció por primera vez repartidos a lo largo de los años en varias editoriales y volúmenes, pero siempre a lomos de un mismo autor. Es posible que eso, como dicen los más críticos, pueda hacer que algunas historias suenen a repetidas. Sin embargo, Stan Sakai se las arregla para que siempre tengamos un nuevo enfoque, ingrediente o tono para que su lectura siempre resulte fresca. Un poco de un modo similar a lo que sucede en Conan, por más formulaicas que puedan ser algunas de sus historias, la pauta del guerrero errante es inagotable.
En este caso, aprovecha por ejemplo el enésimo encuentro con Kitsune para trabajar en dos frentes. Por un lado, emplea el personaje recién llegado de Yukichi para que haga las veces de ese nuevo lector que se ha subido con esta nueva serie a color de IDW y seguir así presentando de nuevo la inmensa mitología que se ha ido creando el bueno de Miyamoto Usagi. Por otro lado, para los fans de más largo recorrido, Stan Sakai se las apaña para hacernos sentir en casa. Con diálogos repletos de guiños y familiaridad entre viejos conocidos, la lectura de Usagi Yojimbo: Encrucijada se hace cálida y reconfortante para los seguidores más antiguos.
El enésimo enfrentamiento con la enésima banda de forajidos actúa en el mismo sentido. Servirá de presentación al ABC de Usagi Yojimbo para el nuevo lector, pero a los viejos del lugar nos dará nueva información sobre nuestros queridos personajes. Por contraposición con el entusiasta pero ingenuo Yukichi, el papel de Usagi pasa de ser el del errante desarraigado, al rol de mentor sin dejar de ser el Usagi de siempre. Estos personajes que parecen casi arquetipos inmutables, siguen ganando pequeños matices con cada historia.
Hay además otro aspecto nada desdeñable, que tal vez ha aparecido antes en la serie, pero probablemente no con el hincapié que vemos en Usagi Yojimbo: Encrucijada. Si el género chanbara es el equivalente japonés del western, por más que Usagi Yojimbo sea producido en América por un americano — por más origen japonés que tenga Sakai —, Usagi Yojimbo es un chanbara, pero sería un chanbara crepuscular. En varias ocasiones se hace énfasis en que la época de los samurais ya ha pasado. Pese al tono grato y divertido que generalmente tiene Usagi Yojimbo, un aura crepuscular flota en el ambiente. Usagi es casi una rara avis en un mundo de mercenarios, criminales y cazarrecompensas, casi un vestigio del honor de antaño, que se resiste a morir en un mundo al que el progreso le está llegando del modo menos amable.
También hay que decir, que, al margen de todas aristas que añade a personajes y ambientes, Stan Sakai es uno de esos artistas absolutamente odiosos que podrían contarte la más pedestre y anodina de las historias y que nos la leamos en un suspiro y sin pestañear. Stan Sakai es capaz de darle épica y dinamismo a una mañana en el supermercado e incluso, aunque no tuviéramos todos estos pequeños detalles de crecimiento y evolución en Usagi Yojimbo, podría contarnos la misma historia mil veces y os aseguro que nos la comeríamos con patatas. Sakai es el maestro narrador que consigue hacer trepidante una pelea de conejos con espadas, que sintamos la épica de una batalla donde los personajes despiden una nube con una calavera al morir. Sakai es uno de esos genios que dominan el valor de la caricatura no como una simplificación de la realidad , sino todo lo contrario, una herramienta para intensificar las emociones, el dinamismo y el vigor de la historia, hacia unos niveles que la realidad misma no es capaz de alcanzar.
Por eso, tantos años después, cada tomo de Usagi Yojimbo se lee en una exhalación y siempre nos deja con ganas de leer el siguiente. ¡Larga vida a nuestro conejo cuarentón!
