Más allá del muro de la vigilia, tras las Puertas de Cuerno y Marfil, yace la rica y fértil tierra donde nacen las historias. Se llama el Sueño… y su historia está a punto de dar un giro oscuro y peligroso.
Dicen que las legañas son los restos de la arena que Morfeo deposita sobre nuestros párpados mientras dormimos para darnos sueños. Por algo le llaman Sandman. Esta es sólo una de las explicaciones irracionales que antaño se daban para lo que aún no tenía explicación racional. Los dioses, los mitos y las leyendas tienen el mismo origen. ¿Qué eran las tormentas? La rabia de un dios furioso. ¿Cómo curamos la infertilidad? Haciendo sacrificios animales al dios correspondiente. ¿Por qué se alternan el sol y la luna? Porque Apolo y Selene… Y así con todo. Y si esos dios no existían, nos los inventábamos. La imaginación y los sueños son lo opuesto al raciocinio. En el momento en que algo tiene una explicación lógica o científica, la fantasía deja de tener cabida. Imaginación. Leyenda. Historias… Son las formas que adoptan los sueños durante la vigilia, y los sueños son la válvula de escape de la mente de los seres vivos durante su reposo. Por eso son necesarios. ¿Y qué ocurre cuando se pone en peligro la integridad del Sueño como representación física y geográfica del mundo onírico? ¿Y, lo que es peor, si el Señor del Sueño ha desaparecido y son sus sirvientes quienes deben hacerse cargo del problema? Es a lo que este relato, englobado en el Universo Sandman creado hace más de 30 años y coordinado editorialmente en la actualidad por el inglés Neil Gaiman (Sandman, Mitos Nórdicos), pretende dar respuesta.
¿Una historia de Sandman sin Sandman? ¿Y por qué no? Sandman ya no es un personaje, sino un concepto que abarca todo un universo de historias entrelazadas como La casa de los susurros o Los libros de la magia. Alguno podría verlo como una maniobra comercial: poner Sandman en el título multiplicaría las ventas de obras que, sin él, habrían tenido mucho menos éxito (como lo que hizo Ridley Scott con Prometheus o J.J. Abrams con Calle Cloverfield 10). Y es posible que eso sea cierto en alguno de los casos. Después de todo, aunque alguna de las otras series englobadas en este Universo Sandman sean spin-offs de la serie original, este El Sueño es una continuación directa. Daniel, el hijo de Morfeo, heredó el título de Señor del Sueño tras la muerte de su padre, y ahora ha desaparecido por razones que aún nos han de ser desveladas. Las lagunas mentales del bibliotecario Lucien, el resquebrajamiento de la cúpula celeste del Sueño, la aparición de unos extraños seres sin habla ni voluntad propia, el desvanecimiento de antiguas criaturas mitológicas casi olvidadas… Todo son señales de que algo está cambiando en el mundo. Sucesos aparentemente independientes se acabarán interrelacionando a lo largo de los 20 números que duró la miniserie hasta su cataclísmico final.
El novelista y guionista de cómics británico Simon Spurrier (Caballero Negro, Senda de X) recoge el testigo de Neil Gaiman donde lo dejó, tras la muerte de Morfeo y la asunción de Daniel del manto de Señor del Sueño, y a partir de este punto nos sumerge en un intrincado entramado de vidas y personajes que fueron apenas esbozados por Gaiman y que aquí adquieren personalidad propia, convirtiéndose en protagonistas corales de la historia. Además del resto de residentes del Sueño, como Lucien, Caín y Abel, el cuervo Matthew, Mervyn Cabeza de Calabaza o Eva, Spurrier recupera a viejos conocidos como Rose Walker o Dora, la chica que saltaba entre sueños. A casi todos ellos el guionista les proporciona un trasfondo y unas motivaciones muy necesarias, pues ahora son ellos, y no el fallecido Morfeo o el ausente Daniel, los verdaderos protagonistas de este relato.
En el aspecto gráfico de este El Sueño también brilla con luz propia la artista Bilquis Evely (Wonder Woman: Año Uno), con trazos y composiciones que rozan la perfección. ¿No os pasado nunca que leéis un cómic y pensáis «con un dibujo mejor este cómic sería perfecto»? Pues no es el caso. Evely trata cada página y cada viñeta con desmesurado esmero, mimando cada detalle y cada personaje como si fueran sus propios hijos. La acción es dramática y dinámica cuando ha de serlo, y las escenas más íntimas están recreadas con un gusto exquisito. Si a su dibujo le sumamos el más que maravilloso coloreado del brasileño Matheus Lopes, el resultado es de una perfección gráfica sin precedentes. Esto, unido al previamente laureado guion de Simon Spurrier, hace que Universo Sandman: El Sueño sea un cómic único, un prodigio narrativo sin igual que, en mi opinión, engrandece, si no mejora, la obra original.
La miniserie Universo Sandman: El Sueño fue publicado anteriormente por ECC Ediciones en 3 volúmenes, para ser recopilada ahora en este volumen integral, del mismo modo que ha hecho con el resto de series englobadas en el Universo Sandman. El Sueño es una historia para muy cafeteros, que requiere la lectura previa de la serie Sandman de Neil Gaiman (no, no basta con haberse visto la serie de Netflix), no para neófitos ni influencers UVLUT (Una Vez Leí Un Tebeo). El Sueño no es un DYC-Cola; es un aguardiente de maceración lenta, para su degustación pausada. Sólo para los paladares más exquisitos.