Que Cullen Bunn es uno de los autores más prolíficos estos últimos años es algo que todos sabemos. Cada año que pasa, el guionista deja toda una ristra de obras en editoriales como Marvel, Boom, Aftershock, Dark Horse o Image Comics. A esta última pertenece Unearth, serie de la que hoy hablamos de su segundo, y último, volumen, coescrito por Kyle Strahm.
Cuando Norma Editorial publicó el primer tomo de Unearth el pasado mes de junio, me sorprendió de manera muy grata. Me encontré con uno de los guiones más sinceros y menos pretenciosos de cuantos había leído de este escritor. Como recordaréis, en Unearth se nos cuenta una historia que bebe del terror de serie B sin ningún tipo de pudor o complejo. Ambientada en un pueblo cuyos habitantes han empezado a mutar de forma espantosa, termina con los protagonistas (un grupo de diversos especialistas) investigando dentro de una angosta cueva.
Bunn y Strahm han recogido elementos del cine de John Carpenter, de la saga Alien, de la película The Descent de Neil Marshall o de los relatos de H.P. Lovecraft para contarnos una historia que atrapaba desde el primer momento, dejando con ganas de más.
Poco podía imaginar que el desenlace de la historia (saldada originalmente en diez números americanos) nos devolvería los peores tropos del autor en la forma de una ensalada de conceptos cuyo cierre se me antoja algo precipitado. Especialmente, si tenemos en cuenta todo lo que prometía la premisa.
Unearth. Cerrando el misterio del Puesto 17
La acción de este segundo volumen de Unearth arranca seis meses después de lo que ya hemos podido leer. El mundo que se presenta es muy diferente, con unos habitantes que, tras sobrevivir al surgimiento de esta desconocida amenaza en el puesto 17, tratan de rehacer su vida. Al mismo tiempo habrá quién trate de hallar las respuestas a todas las incógnitas relativas al peligro que gira la serie.
El principal problema que encuentro a este último tomo de Unearth es que Cullen Bunn (a partir de ahora me referiré únicamente a él puesto que desconozco cual es la responsabilidad de cada uno de los escritores en la historia) echa por tierra todo el buen worldbuilding que había creado, y en lugar de limitarse a buscar un cierre para Unearth más orgánico y directo, pierde mucho tiempo presentando nuevas tramas y personajes con los que en teoría deberíamos simpatizar y preocuparnos.
Pues bien, nada más lejos de la realidad. Toda la parte humana acaba siendo farragosa al estar torpemente narrada, puesto que el hilo central argumental queda demasiado diluido en un mar de subargumentos secundarios. Esto me escuece especialmente, puesto que considero que uno de los puntos fuertes de Cullen Bunn está en la fuerza que suelen tener sus diálogos.
Sin embargo, pese a que la sorpresa inicial ya se ha perdido, el suspense y la sensación de amenaza que va in crescendo siguen palpables. También debo reconocer que, aunque la recta final de esta aventura ha sido mucho más accidentada de lo que me imaginaba, el cierre de Unearth es aceptable dadas las circunstancias.
En lo referente a la parte artística, Baldemar Rivas sigue siendo un dibujante que en Unearth ofrece una de cal y otra de arena. Mientras que el diseño de criaturas es estupendo, la carencia de fondos y el aspecto “inacabado” de muchas de sus viñetas dejan bastante que desear.
Finalmente destacar que la edición de Norma Editorial es calcada a la original de Image Comics, reproduciendo al final del tomo las dos historias cortas con las que finalizó Unearth, así como una galería de pin-ups y un texto de Kyle Strahm.
PD: Recomiendo encarecidamente leer la doble página de dramatis personae con la que se abre el tomo, para ayudar a situarnos un poco antes de leer el final de Unearth.