El mundo de la gestión cultural no es un tema especialmente habitual en obras audiovisuales, y mucho menos en la parcela específica del cómic. Un oso en Marruecos es una rara avis por muchas razones: por el tema que toca, por cómo está planteada y porque para ser una obra de un guionista novel y un dibujante más habituado a la ilustración, humor gráfico y cómic infantil… es una obra que parece estar hecha por gente que lleva ya mucho equipaje a la espalda. La edición es de Andana Gráfica, en cuya web podéis encontrar una muestra de las primeras páginas así como una extensa sinopsis y definición del público objetivo.

La obra cuenta la experiencia de su autor, Lluc Silvestre, como gestor voluntario en Visa for Music, un festival musical en Marruecos. La tarea, ya de por sí bastante complicada, se agiganta cuando existe esa barrera cultural de por medio tanto por idioma como la propia diferencia con la cultura árabe. La obra cuenta la preparación del festival, con todos los dolores de cabeza de sincronización, organización, peticiones de permisos, autorizaciones, y un largo etcétera, pero aprovecha también para introducir algunos conceptos sobre la cultura, historia e incluso la lengua árabe, y pretende desmitificar algunas creencias generalizadas.

Como decía en la introducción de la reseña, me ha sorprendido la soltura de ambos autores a la hora de plasmar una obra como esta, que con ese tono tan documental podría haberse convertido en un producto denso y arduo de leer, con mucho texto explicativo y continuas escenas de diálogo que pudieran desembocar en el tedio. Pero nada más lejos de la realidad. Silvestre consigue aportar un toque didáctico, autocrítico (él mismo había caído en algunas de esas creencias generalizadas de las que hablaba antes) y las introduce dentro de esa locura que supone organizar un evento como este en un país tan distinto al nuestro en todos los aspectos. El tramo final en el que los problemas se amontonan resulta trepidante, y sabe transmitir muy bien la tensión al lector.

Claro, que el dibujo del argentino Mr. Ed (Edgardo Carosia) ayuda mucho a la sensación que produce Un oso en Marruecos en el lector. Utiliza un dibujo sencillo, cercano al cartoon, y recurre frecuentemente a una técnica de abocetar los fondos o personajes secundarios con un esbozo de línea clara, sin tramas ni rellenos que permiten centrar la atención en el protagonista y mostrar esas frecuentes sensaciones suyas de encontrarse fuera de su entorno. No es el único recurso que utiliza, y son frecuentes los referentes populares, o técnicas de dibujo figurativo con numerosas metáforas visuales.

El cómic fue galardonado con el Premi València de Novela Gráfica en 2021, y ha sido publicado simultáneamente en castellano y catalán.

En definitiva, Un oso en Marruecos es un cómic diferente, con una narrativa que nos recordará a obras de autores como Miguel Gallardo o Alfonso Zapico, con un espíritu de cronista de un evento, pero que aprovecha para introducir otra serie de mensajes que nos acercan a una cultura que, muy a menudo, se encuentra muy distante de la nuestra. Sorprende por su frescura, el interés de un tema sobre el que hay muy poca información en otros medios, y por estar contado con una habilidad impropia de autores con tan poca experiencia en el medio. Sin duda, si te interesa el tema, bien de la gestión cultural, de la organización de festivales musicales o de la propia cultura árabe, seguro que disfrutas con creces de esta obra.

Lo mejor: Cómo aprovecha la «historia» para acercar la cultura árabe. Algunos recursos visuales muy interesantes.

Lo peor: Si no te interesa nada el tema, probablemente no le saques todo el jugo posible.