Cuando una editorial organiza un encuentro privado entre dos de sus autores y periodistas especializados es que confía en ellos. Sabe que saldrán con buen pie de la cita y que lograrán tener publicaciones a su favor. Si además de organizarlo se ocupa de proporcionar a los informadores de fuera de la ciudad el transporte para que puedan acudir, es que confían al 100% y saben que la jugada va a tener un resultado muy positivo.
Pero claro, es que hablamos de Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, los dos herederos de Goscinny y Uderzo, elegidos por este mismo para continuar con su legado. No cabe ninguna duda al respecto de su buen hacer. Quizá hace dos años cuando salió al mercado Astérix y los pictos, que era la primera obra que ambos firmaban, hubo alguna inquietud pero supieron captar perfectamente el sabor más clásico de los galos haciendo que viejos y nuevos aficionados disfrutaran a cada página.
Ahora con El papiro del César van un paso más allá y hacen un poco más suya la obra, lo que se nota y es de agradecer, aunque siempre con la atenta mirada de Uderzo detrás para asegurar que se siga siempre siendo fiel a la esencia que tantos buenos momentos ha dado a lectores de todo el mundo.
La cita con estos dos creadores era en Madrid el lunes dos de octubre (2015) en el bar Bocadillo de jamón y champán, un pequeño local ubicado en Menéndez Pelayo y que resultó ser idóneo para este encuentro. Allí estábamos periodistas de diferentes medios como Hobby consolas, Cómic para todos o yo mismo, que en este caso acudía en representación de Es la hora de las tortas, además de Emilio Gonzalo que si bien no es del oficio su presencia estaba más que justificada por su labor como director de Expocómic.
La primera pregunta que recibieron los autores fue la más lógica, ¿cómo se sentían con este álbum? Reconocieron que la promoción está siendo más agradable ya que el anterior pasó la prueba (la más dura, la de los lectores) y han podido tener más libertad a la hora de afrontar esta aventura. Aunque lo que sigue incorruptible es el estilo visual que bebe del dejado por Uderzo durante décadas y que como reconoce Didier Conrad lo más complejo es precisamente que siga siendo el mismo, además de elegir entre esa gran paleta de expresiones que tiene cada personaje.
Igualmente compleja es la tarea de planear la aventura, que aclaran con cierto humor que ambos toman parte entrometiéndose en partes del trabajo que no les competen, aunque “uno es mejor que otro” dicen entre risas sin dar más pistas al respecto. Lo que está claro es que sus dos obras se inspiran en “la edad de oro de Astérix”, intentando mantener la esencia y ese leit motiv que les hacía salir del pueblecito historia sí, historia no. Una costumbre establecida en la creación original pero no una obligación, y es que de hecho “no hay ninguna consigna de nada” detalla Ferri.
Esto último sale a colación sobre cómo están recibiendo Uderzo y la hija de Goscinny ceder el testigo a una nueva generación. “Se están adaptando” es la respuesta, aunque amplían comentando que en un principio era el veterano dibujante el que no lo tenía claro pero tras ver Astérix y los pictos los papeles se han cambiado y es ahora Anne Gosciny la que está al otro lado.
Sea de la forma que fuere lo que está claro es que estos personajes tienen cuerda para rato. ¿El motivo? En palabras de Ferri es que es “un cuento atemporal” y matiza que fue “Uderzo el que intentó hacerlo así”; algo que queda evidente en la cantidad de temas de actualidad que se tratan a través de las páginas y viñetas.
Un ejemplo es precisamente El papiro del César que se adentra en el mundo del periodismo, a través de una crítica bastante poco sutil. Un tema que les planteo ya que parece que hay un cambio de enfoque respecto historietas más clásicas, pero en su opinión la sátira siempre ha estado presente aunque es cierto que el paso del tiempo hace que pierda la fuerza de su momento. “Todo depende de la perspectiva, pero no es una línea que sigamos. No es a propósito”. Además del hecho, aclarado por ellos mismos y su editor, que hace treinta años no se recibía igual que ahora que es un producto consumido por millones de personas y plantea el reto de tener cierta frescura como eso, como un reto.
Por eso para trabajar se aíslan ya que necesitan poder “crear y creer en lo que hacen” puesto que “cuando el libro se publica deja de ser nuestro”, aunque por otro lado aclaran que “Goscinny nunca leyó un Astérix solo como lector” algo que ellos han podido hacer. Esto les ha permitido analizar a los personajes, el modelo establecido (y funcional) del que viene todo y poder profundizar en aspectos que todavía no habían sido tratados. Aunque siempre teniendo en cuenta que la obra no es suya y por tanto no pueden desviarse de lo establecido, algo que no sucede con las adaptaciones cinematográficas en las que “tienen más libertad debido al propio formato en que trabajan”.
¿Habrá más Astérix en el futuro? Por supuesto,¡ y nadie lo duda, pero aquí la cuestión final que les planteo es si pueden adelantar algo de ese próximo álbum, “es el 37, harán un viaje, saldrá en dos años”.
Así se despidieron Jean-Yves Ferri y Didier Conrad de los asistentes a este pequeño encuentro, no sin antes firmar a todo el que tuviera allí su ejemplar lo que también les servía de pre calentamiento para las sesiones que tendrán estos días antes sus lectores españoles.
Dudo que me equivoque al decir que sus colas serán casi interminables, algo que en España parece estar casi destinado solo a Ibáñez, y es que una vez pasado el sello de aprobación de todos con Astérix y los pictos, que han repetido sobradamente con El papiro del César, por delante les quedan años de éxito dando viva a las aventuras de los dos galos más queridos en todos mundo y sus alocados compañeros.