Ultimates es una de las mejores series que publica la Marvel de la actualidad. Puede que la Marvel de hoy no atraviese su mejor momento, pero es precisamente el instante en el que se debería prestar más atención a series como Ultimates que por algún motivo no parecen gozar del favor del público.
Es por este motivo que la editorial se ve forzada a argucias como este relanzamiento tras Civil War II. Ultimates nº3: Guerra en el cielo supone el arranque de un nuevo volumen que en realidad es totalmente continuista con el anterior.
Supuestamente, cuando arrancamos el tomo, los Ultimates no existen y sin embargo, se terminarán por reunir de un modo u otro para enfrentarse a la incógnita que arrastrábamos desde el principio del volumen anterior. ¿Quién ha encadenado a La Eternidad? ¿Es esta Eternidad la misma que antes de Secret Wars? ¿Cual es el papel del resto de entidades cósmicas en la coyuntura actual del universo?
La verdad es que son estas preguntas y muchas más las que se resuelven en Ultimates nº3: Guerra en el cielo y es que la cantidad y densidad de ideas que nos lanza Al Ewing es bastante inabarcable para una sinopsis. A menudo denostado, quizá este guionista británico pueda no estar a la altura en otras obras, pero con Ultimates se sitúa en lo más alto del panorama Marvel. En solo seis números americanos forja la reformación del grupo, asigna nuevos roles y nuevas dinámicas entre los personajes principales, desvela el misterio de Eternidad, reinventa toda la mitología cósmica de Marvel, desbarata el statu quo de estas entidade (con más desarrollo en 6 números que en los últimos 20 años), nos deja el Galactus más molón que hemos visto en mucho tiempo, rescata un montón de viejos personajes y se saca de la manga paladas de ideas locas que no tienen mucho que envidiar a las Morrison o Ellis… y todo esto remando en la misma dirección, con una sola línea argumental y haciendo que cada una de estas partes tan dispares alimenten una sola gran trama.
Libre de eventos editoriales, Ewing se puede centrar en esa idea que comentábamos en tomos anteriores de mezclar los 4 Fantásticos con Authority, aderezar todo ello con unas gotitas de Dr. Who y demostrar que libre de ataduras editoriales es un gran guionista. Sólo el final del primer número es una lección de cómo hacer un buen cliffhanger. De un sólo plumazo desvela el paradero de un personaje al que echábamos de menos, soluciona la batalla de egos en el grupo y nos deja con todas las ganas de ver ese concepto tan molón de Ángeles de Charlie cósmicos del que no voy a dar más detalles para que lo disfrutéis tanto como yo.
Si eres un fan veterano tendrás además un montón de guiños y recuperaciones de viejos personajes, que más allá del mero cameo, resultan cruciales para la trama. Así, se pasarán por Ultimates nº3: Guerra en el cielo, por ejemplo, el Conformador de Mundos o una nueva encarnación de los personajes del Nuevo Universo Marvel ochentero de Jim Shooter. Los apagafuegos (Troubleshooters en el orginal en guiño a su creador) fusionarán conceptos de Justice, Psi Force y los propios Apagafuegos originales. No solo el desenlace de la participación de estos pondrá un importante pilar en los cimientos de la trama principal, sino que nos dará una pelea al estilo Authority con duelos de inteligencia, excentricidades y hasta una fusión a lo Dragon Ball mientras se parten la cara. Sin desperdicio.
Desafortunadamente, el hecho de que comercialmente esta serie no termine de levantar el vuelo parece implicar que Marvel no ponga toda la carne en el asador con los dibujantes y desde Kenneth Rocafort, gráficamente el rumbo de esta colección no ha sido excesivamente sólido.
En esta ocasión, es Travel Foreman (Animal Man, Iron Fist) el encargado del dibujo y como suele ser costumbre con este artista se da un fenómeno visualmente incómodo. Dentro de la misma página o incluso de la misma viñeta hay zonas detalladísimas y otras apenas esbozadas, pero casi como aleatoriamente, sin responder a ninguna necesidad de separación de planos, carga dramática o cualquier otro propósito narrativo visible. Pero es que esta irregularidad no se limita al acabado gráfico, sino que narrativamente alterna momentos geniales con auténticas chufas. Cabe destacar la labor del colorista Dan Brown, que no sólo arregla parcialmente el desaguisado de Foreman, sino que además aporta una coherencia visual a la serie que va más allá de quién se encargue de los lápices. Aun así, casi parece adivinarse como si en este caso, Brown estuviera algo más desorientado que con otros dibujantes.
Una lástima que en Ultimates nº3: Guerra en el cielo el resultado grafico no esté a la altura de lo que por otro lado es una de las historias más vastas y en mejor forma de la Casa de las Ideas.