Japón, Estados Unidos, Francia, Argentina, España… si os digo que nombréis autores procedentes de alguno de estos países, la lista sale sin pensar y de carrerilla, pero en un mundo globalizado como el de hoy, la producción de cómics sigue centrada en unos pocos núcleos y hay decenas de países donde no es tan fácil identificar autores. En el caso de Israel probablemente el primer nombre que nos viene a la cabeza es Rutu Modan. Desde que en 2007 publicara Metralla y triunfase en los Premios Eisner y en Angouleme se ha convertido en una autora a seguir, pero no esperéis con Túneles nada parecido a Metralla o La propiedad.

Túneles supone una reinvención tanto estilística como tonal con respecto a lo podríamos esperar de Rutu Modan. Túneles nos lleva de la mano de Nili Broshi, hija de un antiguo arqueólogo que ahora padece alzheimer, a una aventura tras la mítica Arca de la Alianza. Sin embargo, olvidaos de persecuciones, tiroteos con nazis, sombreros y látigos. Túneles nos cuenta en clave de comedia la historia de la excavación de un túnel bajo el muro que separa Israel de Palestina con montones de implicados con sus propios intereses y en una red de mentiras en las que las lealtades cambian como los semáforos.

Pese a no meternos en alta aventura, sí existe intención por parte de Modan de evocar este tipo de historias, no solo por todo lo que inspira el premio final sino por un giro de corte tintinesco en su dibujo: línea clara, formas básicas, caricatura… Modan no mimetiza a Hergé pero si hace su propio Hergé lo suficientemente identificable como para insinuar un marco concreto, al que luego da la vuelta por completo. Las dinámicas entre los distintos personajes y sobre todo sus juegos de alianzas quebradizas y engaños serán el motor de una trama que implica a dos arqueólogos rivales, un grupo de judíos ortodoxos, un niño pegado a un iphone, unos contrabandistas palestinos y hasta hasta una versión del ISIS un tanto montypythonesca.

Para contarnos todo esto Modan opta por simplificar del todo la propuesta narrativa: planos muy neutros, frontales, sin angulaciones notables ni apenas niveles de profundidad. Es casi como si quisiera eliminar del todo el punto del vista del observador y que sean los personajes y el trabajo de color los que se encarguen de guiarnos con sus ires y venires constantes.

Lo accidentado de la creación de este túnel bajo el muro es un claro elemento metafórico en una historia que nos habla de la cooperación, de dejar a un lado las diferencias y de lo mucho que nos empeñamos en no mirar más allá de nuestros ombligos.

Túneles no es una comedia que nos arranque la carcajada, no hay grandes chistes , pero sí montones de embrollos, un elenco de personajes donde todos tienen su propia voz, montones de ironía y, aunque tal vez más de andar por casa sin tiroteos ni nazis, la sensación de haber vivido una aventura al cerrar el libro.