El guionista y aficionado empedernido a TF, James Roberts, proporciona ensayos históricos en profundidad y nuevas entrevistas con destacados creadores; Lloyd Young proporciona coleccionables imposibles de encontrar; y el artista de TF UK, Andrew Wildman, proporciona una nueva portada. Incluye historias de los números 113 a 145, del Transformers Annual de 1987 y de Action Force números 24 a 27.
Desde luego, hay que reconocer que Planeta Cómic se está tomando con calma la reedición de los tebeos de Transformers publicados por Marvel UK en los 80. El primer volumen de esta colección salió en 2014, el segundo en 2018… Y no es por falta de materiales, porque IDW publicó este mismo recopilatorio, en tapa blanda, ¡en 2013! No obstante, parece que a partir del tercer volumen el ritmo de publicación se ha ido regularizando, e imaginamos que podremos leer el quinto tomo en el año en curso. Teniendo en cuenta que vamos por poco menos de la mitad de la colección, que se publicó semanalmente en Reino Unido hasta mediados de 1991, aún quedan cuatro volúmenes más pendientes de edición en España. Pero vamos con el último publicado hasta la fecha.
Los cómics de Transformers en el Reino Unido estaban realizados por artistas británicos, siguiendo las directrices tanto de Marvel USA (que básicamente venían a decir que no podían contradecir lo que allí se publicaba) y de la juguetera Hasbro, licenciataria de la franquicia. Los cómics eran un excelente escaparate para los niños ingleses de la época, que en lugar de serie de dibujos animados tenían su ración semanal de tebeos asequibles para seguir las aventuras de sus personajes favoritos. Vale que sólo fueran unas pocas páginas cada semana, pero con eso ya se les pasaba el mono, y si además se introducían nuevos personajes cada cierto tiempo, la afluencia de niños en las jugueterías estaba garantizada. Al fin y al cabo, el objetivo de estos tebeos era ése, hacer que los niños compraran los juguetes. Eso no quiere decir que las historietas fueran tan solo un intercambio de mamporros sin excusa argumental. Todo lo contrario: las historias de Transformers UK (me niego a usar las siglas TFUK, que suenan a exabrupto) estaban llenas de emoción, aventuras y cliffhangers, y respaldadas por un rico universo expandido que se remontaba infinidad de años en el pasado, hasta el lejano planeta Cybertron.
Es inevitable, cuando se habla de los Transformers, pensar en Optimus Prime y Megatron, como los líderes de ambos bandos de robots, y legendarios rivales. Sin embargo, en estas historias, la batalla ha evolucionado y ahora son Rodimus Prime (anteriormente Hot Rod) y Galvatron los que ostentan el liderazgo de Autobots y Decepticons, respectivamente. Tampoco vemos a muchos de los personajes más emblemáticos y carismáticos de la primera generación, a excepción de Bumblebee / Goldbug, Shockwave y Starscream, pero a cambio tenemos al gigantón Ultra Magnus, que tiene una inquina un tanto especial hacia Galvatron. Contamos también con la presencia de varios personajes humanos femeninos, algo que resulta de agradecer, ya que a falta de Transformers femeninos en estas historias (mucho se podría hablar sobre el sexo de los robots, pero no es el momento ni el lugar), la introducción de algunas mujeres decididas y de armas tomar, aunque sea esporádicamente en algunas de las historias cubre una carencia que hoy llama mucho la atención, pero que los chavales lectores de la época sin duda no apreciaron. Después de todo, a finales de los ochenta, los autores y lectores de mediados de los ochenta no estaban tan preocupados por la inclusividad y el empoderamiento femenino como ahora, y lo único que los lectores necesitaban era una dosis semanal de brutos mecánicos.
Otra de las novedades que tenemos en este volumen es la presentación del cazarrecompensas (o, como prefiere ser llamado, «agente autónomo por el mantenimiento de la paz») Death’s Head. Este personaje, nacido en las páginas de Transformers UK #113, inaugura las páginas de este cómic, y vivió varias encarnaciones, de las que en España sólo hemos conocido la segunda, y no con mucho éxito, precisamente. No ha sido hasta solo recientemente que se le incorporado al Universo Marvel 616. Como buen escaparate, no podía faltar la presentación de nuevas líneas de juguetes, en este caso los Headmasters y los Targetmasters, que eran pequeños Transformers que se convertían en las cabezas o armas, respectivamente, de otros robots. La idea de dos Transformers compartiendo cuerpo tenía más chicha de la que puede parecer inicialmente: hablamos de un robot cuya cabeza se convierte en otro robot diferente, con lo que el conflicto de personalidades está servido. Por desgracia, no es un tema que se tratara muy profundamente en las páginas de este cómic pues, por un lado, había pocas páginas semanales para desarrollar demasiadas tramas a la vez, y por otro lado sobre este tipo de argumentos se pasaba muy de puntillas, para dejar espacio a las batallas y al enfrentamiento entre Autobots y Decepticons.
El último elemento destacable de las historietas contenidas en este volumen es la aparición de Action Force, la versión británica del comando G.I. Joe en los ochenta. Hay que tener en cuenta que el término G.I. es muy estadounidense, y los Action Force incluían además personajes europeos, para apelar más al mercado local. Aquí no aparece toda la troupe, sino tan sólo un puñado de ellos, liderados por Flint, acompañando a una arqueóloga, la doctora Susan Hoffman, por unas cuevas subterráneas en suelo británico. Cómo ha podido la doctora contactar con el grupo paramilitar, y por qué han accedido a acompañarla, es algo que se escapa a los lectores, pero para los niños de la época, el crossover entre robots gigantes y los coloridos soldados no podía molar más. Ahora no necesitaban más excusas para montar batallas con sus juguetes en el suelo de su dormitorio.
Hay que quitarse el sombrero ante lo entretenido de las historias producidas por Simon Furman y su equipo, teniendo en cuenta el poco material de base del que disponían. Los dibujantes eran, en su mayoría, artistas freelance que iban a pedir trabajo a la editorial, y se limitaban a cumplir con sus plazos de entrega semanales. No obstante, escritor y dibujantes cumplían de sobra con su cometido, que era el de proveer a la juventud británica de entretenimiento semanal a bajo coste, despertando también el apetito por comprar los juguetes. La edición de Planeta refleja la original de IDW, con el gran inconveniente, una vez más, de no aprovechar todo lo posible el tamaño de la página, con lo que tenemos mucho margen en blanco alrededor, lo que conlleva que no podamos apreciar al máximo los dibujos. Por si el tamaño reducido fuera poco, el tipo de letra utilizado también es muy pequeño, con gran parte de los bocadillos de texto desaprovechados. Esto hace que tengamos que hacer un doble esfuerzo al leer, lo que es especialmente sangrante teniendo en cuenta que el público objetivo de estas historias ya rondamos la cuarentena, edad en la que la presbicia empieza a hacer estragos. Hay que pensar más en los lectores y menos en el departamento de contabilidad…