Es la hora de las tortas!!!

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Tomando un Chiriflus: X-Men – Días del Futuro Pasado

Si tras dos películas tan fallidas cómo fueron X-Men: La Decisión Final y Lobezno: Orígenes, nos dicen que volverían los días de gloria, nadie sabría qué pensar. Pero todo cambio con la vuelta de Bryan Singer al redil mutante, del cual nunca debería haberse apeado, con una idea bajo el brazo, contar los primeros pasos de Xavier y sus pupilos.

Con Matthew Vaughn en la silla del director, X-Men: Primera Clase (2011) nos traían los orígenes de personajes tan fundamentales de las películas de Singer como Charles Xavier y Erik Lensherr, el Profesor-X y Magneto respectivamente. Con un aire tan renovador y clásico a la vez, nos zambullimos en una película de espías con un toque pop en la década de los sesenta al más puro estilo James Bond de Sean Connery (con un toque de aventuras), que no solo trajo consigo frescura e inventiva, sino una originalidad y un atrevimiento más que necesarios.

El éxito de esta nueva incursión fílmica, conllevo a Matthew Vaughn poner sobre la mesa un único título para continuar las aventuras de la Primera Generación Mutante: la distopica saga de Chris Claremont y John Byrne, Días del Futuro Pasado.

xmendiasdelfuturopasado

Pasado el tiempo, Vaughn se apea de la dirección, pero continua con su papel de guionista y productor, obteniendo Bryan Singer de nuevo la responsabilidad de llevar la dirección. Un Singer más que encantado de volver con sus criaturas, además de tener la oportunidad de reivindicarse de sus últimos trabajos.

Pese el soberbio y notable trabajo de Bryan Singer en X-Men: Días del Futuro Pasado, me hubiera gustado comprobar y disfrutar de la fresca visión de Matthew Vaughn con esta historia de viajes en el tiempo, ya que la irreverente personalidad del británico insufló una vitalidad y un punto de vista muy diferente al marcado por Singer, pero a la vez muy relacionado con las dos primeras películas de los mutantes. Si los rumores son ciertos, puede que veamos a Vaughn dirigiendo los ejércitos de Apocalipsis en el tercer capítulo de la Primera Clase.

Estamos en el año 2023, los Centinelas han tomado el control del planeta en su misión de erradicar toda vida mutante y humana (solamente aquellos que ayudaron a los mutantes). Xavier, acompañado de Lobezno, Magneto y un escaso grupo de ataque mutante, son la única oportunidad y resistencia para salvar la situación. Enviando la conciencia de Logan al año 1973, Xavier elabora un plan para impedir el asesinato de Bolivar Trask por parte de Mística que crea este futuro oscuro. Lo que desconoce Logan es que Xavier ha perdido sus poderes mentales y pasa sus días cómo un ermitaño por las estancias de su mansión.

Bryan Singer sale airoso de esta compleja trama en apariencia, para eliminar todo aquello que supone una traba para el futuro de la franquicia, corrigiendo errores pasados cometidos en las películas anteriormente dichas, abriendo a la nueva generación las puertas necesarias para continuar su (apocalíptico) camino. Aunque no es una película perfecta, casi lo consigue.

Reiterando en errores comunes de las primeras películas, como esa falta de épica al final de la película, con un desaprovechamiento muy marcado de Bolivar Trask y los Centinelas primigenios en la década de los setenta, a pesar de estar sobradamente compensado en su homónimo del futuro (sensacionales los momentos de acción contra esos Centinelas que tanto recuerdan a La Furia, el robot asesino creado por Alan Moore en la serie del Capitán Britania, y los protagonistas mutantes rebeldes de ese futuro que nunca debería llegar a ocurrir), que deja con ganas de saber y ver más, o de dotar de demasiado protagonismo a un excelso James McAvoy en su papel del joven Charles Xavier en detrimento de Michael Fassbender/Magneto, que aún contando con algún que otro minuto de gloria, termina inclinándose en ese villano que está destinado a convertirse, perdiendo parte del encanto de antihéroe que tenía en X-Men: Primera Clase.

Pero el personaje que más ha evolucionado, aunque a priori no lo parezca, es Mística, interpretada de nuevo por Jennifer Lawrence. Por que tras ser un bonito florero con mucho desparpajo en Primera Clase, Singer dota de mayor profundidad a Raven para convertirla en esa superespía que parecía destinada a ser desde el principio, en el comodín que péndula el equilibrio de poder entre Xavier y Magnus.

Y por fin Bryan Singer obtiene un presupuesto acorde con sus ideas, regalando a nuestro fan interior una de esas escenas que retenemos en nuestras retinas. Hablamos del gamberro hijo de Magneto, Peter Maximoff. El velocista mutante protagoniza una de las escenas más impactantes del metraje, dando Singer una clase magistral de planificación de la acción, como en su momento vimos la escena inicial de X-Men 2 con Rondador Nocturno. De igual manera, repitiendo genialidad al inicio de la película con el ataque de los Centinelas al campamento rebelde de Coloso, Kitty Pride, el Hombre de Hielo, Sendero de Guerra, Mancha Solar, Bishop y el gran descubrimiento de la película, Destello.

No me olvido de nuestro Lobezno, de Hugh Jackman, más Logan que nunca con el pase de los años, arbitro entre épocas, de esta película de Ciencia Ficción, película de personajes, que nunca olvida su papel de entretenimiento, sin dejar de lado la inteligencia del espectador y su sentido del asombro.

Con todo, Bryan Singer crea un capítulo más del Universo Mutante cinematográfico por todo lo alto, dejando de lado errores pasados, restituyendo de nuevo su idea inicial, homenajeando a sus actores y criaturas que él creó para el cine y supo entender como nadie. Un futuro se abre ante nosotros con todo su esplendor, de igual manera que la nueva saga de Star Trek de J.J. Abrams, libre de equipaje molesto, y con mucho espacio para llenar con nuevas y emocionantes ideas.

Antes de terminar, una observación: dónde están todas esas mujeres críticas con los desnudos femeninos gratuitos de Juego de Tronos, que aún no se han pronunciado del desnudo de Hugh Jackman.