– Hola. Qué tal.
– Hola. Bien, gracias.
– Curiosa tu camiseta. Muy colorida.
– No, no es mía. Es de un amigo, que me ha tenido que dejar una de sus prendas, por que me he manchado comiendo en su casa. Mire, aquí tiene mi camisa sucia.
– No tienes que justificarte. Yo también he tenido el Síndrome de Peter Pan, aunque nunca he llevado camisetas con monigotes de colores. Hay que madurar.
– ¿Pero? Si. Si no es mía….me la han prestado…..mierda.

– Disculpa jovencito. ¿Serías tan amable y ayudarme a cruzar el semáforo? A mi edad, una es muy lenta, y no veo muy bien.
– Por supuesto, no se preocupe.
– Vaya, creía que eras más joven. Al verte con esa camiseta tan infantil.
– No es mía. Es muy gracioso. Es de un amigo, que me ha invitado a comer, y al servir me he manchado….
– Sí ya lo decía mi difunto Mariano: los jóvenes de hoy en día solo quieren drogarse y vivir del sudor de los demás. Quita quita, ya cruzo yo sola. Degenerado.
– ¡Será posible! La mierda de la camiseta esta dequenoséqueputosupuerhéroe me ha tenido que dar este cretino.

– ¡Espera, no cierres el ascensor!…..Gracias. Hombre, vecino, cuánto tiempo sin vernos. Ya pensaba que te habías mudado.
– He tenido mucho trabajo. Nada más.
– Qué gracia, mi hijo tiene una camiseta igualita que la tuya. Es un pijama, pero utiliza la parte de arriba cómo camiseta para ir al colegio.
– ….
– ¿No eres un poquito mayor para ir con un Hulk pintado en tu ropa? Ja ja ja
– …..
– ¿Por qué me miras así? Si, era una broma, hombre.
– …….
– ¿Por qué paras el ascensor?
– ……..
– ¿Por qué me miras así?
– …..
– ¿Qué te pasa en los ojos?
– …………
– ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Socorro!!!!!!!!!!