Atención: Este artículo contiene imágenes con alto contenido erótico. Que las disfruten.
El Sexo siempre ha sido un tema delicado, no prohibido, en los tebeos de superhéroes y comerciales del mercado americano. Identificar a tu personaje favorito, más si es un personaje femenino, por su actitud sexual no tiene mucha cabida en la mente tan obtusa y censora del lector americano, y por extensión del lector medio.
Pero algo ha ido cambiado en los últimos años.
Atrás quedaron los tiempos en que una obra tan personal y revolucionaria como es Black Kiss de Howard Chaykin (publicada entre junio de 1988 y julio de 1989) era tildada cómo pornográfica y pueril, cuando solamente era una actualización de los relatos de género Negro que mostraba al lector algo más, el poder seductor del sexo dentro de la historia, que al final terminaba girando dentro del misma.
Joe Casey, fue uno de los guionistas que sacaron el tebeo de superhéroes del oscuro foso que en la década de los noventa asolaba el mercado, con cómics simples en tratamiento y dibujo, bastante alejados de lo que un buen tebeo debía ser. A pesar que su trayectoria no haya sido del todo exitosa, Joe Casey puede presumir de una buena cantidad de títulos que tanto público como crítica han sido unánimes con su calidad. A esta lista hay que agregar Sex.
Simon Cooke regresa a casa, a la ciudad que le vio nacer, tras un tiempo alejado de sus responsabilidades como multimillonario y cabeza visible de sus empresas corporativas. Poca gente sabe, que tras la fachada de adormilado playboy se esconde la identidad de El Santo, vigilante durante muchos años de Saturn City, ciudad cosmopolita sumida en el caos, la pobreza, la lujuria y cualquier otra penuria imaginable, bajo el manto del Crimen Organizado.
A pesar de todos los esfuerzos y sacrificios, su ciudad sigue igual que a su marcha, e incluso peor, ya que el vacío de poder espolea a que los cobardes salgan de sus agujeros para continuar su ola criminal.
Joe Casey escribe su propia versión de Bruce Wayne/Batman en un mundo distinto, con reglas distintas, pero sobre todo, mucho más realista que el héroe de DC. Casey narra la lucha interior de Simon Cooke, individuo que ha pasado toda su vida entrenando su cuerpo y mente para luchar contra el crimen, sin preocuparse del contacto con sus semejantes, ya sea de forma social o más íntima, siendo este último detalle el punto de partida de Sex: Ese verano largo y duro, primer volumen que recopila los ocho primeros números de la serie.
Simon Cooke desconoce las reglas del mundo real. De echo, ni las comprende, a pesar del tenue esfuerzo que realiza para formar parte de él. No comprende cómo Saturn City ha vuelto a caer en los más bajos instintos humanos tras su cruzada. Pero en ese momento, no es su problema, no volverá a ser El Santo nunca más.
Casey nos muestra la extraña relación que tiene Simon Cooke consigo mismo, ya que el disfraz es su propia identidad civil, no la superheroica, que es su cara real, su verdadero Yo. Y es este Yo el que no comprende el por qué toda relación social se basa en el sexo, en la satisfacción del cortejo y conquista sexual de todo aquel que le rodea.
El mero acto de sentirse atraído por una mujer, le hace sentir incómodo, no por la reacción química que su cuerpo produce, sino por el desconocimiento de esa reacción. Nadie le ha mostrado o explicado qué significa el sexo para el ser humano, y menos para él mismo. Su satisfacción es vencer al enemigo, la lucha encarnizada contra aquello que está mal, no ver a una bella mujer desnuda y sumisa a sus encantos.
Estamos ante lo más parecido a una película de superhéroes realizada por David Cronenberg. Joe Casey utiliza el sexo ya no solo cómo excusa argumental, sino como herramienta de aquello que nos quiere mostrar, como el fin único de los habitantes de Saturn City.
Ya sea el filtreo deliberado la secretaria de Simon Cooke, o la tortura sadomasoquista de los villanos de la función, o ese abuso de poder viril del jefe del hampa de Saturn City para demostrar que sigue siendo poderoso a pesar de los años, son los medios de Joe Casey para deliberar la psique humana en esta sociedad tan corrupta como reconocible. Pero sobre todo, Casey se recrea en ese juego de tensión, digamos, sexual entre el protagonista y su antaño antagonista femenina (no hace falta decirlo, la Catwoman de El Santo), que representa el único vínculo entre la anterior vida de Simon, la que era real para él, y su nueva vida “real”, para responder la pregunta que todos nos hacemos al leer este tomo, ¿Será capaz un superhéroe/El Santo tener una vida normal tras la batalla?
Ilustrando las ensoñaciones húmedas de Joe Casey, tenemos a un alumno aventajado de Lee Weeks, Piort Kowalski, artista de trazo limpio y sencillo, que desborda su buen hacer en cada viñeta, sin llegar a revolucionar el medio, pero con un aire tan clásico cómo moderno, más que capaz de salir airoso al plasmar una historia que puede caer en el más puro tópico del cómic pornográfico.
Piort Kowalski ilustra mujeres y hombres reales, muy alejados de los típicos superhéroes que nos podemos encontrar en cualquier tebeo de Marvel o Image, que ayudan a dotar de la lectura de una verosimilitud acorde con el guión, sin caer en el espectáculo propio del género. Además, crea atmósferas y una Saturn City tan atractiva como inquietante, al más puro estilo Gotham City, pero con un aire futurista muy realista, casi se podría decir que estamos ante una Shanghái disfrazada de la urbe de Blade Runner.
Sex es uno de los mejores título que podemos encontrar este año en el catálogo de Image (y Aleta Ediciones), ya sea por su atractiva premisa y por su inteligente acercamiento a un tema tan atractivo como tabú entre el gran público.