Aunque hay quién me dirá que estoy equivocado, Capitán América: El Soldado de Invierno, es la mejor película que ha salido desde los estudios de Marvel.
Es cierto que la primera aventura de Los Vengadores es la más taquillera y con el mayor número de alabanzas, pero si eliminas los fuegos artificiales solamente queda un guión menor y simplón, muy bien hilvanado, pero sin mayor trascendencia. En cambio, Capitán América: El Soldado de Invierno, se construye con un guión sólido, con sus errores y deslices, como cualquier otra película del mundo (ni el Padrino Segunda Parte se libra de ello, por poner un ejemplo). Y es esa la mayor virtud, entre muchas otras, que nos encontramos en el visionado de esta magnífica aventura de espías con un poso de thriller político sazonado con las cabriolas típicas de un producto Marvel.
Esa mezcla de géneros vista en la saga de Bourne, es la base con la cual se arma la trama principal de esta segunda aventura en solitario de Steve Rogers (Chris Evans), soldado y líder del escuadrón de Elite de SHIELD, aquel que solamente se ocupa de aquellas misiones imposibles de realizar por un agente normal. Y es en una de esas misiones cuando sus instintos indican que hay algo que no está bien, que no cuadran todas las piezas del rompecabezas en las que se basa la misión.
Hastiado del juego de espías de Nick Furia (Samuel L. Jackson) le tiene confinado, además de ser consciente de su situación personal en un mundo que comprende pero que no es el suyo (prefiere un mundo más sencillo, sin tantas tonalidades de grises), se encuentra de repente en medio de un complejo juego de poder, cuyo premio es su propia vida, donde de nuevo, no tiene las piezas adecuadas para resolver el rompecabezas.
Acompañado de un inesperado aliado, Sam Wilson (Anthony Mackie), antiguo soldado que esconde más de lo que aparenta, y de su inseparable compañera, la Viuda Negra (Scarlett Johansson), aunque no confíe plenamente en ella, Steve Rogers lidiará con dos frentes de ataque, la orden de captura por parte del Consejero de Seguridad Mundial, el congresista Alexander Pierce (interpretado por un sorprendente Robert Redford) y la persecución de el Soldado de Invierno (Sebastian Stan), asesino de la Guerra Fría bajo las ordenes del causante de todo este juego de poder.
Los Hermanos Joe y Anthony Russo, directores de El Soldado de Invierno, repiten de nuevo la apuesta de Thor: El Mundo Oscuro por parte de Disney, al poner sus juguetes en manos de gente bregada en televisión, resultando de nuevo un acierto mayúsculo, ya que consiguen en todo momento construir una trama legible, pero sin obviar que están dentro de una película de acción y superhéroes, mostrando una habilidad con la cámara, que muchos otros directores salvan haciendo movimientos imposibles para ocultar sus carencias a la hora de narrar.
Pero todo este esfuerzo y buen hacer, no tendría sentido sin un guión acorde. Tomando cómo referencia los tebeos e ideas de Eb Brubaker en su etapa al frente de la colección del Capitán América y de la cabecera de Guerreros Secretos de Jonathan Hickman, Christopher Markus y Stephen McFeely escriben a cuatro manos un guión lo suficientemente adulto e inteligente para contentar a todo tipo de edades, sin caer en el ridículo (véase Green Lantern) y si en la solidez necesaria para continuar la historia iniciada en la primera película, aunque se topen con el típico discurso de muchos aficionados “eso sale en los cómics”.
El tono más serio y adulto (sin olvidar algunas pinceladas de humor), acorde con el personaje y el entorno que le rodea (parecido al que vemos en la serie Agentes de SHIELD), supone una evolución y una revolución a partes iguales tanto en la figura del Capitán América cómo en el universo Marvel cinematográfico, ya que las consecuencias finales de la misma, han sacudido todo lo construido anteriormente, dando un futuro aún más cohesionado y diferente a la vez.
Si queréis saber más del personaje o de este película, os recuerdo que ya está disponible nuestro nuevo Podcast dedicado al superhéroe de las barras y estrellas.
