Body Bags, Teorías de la Violencia
A lo largo de los años he terminado cogiendo debilidad y devoción por dos artistas del lápiz, cuyas influencias proceden del mismo autor, Michael Golden. Está claro que me refiero a Arthur Adams y a Jason Pearson.
Aunque ambos no se caracterizan por su rapidez, el californiano Art Adams se ha prodigado mucho más que Jason Pearson, que además de convertirse en uno de los preferidos por crítica y público, ha logrado que la mención solamente de su nombre, cree un revuelo por disfrutar de sus planchas.
De escasa producción (de ahí el llamamiento de ayuda este año en su página de Facebook), Jason Pearson se ha convertido en el verdadero Enfant Terrible del cómic americano, tomando el manto de otra cabeza loca en esto del tebeo, Howard Chaykin, con sus alocadas e hiperviolentas viñetas, adornadas hasta la extenuación de sangre, vísceras y balas.
Aleta, cómo ya hiciera con Xenozoic Tales, publica toda la producción de un título fundamental para comprender la obra de esta bestia del dibujo y del cómic publicado fuera de los focos más superheroicos de la década de los noventa, Body Bags.
Realizada inicialmente para la recién fundada Image, dentro del sello Gaijin Studios (formado, casualmente, por otros artistas de escasa rapidez cómo Cully Hammer, Tony Harris, Adam Hughes, Brian Stelfreeze, Dave Johnson, Laura Martin, Karl Story, Joe Phillips, además del propio Pearson), discrepancias artísticas hicieron cambiar la idea inicial de sacar una miniserie de once números creada por el estudio al completo.
Cuatro años después, en 1996 y bajo el amparo de Dark Horse, Body Bags se publica en una primera miniserie de cuatro números dentro de la línea Blanc Noir, realizada en su totalidad por Jason Pearson: guión, dibujo, tintas y color.
Para comprender un poco esta primera aproximación al mundo de Body Bags, habría que remontarse un año antes. The Savage Dragon: Blood&Guts o Savage Dragón: Sangre y Tripas, miniserie de tres números que realizara Pearson con el personaje creado por Erik Larsen, donde comenzaba a dar rienda suelta a sus ambiciones profesionales, narrando una Buddy Movie al más puro espectáculo cinematográfico de acción desenfrenada, que parecía perpetrado por unos alocados Quentin Tarantino y Oliver Stone en pleno descanso del rodaje de Asesinos Natos. Balas y sangre a borbotones salpican las páginas de una inusual misión del policía verde y su compañera.
También comenzamos a reconocer una de las marcas de la casa: las botas de suela de goma gruesa de estilo militar que siempre se enfundan los protagonistas, y, por supuesto, las pistolas más grandes posibles, pero sin caer en el absurdo de otro dibujante, digamos, reconocido.
El Día del Padre, título de la primera miniserie publicada, nos presenta un (desolador) futuro cercano en la ficticia ciudad de Terminus, hogar de los Body Bags, cazarrecompensas patrocinados por el Gobierno y regulados por la Ley. Mack “Clownface” Delgado y su veterano socio “Abuelo” Sekula, dos de los cazarrecompensas más importantes, se encuentran envueltos en un atroz enfrentamiento contra otros Body Baggers rivales, obcecados en quitarles de sus muertas y sangrientas manos, los contratos más lucrativos del negocio.
En medio de tanta disputa, aparece por sorpresa la hija de Mack, la despampanante Panda, cuya exuberante talla de sujetador esconde unos cándidos catorce años, que obligan al lector sentirse un poco incómodo ante tamaña belleza que no ha llegado a la mayoría de edad. Pero detrás de esa cabecita enfundada en un sexy traje de animadora, se esconde una pequeña psicópata de armas tomar, con tendencias de homicidas y por desgracia muy pocas luces.
A partir de este momento, las persecuciones, las palizas, la sangre, las cuchilladas, las grandes armas y un poco más de sangre, serán la tónica general de un exagerado relato de violencia desatada que casi parece una caricatura, con acumulación de grandes dosis de humor negro y Autos con sobredosis de caballos de potencia, que harán, al menos para un lector amante de la violencia gráfica poco realista (grupo donde me incluyo), una de las lecturas más entretenidas de su vida, a pesar de tener una historia demasiado lineal y simplona (creo que Mark Millar debería leer esta miniserie para aprender algo y no seguir escribiendo mediocridades en sucesivas miniseries de Kick Ass), hermanada con otro título de características parecidas en lo estético, Hard Boiled de Frank Miller y Geof Darrow.
A pesar de que a primera vista pueda parecer más de lo mismo, no es así. La crudeza de algunas de sus imágenes plasmadas por el talento de Jason Pearson con todo lujo de detalles, llevaron en su momento alguna que otra crítica muy negativa. Por que seamos sinceros, estamos ante un cómic muy poco convencional, para lectores adultos y de mente abierta, ya que en no en pocas ocasiones muchas personas terminan escandalizándose por ver atravesar un machete en el vientre de una embarazada, por ver una cruda paliza de un padre a su hija hasta dejarla desfigurada, o el correctivo que produce tocar una de las nalgas de Panda sin su permiso, no llegando a entender que todo lo que ocurre dentro de las viñetas es un chiste, puede que de mal gusto, pero un chiste al fin al cabo. El Día del Padre es una bomba de relojería del humor negro más salvaje que se pueda uno encontrar, máxime al estar publicado por una de las grandes editoriales americanas.
Tras el éxito de público, críticas y ventas, las andaduras de Clownface y Panda, tuvieron poca presencia editorial, ha excepción de dos historias cortas publicadas en la revista Dark Horse Presents en los años 1997 y 2000, hasta que el año 2006, Body Bags recala en Image (en el sello 12 Gauge Comics) para publicar otra historia corta y un número especial (en el año 2008), que completan, por ahora toda la producción de Pearson con sus personajes, que esta vez abandonan tanto humor negro para narrarnos algunas buenas historias con algo más de argumento.
Un regalo para todos los sentidos y todos los públicos, cuyo derroche visual difícilmente superado por la mayoría de los tebeos del mercado.
