Continúa el vertiginoso ritmo de edición del manga de  moda en España. Con Tokyo Revengers 5  tomamos un poco de aire después del intenso tomo anterior. Aviso: Aunque no revele nada fundamental del tomo reseñado, voy a comentar algunas cosas de la serie hasta el tomo anterior por lo que, si no has leído los cuatro primeros tomos, es preferible que pospongas la lectura de esta reseña. Pero es que hablar de este tomo sin decir nada de lo que ha sucedido antes es excesivamente complejo y además impediría que analizásemos algunos aspectos fundamentales. La edición de Norma sigue conteniendo dos tomos tankōbon originales, en este caso los números 9 y 10.

Nos quedamos en un cliffhanger de órdago en el tomo 4 viendo a Takemichi volver al presente y averiguar que, tras haber intervenido en el Halloween sangriento, ahora formaba parte de la cúpula directiva de la Toman, pero aún así, seguía sin poder impedir el asesinato de Hina. Tras sopesar la nueva situación, tendrá que volver, una vez más, al pasado e interactuar con otra de las bandas importantes: la Black Dragon, que se encuentra dirigida por el temible Taiju Shiba.

Tras el intenso Halloween sangriento, Ken Wakui baja un poco el ritmo de la serie y, a pesar de mantener escenas impactantes y momentos de mayor tensión, se dedica a presentarnos a la nueva banda, su estructura y algunos de sus miembros, así como su líder, un tipo cruel y sanguinario. Comentaba en la reseña del tomo anterior que esta serie me parecía el shonen menos shonen que había leído recientemente. Una vez planteadas las líneas principales que sostienen la serie, ya vamos viendo cada vez más el tono juvenil y muchos de sus códigos, aunque siga teniendo una carga de violencia bastante alta.

Sobre todo lo vamos a ver en esa escalada continua de los enemigos que, en una serie con tantísimos personajes, se antoja un tour de force  interminable. Takemichi tendrá que compensar el aspecto físico de sus enemigos con su inteligencia y estrategia, y también con una resistencia a los golpes digna de Rocky Balboa en su combate contra Ivan Drago (detalle viejuno que el 90% de los menores de 25 años no entenderán). Eso lo convierte en el personaje clásico de este tipo de mangas, intenso a más no poder y expuesto a continuas sorpresas que le dejan en shock. Además, vamos a seguir intercalando las tramas de lucha de poder con las románticas, luchando por mantener su relación con Hina.

Y no lo digo como algo negativo, ni mucho menos, este tipo de fórmulas son las que hacen que el manga tenga la gran aceptación que tiene por un público más joven y son fórmulas más que aceptadas por el otaku medio, pero está bien conocer los detalles, por si alguien ajeno a este tipo de lecturas decide picotear tras el gran revuelo que está generando la serie en nuestro país.

En este tomo, además, Wakui nos da un pequeño respiro en cuanto a introducir nuevos personajes. Es cierto que al principio del tomo parece que vamos a tener que sacar la libreta para tomar apuntes de nuevos personajes pero son solo unos pocos, y el resto del tomo nos va a permitir familiarizarnos de sobra con ellos, puesto que los personajes principales ya presentados van a tomarse un pequeño descanso en cuanto a las tramas, y me ha resultado algo más fácil de controlar que en los tomos anteriores.

En definitiva, Tokyo Revengers 5  nos mantiene atrapados por sus continuos giros y nuevas situaciones planteadas. A pesar de que en una gran parte del tomo puede parecer que el autor no hace sino repetir las fórmulas con nuevos personajes, la trama acabará derivando hacia la necesidad de realizar nuevas alianzas que pueden ser tan peligrosas como lo que se intenta evitar. Takemichi tiene que ir resolviendo un puzzle en el que todas las piezas son malas, pero algunas combinaciones pueden dar el resultado «menos malo».

Lo mejor: Los continuos giros de guión y ese planteamiento de tener que sacar algo positivo solo con ingredientes negativos, que colocan al protagonista en una situación muy interesante para el lector.

Lo peor: Empieza a tener algunas fórmulas algo repetitivas y pierde un poco de esa chispa fulgurante del inicio.