Nuevo tomo de los Titanes de Dan Abnett, posiblemente la mejor etapa que ha vivido el grupo desde la era de Geoff Johns y Mike McKone a principios de siglo. Pero en esta ocasión, ha sido una lectura agridulce, empañada por motivos totalmente ajenos al cómic en sí y más relacionados con el proceso productivo del mismo. Pero vayamos por partes, ya llegaremos a eso.
Legado
Abrimos el tomo con el primer anual post-Renacimiento de la serie. El título del mismo, Legado, es una de esas palabras mágicas que tan bien funcionan en DC, y tenemos exactamente el tipo de historia que se espera. Cuatro miembros de los Titanes se encuentran capturados en un recinto cerrado junto a sus contrapartidas en la Liga de la Justicia. Así, tendremos a Dick/Bruce, Wally/Barry, Donna/Diana y Garth/Arthur. En un sólo número, Abnett nos retrata a la perfección las relaciones entre los héroes jóvenes y sus respectivos mentores, y las diferencias de dinámicas de grupo entre la Liga y los Titanes. Toda una lección por parte de un autor que sabe qué personajes tiene entre manos. Legado es un cómic que sólo podría haber sido hecho con los Titanes, no es una aventura genérica que pudiera ser rellenada con cualquier grupo de personajes.
Se completa la historia con revelaciones sobre la auténtica naturaleza de Donna Troy, y van unas cuantas revisiones de su origen ya. En este aspecto, podríamos decir que Donna Troy tiene su equivalente en Marvel en la Bruja Escarlata.
Un Judas entre nosotros
El punto de partida de esta historia son los recuerdos perdidos de Abejorro, trama que se plantea en los dos primeros tomos de la serie. Pero también heredamos subtramas del anual que aparece justo antes, y de El contrato Lázaro. Abnett está desarrollando la historia de este grupo poco a poco, con historias razonablemente autoconclusivas, pero con una trama de fondo que hace que su lectura conjunta funcione mucho mejor.
La historia que ocupa la mayor parte de este tomo empieza con Presagio interrogando a Psimon sobre los mencionados recuerdos de Karen Duncan y enterándose de que hay un traidor dentro del grupo. Como se ha visto siempre y se ha dejado claro en el anual anterior, los Titanes son, antes que compañeros, antes que miembros de un mismo equipo, amigos. Y la desconfianza es lo peor que le puede ocurrir a un grupo de amigos.
Así, este tomo navega de forma muy competente entre la trama planteada aquí, historias secundarias continuadas de tomos anteriores, las relaciones interpersonales de los miembros del equipo, la redefinición de Donna Troy (habiendo pasado ya por Quién es Wonder Girl, Quién es Donna Troy y Quién es Troia se empiezan a quedar sin títulos para este personaje) y las historias superheroicas más clásicas.
Una vez más, la edición
El tomo americano que recopila la historia del traidor dentro del grupo es A Judas Among Us, e incluye los números 12 a 18 de la serie mensual. La edición de ECC incluye, además del anual, los números 12 a 17, dejando la historia incompleta a falta de un solo número, cayendo de nuevo en el mismo error de edición de El contrato Lázaro, en el que no se incluyó el epílogo de la historia. Dos errores de planificación tan notables seguidos en la misma línea son un fallo que una editorial del nivel de ECC no debería permitirse, y tendría que replantear su política de publicación en este tipo de tomos para que algo así no siga ocurriendo.
En resumen…
Dijimos en su día que el primer tomo parecía, más que una historia de los Titanes, una historia de Wally West en la que sus amigos aparecen como invitados. Esta sensación, que también se dio en la versión juvenil del grupo pero centrada en Damian Wayne, se ha ido atenuando con el avance de la serie. El regreso de Wally West sirvió para llamar la atención del fan más clásico, para despertar la nostalgia del lector que se había sentido abandonado durante los Nuevos 52, y que en muchos casos había abandonado él mismo la serie.
Y este tomo en particular… a ver, que la historia está muy bien, que los Titanes de Abnett, sin ser una de las series de primera fila de la editorial, son una lectura muy disfrutable que ha devuelto a los fans del grupo la ilusión que tuvimos perdida durante toda la etapa de los Nuevos 52. Pero lo que ha hecho ECC con la edición de este tomo sería equivalente a ir al cine a ver Los últimos Jedi y que la distribuidora española cortara la película en cuanto aparece Luke Skywalker en el planeta Crait poniéndose frente a la Primera Orden, dejando el resto del metraje pendiente de proyectarse al principio del Episodio IX cuando le llegue su momento. En general, me parece que la labor de la editorial suele estar a la altura de lo que se espera de ella. Pero así no, ECC, así no.