La verdad es que lo que pasa con la continuidad de DC roza lo esquizofrénico. Por un lado crossovers y eventos se suceden y se solapan mes sí, mes también. No ha pasado ni un año desde que terminara en España Crisis Oscura en Tierras Infinitas y ya hemos tenido el crossover de la Guerra de Gotham en Batman, Terrores Nocturnos y antes de que pestañeemos tendremos por aquí Mundo Bestia. Sin embargo, dentro de todo este embrollo de tie ins y eventos relacionados tenemos también relanzamientos y montones de puntos de inicio a los que podemos subir prácticamente vírgenes y que me temo que pueden pasar desapercibidos en todo este barullo. Los Titanes de Tom Taylor y Nicola Scott son el ejemplo perfecto.

Es cierto que al que llegue de nuevas le puede descolocar un poco el nuevo estatus de estos Titanes, pero la verdad es que apenas bastan unas líneas para situarnos y con muy poquito, tal como se explica muy brevemente al inicio, nos situamos en la parrilla de salida con los deberes hechos. Baste saber que durante los eventos de Crisis Oscura la Liga de la Justicia ha dejado de existir, con lo que estamos en el punto en el que los Titanes, antaño jóvenes o nuevos, ya son adultos y tienen que dar un paso adelante hacia la vanguardia como grupo principal del universo DC.

Y esta es la premisa de Titanes 1, pero el arco que nos trae el tomo viene con mucho más. De hecho, que pasen muchas más cosas y todas casi a la vez será parte del planteamiento. Titanes comienza con un ataque de Titano, el gorila gigante, en una especie de chiste juguetón de Taylor, pero llega a la vez la muerte de un miembro del equipo desde el futuro y, sin descanso para respirar, un incendio en la selva de Borneo, el regreso de un Hermano Sangre tal vez algo distinto del que conocemos, maquinaciones de fondo de Amanda Waller… confiad en Tom Taylor, que todo tendrá una razón de ser, pero la cosa de momento es que tenemos este no parar como hilo argumental.

En cualquier caso, aunque lo haga muy bien, se podría decir que Taylor repite truco y, mientras todo eso sucede, su visión está encaminada a definir qué son los Titanes, un poco del mismo modo que hiciera con Nightwing en su etapa con Bruno Redondo. Así, por oposición o afinidad con la Liga de la Justicia, con sus enemigos, entre los mismos miembros del grupo, con respecto al gobierno, a la opinión pública o a su modo de afrontar los problemas, irán construyendo a los Titanes como entidad y a cada uno de los miembros de este equipo-familia como personajes.

Taylor tira de todos los recursos de su caja de trucos: el whodunnit, las misiones de Oráculo surgidas así como de repente y un poco como de la nada y hasta un programa de televisión con el que se topan por casualidad. Cualquier excusa es buena, pero es que se trata de montar todo a la vez en muy poco tiempo, porque necesita muy rápidamente montar la plataforma-trampolín para todo un grupo y poder centrarse así en lo que realmente quiere. Y lo que quiere es poner el foco en que veamos cuál es el modo de los Titanes de afrontar los problemas, distinto del de la Liga de la Justicia u otros grupos tal vez más convencionales, y los problemas en los que su visión les va a meter.

Con semejante colección de trampas y un equipo que realmente es un grupo de amigos desde casi la infancia, tomarse el tono de la serie demasiado en serio sería un error y Taylor es consciente, por lo que desarrolla entre ellos un ambiente distendido y hasta con ciertas notas de humor y acción ligera. Por eso, — y aunque admito que puede ser un problema personal — no me parece Nicola Scott la mejor opción para dibujar esta serie. Y es que en realidad no hay nada sustancial que se le pueda objetar a la dibujante australiana. Sus dibujos son francamente bonitos a la vista, no hay estridencias narrativas y los actings cumplen. Sin embargo, tal vez es todo hasta demasiado bonito. El mayor problema de Nicola Scott es que su estilo puede llegar a resultar relamido y sus escenas un tanto posadas, lo que quizá no termina de cuadrar con el tono informal de Taylor.

En cualquier caso, Nicola Scott está muy por encima del resultado que tenemos en los dos números finales de este Titanes 1. ECC nos cuela al final del tomo la miniserie Knight Terrors: Titans, tie in con el crossover de turno, que resulta un relleno bastante insustancial. Tenemos aquí al tercer australiano, Andrew Constant, a los guiones, a quien ya vimos en Relatos de los Titanes. En realidad, la idea de partida tiene su chispa, con una misteriosa soñadora, cuya identidad será un poco el quid de la cuestión, que irá despertando a cada uno de los Titanes de su pesadilla. Sin embargo, es una idea que podía haberse resuelto en un solo número y el trabajo del dibujante Scott Godlewsky es a ratos un tanto apresurado y no termina de lucir.

Al final queda como un pegote bastante olvidable dentro de un inicio de serie bastante prometedor. Es entendible que vender este material de manera individual en un evento ya de por sí un tanto insulso habría resultado complicado, pero la verdad es que hace palidecer un tanto este un tomo que podría haber sido casi redondo. Incluso con otro crossover, como es Mundo Bestia, en menos de un año de serie, confiaremos con lo visto en que Taylor sabrá arrimar el ascua a su sardina, porque al menos Titanes 1 se ha ganado el voto de confianza.