A lo tonto a lo tonto, Chistophe Bec tiene una carrera nada desdeñable como dibujante pero sobre todo como guionista de cómic. Con obras como su interesante Prometeo, la terrorífica Sarah o su reciente versión de Tarzán, se ha convertido en un autor al que no podemos perder la pista, con obras que raramente defraudan. La última en llegarnos ha sido Tinieblas, obra que escribió con el italiano Giuseppe Ricciardi, más conocido como Iko, a los lápices durante 9 años. Yermo Ediciones publica ahora el integral con los cinco libros que componen este canto de amor a las historias de aventuras y fantasía de toda la vida.
Tibieblas nos sitúa en un mundo poblado por dragones que atemorizan poblaciones de campesinos cuyas esperanzas están puestas en una profecía. Esta anuncia la llegada de un misterioso salvador con un armadura de hielo que pondrá fin a la amenaza de una vez por todas. Mientras los reyes de los dos pueblos más importantes de la región se devanan los sesos por encontrar a dicho salvador, una pareja de campesinos encuentra a un niño en medio del campo, al que reciben como el regalo por no poder ser padres. Este niño es diferente a los demás, con una puntería sobrenatural y una serie de resistencias que están fuera de lo normal.
Si ese origen os suena, no quiero deciros qué vais a experimentar cuando sepáis cómo llegó dicho niño a ese destino, con una historia que recuerda de más a cierto héroe abanderado de la editorial DC Comics. Pero aparte del «homenaje» la verdad es que el propio Bec lo cuenta en la dedicatoria del tomo: esta historia es un tributo a todas esas historias de fantasía y aventuras que leíamos/veíamos cuando éramos niños, y como tal hay que verla, con un viaje del héroe bien planteado, un némesis del protagonista que amenaza con robarle la gloria que merece Ioen, la princesa Tiffen que comienza como la damisela en apuros pero no tardará en tener un papel cada vez más relevante, y dragones… muchos dragones que aterrorizan a la población.
Pero igual que Bec hace una historia sencilla, sin demasiados aspavientos, pero que se desarrolla con discreción y mantiene el interés, esta serie tiene un claro protagonista, y es el italiano Iko. Con un estilo que recuerda por momentos a Gary Frank, realiza unos acabados exquisitos y cuenta con detalles de sobra para aburrirte mirando cada rincón de la página. Cualquier página está repleta de detalles, pero además hay algunas dobles páginas que son una verdadera delicia, absolutamente espectaculares. Los diseños de las criaturas también tienen una fuerte y evidente influencia por el trabajo de H.R. Giger. El italiano se dedica al dibujo profesionalmente desde joven, comenzando su carrera en Bonelli (Brendon) y habiendo dado el salto al mercado francés con esta Tinieblas o los últimos álbumes de la longeva Durango.
Las escenas de lucha contra los dragones o aquellas en las que hay grandes ejércitos involucradas son un deleite a la vista, y están repletas de dinamismo y potencia visual. Con ese nivel de detalle, no es de extrañar que la serie haya necesitado nueve años para completar los cinco álbumes de los que está compuesta la historia completa. Porque ese es otro detalle de agradecer en esta historia, que nos muestra un mundo con infinidad de posibilidades y que, conociendo el mercado francés, podría haber aguantado muchos más números y años de publicación, pero se cierra en el momento justo y sin alargar innecesariamente la historia. De hecho, casi diría que el último tomo es el que se ve más acelerado, con una resolución que habría ganado con una batalla más extensa y cargada de épica.
En definitiva, Tinieblas es una historia de aventuras muy satisfactoria. Con un guión que se centra más en rendir tributo a las historias clásicas de aventuras, recibe toda su atención por un dibujo minucioso y espectacular que resulta especialmente llamativo. Una lectura con la que poder desconectar sin necesidad de profundizar demasiado o tener que estar atento a complejas tramas entre los personajes, resulta un entretenimiento fresco y efectivo, como las historias clásicas de aventuras que copaban nuestras tardes de infancia, pero con un apartado gráfico que enamora. La edición de Yermo, como siempre, es otro de los alicientes, con un tomo integral de cinco tomos que sale por menos de diez euros el tomo, precio fabuloso para ser cómic europeo.
Lo mejor: Descubrir a Iko y su espectacular dibujo. Aventuras de las de siempre, sin demasiado desarrollo, pero tremendamente entretenido y satisfactorio.
Lo peor: Si eres muy exquisito con los guiones, puedes salir desencantado.