Mia está a punto de cumplir treinta. Vive con su pareja en un piso compartido con otras cinco o seis personas que piensan que lavar los platos y comprar papel higiénico es opcional. Hace siglos que sale con Manu, y lo más excitante que han hecho en los últimos meses ha sido ver Juego de tronos. Lleva tiempo haciendo todo tipo de trabajos inestables y ya no recuerda cuándo dejó de aspirar a algo más que a un simple “ganarse la vida”. He aquí la trampa, pensar que hay tierra firme allá donde la precariedad se ha vuelto norma. Desencantada del sueño de una existencia plena, Mia debe escribir, sin ideales, sin guion, el capítulo de su propia vida que requiere mayor esfuerzo.
La giusta mezura, el título de la obra original, es un chiste que se pierde en la traducción, al traducirse como «la justa medida» (que en italiano es, en realidad, «la giusta misura»). Esa justa medida es lo que los protagonsitas de este cómic están buscando: el equilibrio, la paz interior que proporciona la estabilidad emocional y financiera. La primera parecen haberla encontrado, pero… ¿y la segunda? ¿Cuándo llega esa estabilidad económica de la que disfrutaron nuestros padres y que nos prometieron a nosotros? Son éstos, los que vivimos, los «tiempos precarios» a los que se refiere el título de la obra en castellano. Tiempos en los que muchos jóvenes se afanan, más que por vivir, por sobrevivir. Saltan de un trabajo basura a otro, viven en pisos compartidos y les invade esa profunda sensación de insatisfacción e infelicidad de la que se quejan Mia y Manuel. Tiempos precarios es un retrato de las vidas de nuestros protagonistas, que se acercan peligrosamente a la treintena sin haber hecho realidad sus sueños.
En la ciudad universitaria de Boloña, Italia, Manuel trabaja como camarero en una pizzería. Un trabajo que no le satisface, pero que le permite pagar las facturas mientras por las noches escribe una novela romántica medieval que publica online a la espera de que alguna editorial muestre interés en ella. Mia, su novia desde hace ocho años, acaba de dejar su trabajo en una zapatería, y ya da por sentado que sus estudios en Escultura y Bellas Artes no le servirán para ganarse la vida. Ambos están asentados en la rutina en la habitación de un piso que comparten con un puñado de universitarios, hasta que Mia comete un desliz y se besa con el hermano de una de sus compañeras de piso. Este tropiezo pondrá a prueba la relación entre Mia y Manuel y les obligará reflexionar sobre la vida que llevan, su infelicidad y si va siendo hora de dar un giro a su vida personal y profesional.
Muchos de los cómics que reflejan estas vicisitudes cotidianas cometen el error de sumergirse demasiado en los problemas terrenales, sin dejar espacio para la introspección emocional de sus protagonistas. En Tiempos precarios, sin embargo, su autora Flavia Biondi profundiza en los sentimientos de Mia y Manuel, en por qué están en esta situación y por qué no parecen tener ganas de salir de ella. Biondi compagina la historia de Mia (que, básicamente, es quien lleva todo el peso de la historia) con el relato novelesco que escribe Manuel, y podemos así apreciar los paralelismos que surgen entre ambas historias de amor: la de los protagonistas del tebeo y la de los amantes medievales. Ambas historias evolucionan de manera simultánea, y se influyen mutuamente. Parafraseando al crítico, la vida imita al arte que imita a la vida.
Flavia Biondi nació en Castelfiorentino, Florencia, en 1988. Estudió Cómic e Ilustración en la Academia de Bellas Artes de Bolonia y en 2012 fundó, junto con siete colegas, el colectivo Manticora Autoproduzioni, donde participa en diversas antologías y sale a la luz su primer cómic, Tenebre (2013), en colaboración con Francesco de Stena. La editorial Renbooks publicó Barba di Perle(2012), L’Orgoglio di Leone (2014) y L’importante è finire (2015), tres novelas gráficas de temática LGTB. Y en BAO Publishing aparecieron La generazione (2015) y este Tiempos precarios (2017). Le apasionan las historias muy humanas que narran vicisitudes cotidianas, en las que destacan personajes modestos y que pueden enriquecer nuestra manera de ser y de afrontar la realidad.
Si bien actualmente no me puedo identificar con los protagonistas del tebeo, sí que he estado en el pasado en esa misma situación, y he vivido muchos de los problemas que aquí se relatan. Mia y Manuel, pese a su juventud, se han consolidado como una pareja estable, que se apoya y se soporta mutuamente. Mia es la musa que Manuel necesita para escribir, y Manuel es el andamiaje sólido alrededor del que Mia necesita reconstruir su vida. Si buscáramos un equivalente en el cómic español lo encontraríamos en La Parejita SA de Manel Fontdevila, pero sin la visión humorística.
Este Tiempos precarios, publicado por Ediciones La Cúpula, me ha gustado muchísimo más de lo que esperaba. Suelo ser bastante reacio a leer tebeos autobiográficos o que cuentan «vidas de mierda», pero la profundidad con la que Flavia Biondi retrata a sus protagonistas me ha encandilado. Su dibujo es sobrio, sencillo, pero con una solidez envidiable, donde cada personaje está donde tiene que estar y tiene su propia voz. Incluso la propia ciudad de Boloña se convierte, merced a una de las leyendas que circulan sobre la ciudad, en protagonista involuntaria, además de escenario de la historia de Mia y Manuel. Tiempos precarios ha supuesto una muy grata sorpresa, y no puedo dejar de recomendar su lectura a cualquier amante del buen cómic.