Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

¡Tiembla, Roma! de Duval, Blanchard, Pécau y Fafner.

¡Tiembla, Roma! de Duval, Blanchard, Pécau y Fafner.
Guion
Duval, Pécau y Blanchard.
Dibujo
Fafner.
Formato
128 páginas. Tapa dura. Color. 216x286 cms.
Precio
24 euros.
Editorial
Ponent Mon.. 2018.

Salvete, legentibus.

Que saludar así en latín queda como más culto e introductorio a la obra de hoy. Si, ya sé lo que estáis pensando.:”Si hoy  es miércoles y no lunes, ¿por qué estoy leyendo a Lamastelle-san?” Cosas que pasan.

Hoy hablaremos de vidas duras, porque dura era la vida de un esclavo en la época romana. Por eso a veces se rebelaban. Y sobre una de estas rebeliones trata nuestra obra de hoy: ¡Tiembla, Roma! pues venceremos o moriremos como hombres libres.

La República conocía a las rebeliones de esclavos con el nombre de Guerras Serviles. La más conocida y famosa es la tercera, que llegó a oponer a las legiones a 80.000 hombres al mando de Espartaco. Naturalmente, todos tenemos en la memoria a ese gladiador con la cara y el cuerpo de Kirk Douglas.

Permitidme un pequeño homenaje.

Volviendo al tomo que nos trae Ponent Mon, se nos ofrecen dos historias independientes de una historia alternativa de Roma. Bajo el título genérico de ¡Tiembla, Roma! tenemos La República de los esclavos y El Águila y la Cobra.

Ambas forman parte de la serie francesa de Jour J (Día D, podríamos traducir) y pueden ser leídas por separado ( quizás la segunda algo menos, porque nos perdemos el momento donde la Historia cambió, pero la primera puede leerse perfectamente sin la segunda).

Duval, Pécau y Blanchard nos ofrecen una mirada a una Roma que se está encontrando con mas obstáculos de los esperados para convertir el Mediterraneo en su Mare Nostrum. A nivel de guión es interesante, aprovechando las viñetas para mostrarnos el día a día de la Ciudad Eterna (o quizás no tan Eterna…)

Normalmente las ucronías pueden clasificarse en dos tipos. Aquellas donde el cambio desvía totalmente de su cauce esperado el curso de la Historia, y aquellas donde la historia se retuerce sobre sí misma, intentando curarse como si un Doctor estuviera viajando por ella. Esta obra está, por ahora, más cerca del segundo tipo; aunque los hechos narrados al final de la segunda historia inviten a pensar que una posible tercera parte se inclinará del lado contrario.

Siendo dos tomos independientes en la colección original (23 y 28) no es extraño que el estilo cambie. Del tono más bélico y de lucha a vida  o muerte de la primera historia pasamos a uno más de conspiraciones y luchas por el poder en el segundo. Aún así el hecho de poder leerse por separado y haber pasado diez años dentro de la historia hacen que no lo notemos demasiado ni estropee la narración.

La lectura no necesita de grandes conocimientos específicos de la Antigüedad. Si has visto alguna película de romanos, ya estás listo para enfrentarte a estos enemigos de la Urbs. Unas siempre útiles notas a pie de página aclaran algunos términos que pueden resultar oscuros o desconocidos.

Pasemos al dibujo. Dibujo y color corren a cargo de Fafner. El dibujo se acerca a un realismo clásico que a veces es casi “clásico”. Y digo clásico pensando en el arte grecorromano. Las primeras imágenes del joven Julio Cesar nos hacen pensar en esas estatuas de marmol blanco que asociamos al periodo.

La narrativa me hace pensar constantemente en una película. Planos largos para batallas; plano y contraplano en las conversaciones; panorámicas llenas de detalles que desaparecen cuando lo importante es mostrar primeros planos de los personajes…

A nivel de color, el autor limita su paleta de colores. La mayoría de los colores parecen apagados, pálidos  y marrones. Hasta que decide llamar nuestra atención hacia un personaje vestido de rojo o las velas del color de la sangre de un navío.

El uso de la luz se adapta a un mundo donde la iluminación viene del Sol y de las antorchas. Todo lo que no sucede a la luz del sol tiene un tono apagado, oscuro, monocromático. Esto  contrasta con las habitaciones bien iluminadas o los atrios donde la oscuridad ha sido desterrada para comodidad del amo de la villa.

Hay una página en la primera de las historias que transcurre en las cocinas de una mansión. Y casi puedes ver el humo mezclado con la escasa luz para crear una neblina donde el servicio trabaja.

Estsamos ante una ucronía no histórica. ¿Por qué digo esto? Por las libertades que se toma el autor para mostrarnos la Roma que esperamos ver. Esa “Roma Ideal o Idealizada” que se aleja de lo que dicen las fuentes históricas. Por ejemplo podemos citar las estatuas que mencionábamos antes. En contra de la creencia popular y de lo que nos dicen las películas, las estatuas romanas estaban llenas de colorido; pintadas o adornadas con ropas de colores. Pero eso le hubiera parecido, seguramente, extraño al lector; así que tenemos estatuas blancas.

Y estoy casi seguro de que Cleopatra (que por cierto, podía ser Reina de Egipto pero era de origen griego (macedónico, para más señas) no vestía  el tipo de vestidos que lleva en esta obra. O quizás si. Después de todo, la Reina viste como quiere :-).

Me han parecido especialmente preciosas las escenas de cuádrigas. Y la carrera en el Circo. Porque por supuesto que tenemos una carrera de carros, al más puro estilo de Ben-Hur.

A nivel personal (y porque ya sabéis, fieles lectores, que soy un vicioso de ese tipo de páginas) se echan de menos más enormes viñetas a página completa mostrando las panorámicas del Mundo Antiguo. Como la de Subura, por ejemplo. O la preciosa y muy detallada última viñeta del tomo. Lo sé, la historia no las necesita. Pero son tan bonitas…

La traducción nos la ofrece Elisa Barquín.

La edición en tapa dura y con cuadernillos cosidos es muy resistente. Quizás con unas guardas decoradas y no de color liso hubiera quedado aún más bonita.

La legibilidad no ofrece problemas. Una tipografía sencilla de leer y bien definida. No como en algunas obras que imitan las letras romanas o medievales.

¿Por qué leer ¡Tiembla, Roma!?

Te gustan las ucronías. Te gusta el mundo de la Antigüedad Clásica. Se te escapó una lagrimita con el final de la pelicula de Espartaco.

¿Por qué no leer ¡Tiembla, Roma!?

Eres más de historias históricas que de ucronías. Apoyabas a Cartago en las Guerras Púnicas :-).