Desde aquella mítica página en 1997 con la que cerraba Thunderbolts #1, este grupo se habría ganado para siempre su hueco en el Universo Marvel, pero no creáis que ha sido fácil y es que los Thunderbolts, a diferencia de otros supergrupos como Los Vengadores, Los 4 Fantásticos o los X-Men no son tan fruto de un concepto marco, como de un suceso argumental. Los héroes más poderosos de la Tierra, la primera familia de investigadores de lo desconocido o el supergrupo de minorías odiadas y temidas son y serán así siempre, mientras que Thunderbolts solo podía serlo en un marco muy concreto.
El supergrupo formado por villanos era un concepto con caducidad. En algún momento su condición de villanos sería revelada y entonces, como mucho, quedaría el camino a la redención que tan bien trabajaron Kurt Busiek y, sobre todo, el nunca bien ponderado Fabian Nicieza. Y por más que Nicieza los hiciera aguantar bajo esta premisa más de 100 números, desgraciadamente también era un concepto con los días contados. Es por eso que a lo largo de los 25 años de historia de los Thunderbolts han sido varios los intentos de renovar la marca más allá del grupo original que nos presentaran Kurt Busiek y Mark Bagley, pero obviamente nada se acercaba a la potencia del original. Esa especie de club de la lucha, con John Arcudi y Francisco Ruiz Velasco en 2003; la nueva formación sin chicha, de Andy Diggle y Roberto de la Torre de 2009; y lo mismo exactamente con la de Jeff Parker y Kevin Walker, poco después; ni siquiera la unión de héroes poochies de Daniel Way y Steve Dillon de 2013 terminaría de cuajar. Ninguno funcionaría porque carecían de un momento argumental que los apoyara como sucedió el concepto original.
Solo una encarnación de Thunderbolts ha tenido suficiente entidad como para hacer frente a la original y es esta que nos encontramos en MMH. Thunderbolts. La ascensión de Norman Osborn. Al igual que sucedía tras Onslaught, un evento lo había cambiado todo y los Thunderbolts volvía a tener ese suceso argumental en el que apoyarse, en este caso Civil War. Con los conceptos de héroe y villano cuestionados por el nuevo marco del acta de registro, un grupo de moral dudosa y absolutamente implacable a las órdenes del gobierno se ganaba su lugar y sobre todo si se hacía del modo en que nos lo dieron Warren Ellis y Mike Deodato Jr.
Recordemos que esto sucede en 2007. En el cine ya habíamos visto X-Men, Spiderman o Hulk, pero estamos en un momento previo al UCM, en el que además la sombra de The Authority aún era alargada. Con todo esto, Ellis y Dedodato nos dieron un blockbuster extremo repleto de violencia donde por más espectáculo que dieran, la sangre, la muerte y los huesos rotos se percibían más reales. Para ello, Mike Deodato jr., quien unos pocos años antes nos había sorprendido con una reinvención de su estilo de corte más sombrío y oscuro, daba rienda suelta a su manía de poner cara de actores a sus personajes. Pese a subir la escala de la acción y la violencia por encima de toda lógica, la sensación de realismo se persigue más que nunca.
Solo hacía falta algo en lo que casualmente Warren Ellis no se había mostrado especialmente hábil: una caracterización de personajes tal que nos pudiéramos creer la propuesta tan salida de madre que nos planteaban. Teníamos que creernos un grupo en el que una encarnación antropófaga de Veneno, el hijo de un nazi, Bullseye, el Duende Verde o la maquiavélica Piedra Lunar pudieran funcionar y el trabajo de construcción que hizo con ellos Warren Ellis en MMH. Thunderbolts. La ascensión de Norman Osborn es absolutamente magnífico.
Tras un primer arco de presentación de la premisa, los componentes del grupo y su dinámica, la cosa se complica con intrigas internas y conspiraciones. Esta nueva versión de los Thunderbolts era la única encarnación del grupo que no nos hacía echar de menos la original. Tanto es así que la excusa argumental que los dio lugar terminaría convirtiéndose en la guía del todo el universo Marvel en aquella etapa conocida como Reinado oscuro, que aún se recuerda como uno de los mayores picos de calidad de la Marvel de este siglo y que conseguiría continuidad para estos Thunderbolts en forma de Vengadores Oscuros.
Tal vez hoy día en el mundo post UCM, se le puedan ver algunas costuras a Thunderbolts. La ascensión de Norman Osborn fruto de las circunstancias de lo que los cómics eran en la primera década del siglo. Pero incluso con todo esto Thunderbolts. La ascensión de Norman Osborn nos brinda uno de los blockbusters de acción más espectaculares y extremos que podemos recordar y convierte un montón de villanos con trastornos psiquiátricos severos en algo que podemos llamar Thunderbolts.