Más allá de las aventuras «oficiales» de Thorgal, parece ser que aquel experimento, que se ha venido a llamar Thorgal Saga y que arrancaría con Adiós, Aaricia, está gozando de buena salud y continuidad. Thorgal: Wendigo es ya la segunda entrega que nos brinda Norma y en Francia la cosa parece ir viento en popa, ya que tenemos ya en la calle un tercer tomo de este experimento que viene a ser la contrapartida del hijo de las estrellas del Una aventura de Spirou por, las historias de Lucky Luke de Matthieu Bonhomme, Blutch o Ralf König o incluso el nuevo Corto Maltés.
Sin embargo, por el momento y agarrándonos al último ejemplo, Thorgal Saga tal vez se parezca más a la versión de Corto que están llevando a cabo Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero que a la de Bastien Vivés. Y es que por más que sean historias apócrifas, las dos historias que nos han llegado de este Thorgal Saga bien podrían encajar en la continuidad canónica. Tal vez Adiós, Aaaricia un poco menos por estar ambientada en el futuro, pero no hay nada en Thorgal: Wendigo que nos saque realmente esta historia de la línea oficial.
De hecho, la historia de Thorgal: Wendigo, se ubica de modo explícito tras la saga del país de Qâ, durante el cuarto integral de la última edición de Norma. Todo lo que sucede y el tipo de ingredientes que nos encontramos en poco difieren de los que podríamos haber visto en un álbum de Van Hamme y Rosinski.
La peculiaridad es que en esta ocasión son Fred Duval y Corentin Rouge los encargados de desarrollar esta historia. A Duval ya lo conocemos de sobra porque no solo es un veterano, sino también muy prolífico. Escerto que desde Nenúfares negros parece estar viviendo una segunda juventud, pero no son pocos los hitos anteriores que se le pueden citar, como ¡Tiembla, Roma!, La horda de oro o La revolución rusa. También en buen momento y un buen puñado de años de carrera a sus espaldas está Corentin Rouge, si bien muchos de ellos los desarrollase como colorista de su propio padre, Michel Rouge, en Comanche, El samaritano o Gunfighter. Más recientemente, lo hemos podido ver en Río, que ha supuesto su lanzamiento definitivo como artista completo.
Ambos aprovechan el viaje de vuelta de Thorgal, Aaricia y Jolan rumbo a casa desde el país de Qâ, para que el destino los obligue a hacer una parada en algún lugar de lo que será norteamérica, posiblemente en la zona de los Grandes Lagos. Para salvar a Aaricia de un envenenamiento, Thorgal se verá obligado a cumplir una misión que lo sitúa en medio de una guerra entre dos pueblos y sus manitús: la serpiente marina, del pueblo del agua, y el Wendigo, del pueblos e los árboles, una guerra fratricida de la que nadie recuerda ya muy bien el motivo.
Duval y Rouge llevan la historia por sus propios derroteros, pero no hay duda de que se valen de todos los ingredientes que fueron poniendo Van Hamme y Rosinski en su día. Aprovecharán ese arquetipo heroico del que vistieron a Thorgal para inmiscuirlo en esta trama repleta de misticismo como una suerte de héroe profetizado. Con Thorgal, probablemente sus creadores sembraron uno de los últimos héroes de una pieza, sin dobleces, no ya de la BD, sino del cómic o incluso de la cultura popular, en general, y eso es algo que parecen haber entendido muy bien los autores de Thorgal: Wendigo.
También estarán ahí el componente fantástico, el trasfondo con algo de historia y mucha mitología, tanto la visión particular de la nórdica de la serie original, como del folclore de pueblos indígenas norteamericanos como los hurones. Sin embargo, también vemos otros ingredientes tal vez no tan habituales. Por momentos, este relato de facciones enfrentadas sin sentido y a través de avatares misticos de la naturaleza puede recordar a ciertas obras de Hayao Miyazaki, como Nausicaa o La princesa Mononoke. Podríamos llegar a ver reminiscencias de historias como Bailando con lobos, donde el protagonista blanco termina por descubrir una cultura que consideraba enemiga. Tal vez incluso sería posible encontrarle algunos toques en común con lo que veíamos en la serie Vikingos, aunque ya en este caso serían fundamentalmente estéticos. No obstante y tal como decíamos al principio, Thorgal: Wendigo se vertebra fundamentalmente en la tradición de lo que construyeron Van Hamme y Rosinski y podría insertarse sin el más mínimo problema en la continuidad de sus historias.
El arte de Corentin Rouge es, como en otras de sus obras, hijo del de su padre con quien comparte las influencias de Hermann o sobre todo de Giraud, con lo que nos situamos en una línea dentro de la corriente más clásica de la BD, si bien a nivel de narrativa y diagramación tiende a composiciones donde abundan las panorámicas y una cierta subida de volumen dramático, más en la onda de la narrativa americana.
Como sucedía con Adiós, Aaricia, Thorgal: Wendigo no será nunca una de las historias fundamentales que se citen al hablar de Thorgal, pero suponen un ángulo distinto, refrescante, respetuoso con el original y con un nivel de calidad, que se atreve a mirar a la cara — sino por encima — a lo que la serie central nos ofrece hoy día y, al ser obras autocontenidas se postulan como un acercamiento casual perfecto a las aventuras del hijo de las estrellas.