Chip Zdarsky, Kelly Thompson, Ed Brisson, Jeff Lemire… estos son los nombres que trae como aval este primer volumen de The Silver Coin. Sin que nadie lo esperara, Panini nos ha sorprendido, ya que más allá de estos nombres llega un poco como surgido de la nada. Comenzaremos por contextualizar ¿Qué es The Silver Coin y quién el Michael Walsh, su principal promotor y creador?
The Silver Coin es una serie que a grandes rasgos podríamos considerar antológica, es decir, en cada número encontramos una nueva historia distinta, pero siempre con una serie de cosas en común: Se trata de historias de terror, una vieja moneda de plata aparece como hilo conductor en todas ellas y Michael Walsh dibuja cada una sin excepción, mientras que deja el guion a una serie de escritores invitados — con la salvedad de la última historia de este volumen.
¿Y quién demonios es Michael Walsh y de dónde sale? Walsh es un dibujante canadiense y, aunque no lo parezca, lleva ya más de una década entre nosotros y hemos leído muchos más tebeos suyos de los que a priori recordamos. Llegaría de la mano del también canadiense Ed Brisson con su Murder Book y pronto crearían juntos para Image Comeback — de la que parece que pronto habrá adaptación audiovisual a cargo de Nacho Vigalondo— y a partir de ahí, llegarían varios títulos como Vengadores Secretos, aquella miniserie de El peor hombre-X del mundo, Star Wars: Los últimos Jedi, el crossover entre Black Hammer y la JLA y otro montón más. Vamos, que no es que Walsh esté falto de títulos y ni siquiera de títulos de importancia, pero por algún motivo su nombre ha pasado desapercibido, aunque tenemos nuestra teoría al respecto.
Con todo y con eso, a Walsh no le duelen prendas de montar su propia iniciativa personal en Image enfocada al terror y con una fórmula como la antológica que ya de por sí es arriesgada y tal vez en este caso más aún por lo poco habitual de The Silver Coin, que cambia de guionista, pero mantiene dibujante. Obviamente, las labores de Walsh no se ciñen estrictamente a lo gráfico e incluso escribe la última historia de este primer volumen, donde se viene a contar el origen de la moneda, pero en el resto podría decirse que hace algo así como las veces de showrunner, ya que hay pequeños detalles que relacionan cada historia con el resto y se nos deja atisbar un cierto hilo conductor. En cierto modo, podría recordarnos a Ice Cream Man, otra serie de terror surgida un poco antes, también con formato episódico en la que cada historia nos va dejando ver un mosaico de fondo más grande.
Estamos aún al principio y es pronto para ver lo que nos depara la macrohistoria tras cada relato de The Silver Coin, pero en lo que se refiere a cada pequeña historia por separado y pese a cierta irregularidad por el baile de guionistas, el nivel general es bastante bueno y llena ese hueco que muchos fans del cómic de terror echábamos en falta en los últimos años con todos sus ingredientes: Obsesiones, modelos de todo tipo de conducta humana — aunque por lo general no muy buenos — , pequeñas moralejas, giros inesperados… The SIiver Coin nos brinda todo lo que el buen fan del terror necesita y además con envoltorios de lo más variado: un grupo de rock en la era de la hegemonía disco, un campamento de verano repleto de lo más terrorífico del mundo: adolescentes, un robo a una casa que no sale como debe o incluso nos podemos ir a futuros distópicos o pasados aciagos.
Y pasando por todas estas historias, tan silencioso y sin hacer ruido como en toda su carrera anterior, están los dibujos de Michael Walsh. The Silver Coin es una serie que, de tener un solo guionista X, sería conocida como el «Silver Coin de X» porque el trabajo de Walsh está ahi para no hacerse notar y, sin embargo, adaptarse a cualquiera que sea el registro de la historia, para darnos en cada una de ellas personajes reconocibles, recordables y con su propia manera de actuar, para generar la atmósfera que necesitamos en cada momento y, si acaso, como único capricho de presencia de artista, permitirse unos juegos con las masas de negro y blanco que a veces se dan el lujo de entrar en el terreno de lo llamativo. Pese a la impronta de cada guionista, Walsh nos demuestra que el dibujante puede ser el dueño absoluto de la historia incluso haciéndose notar lo mínimo imprescindible, solo siendo profesional y poniendo todo el énfasis en contar la historia por encima del lucimiento personal
Y por todo esto, tal vez The Silver Coin no va a ser la serie que lo peta en el boca a oreja o está en todas las listas de fin de año, pero sin duda seguirá presente por muchos años en la memoria de muchos como la obra de culto en la que sin duda se va a convertir y es que todos aquellos que amen las buenas historias de terror encontrarán aquí lo que se puede hacer con un poco de imaginación y muchísimo oficio.