Más de un año después del tomo inaugural, nos llega The Resistance 2. La Revuelta, la segunda piedra en este nuevo universo que Joe Michael Straczynski está creando para la editorial AWA y que nos trae Panini en España.
Por ubicarnos, Straczynski de modo un tanto profético/cenizo comenzaría a trabajar en The Resistance algo antes de comenzar la pandemia del COVID. Allí nos hablaba de otra pandemia aún más mortal y de consecuencias mucho más épicas. Los supervivientes de esta pandemia recibían poderes sobrehumanos, lo que generaba un importante brote de población metahumana que daba la vuelta a todo el escenario político-social a nivel global.
Tras presentarnos el escenario inicial y algunos de los principales actores implicados, Straczynski, ahora acompañado por C. P. Smith, nos presenta en The Resistance 2. La Revuelta toda una nueva serie de nuevos personajes a la vez que retoma a algunos de los implicados en el tomo anterior para hacer confluir a todos en un mismo punto final y terminar de construir este primer vistazo al ambicioso universo que hay en la mente del guionista.
Ahora bien, veamos, tenemos una historia con un reparto coral, multitud de facciones, una trama intrincada con montones de intereses encontrados y ya no tan centrada en las consecuencias a nivel global sino a las que afectan a la propia comunidad metahumana protagonista: ¿Quiénes son? ¿Qué los mueve? ¿Qué diferencia a unos de otros?…
Y es aquí donde nos encontramos con el principal problema de The Resistance 2. La Revuelta. Se echaba en falta en Resistance 1 un mayor desarrollo de personajes, un ancla a la que asirnos para recorrer este escenario global. Y aunque Straczynski parece tener claro que este puede ser el momento de mirar a personajes concretos, el apartado gráfico sigue pareciendo remar en el terreno atmosférico general y abandonando por completo el tratamiento de personajes.
En una trama con tantos personajes e hilos cruzados como la de The Resistance 2. La Revuelta es imprescindible que el diseño de personajes y el acting de los mismos sea lo más concreto y claro posible. El apartado visual debería darnos una serie de claves rápidas y limpias para identificar y clasificar en nuestras mentes cada uno de los personajes principales. En su lugar, el dibujante C.P. Smith se decanta por un estilo visual que si bien maneja muy bien la atmósfera de intriga, llena las páginas de ruido y sombras resultando casi imposible saber quién es quién.
Aunque está claro que el problema principal reside en la labor de C.P. Smith, también parece meridiano que existe una falta de comunicación entre guionista y dibujante. Para ver la intención y todo el trabajo de construcción de Straczynski, hay que atravesar el dibujo en lugar de escucharlo. Pero es que por otro lado, es como si el guionista o el editor — o ambos — no solo no fuesen conscientes de sus limitaciones sino que además hicieran lo posible por ponerlo aún más difícil y al reparto coral le sumamos una narración temporal desestructurada con saltos atrás y adelante constantes.
El resultado es un guion potente, sólido y prometedor, pero un desastre de cómic. The Resistance 2. La Revuelta es un cómic en el que hay que descifrar el dibujo para poder llegar a la historia que hay tras él. El dibujante californiano nos brinda un acabado visualmente atractivo, pero plagado de ruido, de actings fotonovélicos, de decisiones equivocadas, de referencias fotográficas y de modelos 3D que nos alejan de cualquier tipo de expresividad. En definitiva, tenemos un trabajo gráfico que hace naufragar uno de los trabajos de mayor escala y ambición de cuántos hayan salido de la pluma de Straczynski.
Con una premisa tan similar a trabajos suyos anteriores como Rising Stars o Sense 8, lo que hacía especial The Resistance era su escala y a la vez su atención al detalle, pero en el caso de The Resistance 2. La Revuelta hay que sortear el dibujo para poder ver lo que Straczynski trataba de hacer, con lo que por más que haya mimbres, el resultado es un cómic fallido y solo podemos esperar a que en futuras entregas se puedan solventar los errores cometidos.
