Después de colaborar en Lucifer y posteriormente en The Unwritten, Mike Carey y Peter Gross vuelven a traernos un nuevo trabajo juntos, The Highest House. Para ello, además, han decidido publicarlo con una editorial francesa, Glénat, aunque posteriormente ha sido publicado en EE.UU. en el sello IDW. En ambas ediciones se ha optado por un formato de 21.5×28 cm frente a los casi 17×26 cm con los que ha sido editado por Planeta. Una reducción de un 22% que perjudica mucho a la lectura, y de la que ahora hablaremos con detalle. Estamos ante una obra que fue publicada en 2018 y que no está concluida, aunque desde que se publicó no hemos vuelto a saber más nada de una continuación, por lo que no sería de extrañar que la decisión de Planeta de eliminar cualquier numeración tuviera todo el sentido del mundo. No obstante, yo he decidido numerarla en la reseña, puesto que la obra acaba con un Final de la primera parte que no cierra la puerta a una continuación algún día.
La historia nos lleva a Ossaniul, un país donde la fortaleza conocida como Casa Culminante está regida por la familia Aldercrest. Pero los Aldercrest dirigen la fortaleza apoyado en un descomunal sistema de esclavos, dirigidos a su vez por jefes de diferentes secciones: cocina, techadores, etc… El pequeño Moth comienza realizando los trabajos más indeseables, aunque sus habilidades para la magia y, sobre todo, la conexión que hará con un misterioso ser que reside en la fortaleza lo diferenciarán del resto de sus compañeros esclavos.
Carey construye una historia de fantasía ambientado en un mundo medieval y la desarrolla con mucha habilidad, planteando en cada número diversas escenas en las que se nos presenta cómo funciona ese país y el sistema de esclavos, así como las diferentes jerarquías inferiores al rey. Lo hace planteando varios niveles de lectura pues, por momentos, la historia se convierte en un trasunto de Los pilares de la Tierra, con esas explicaciones técnicas sobre el trabajo de los techadores alternadas con intrigas palaciegas; aunque en otros momentos, la historia pasa a ser una historia de magos y hechizos, con un sistema propio y unas normas de la magia, que cobran todo el protagonismo. Pero en el fondo, The Highest House es una obra que profundiza en el sistema de esclavitud, mostrándonos cómo subir de nivel en el escalafón de poder conlleva un cambio y oscurecimiento del propio alma humana que tiene una carga de realidad que trasciende del aparente tono fantástico.
Si esto lo acompañamos del arte de Peter Gross, tenemos asegurada una ambientación fabulosa, que se ve muy enriquecida gracias a un trabajo con el color espectacular por parte del francés Fabien Alquier. Gross se aprovecha del formato con que se editó originalmente, a un tamaño ampliado, lo cual le permite incluir espectaculares escenarios y detallados fondos, y usar mucho esa fórmula de una viñeta superior a modo de escenario y el resto de viñetas inferiores flotando sobre dicho escenario como si la página fuera un enorme lienzo. La capacidad de los artistas para mostras esa sociedad sucia, incluso en las escenas con los opulentos dirigentes resulta especialmente acertada, puesto que nos permite conectar con ese protagonista de bajos fondos, que está acostumbrado a esos ambientes tan insanos.
Pero, por desgracia, la edición española tiene un problema muy serio. La decisión de reducir el tamaño de la obra no tiene ningún sentido, puesto que tanto el dibujo como la rotulación están pensadas para un álbum en formato europeo. Eso provoca que el reescalado para coincidir con un formato «americano» obligue a incluir dos bandas negras en las partes superior e inferior de la página para mantener la proporción, provocando una reducción del dibujo de más del 20%. Siempre he mostrado mi apoyo a ediciones reducidas, no es algo que me afecte en exceso a la hora de leer, y se puede decir que el arte de Gross no se ve demasiado lastrado por la reducción, dado el trazo fino y claro que tiene. Pero es que la rotulación tan reducida hace realmente difícil e incómoda la lectura, teniendo ciertos pasajes en los que he acabado con verdadero dolor de cabeza, incluso leyendo con mis gafas. Puedo pasar por alto algunas decisiones en cuanto a rotulación del texto directo sobre las imágenes, e incluso esa decisión de traducir el nombre de la fortaleza durante toda la obra… salvo en el título. Pero la reducción de los bocadillos y cuadros de texto van a conseguir que esta obra pase más desapercibida de lo que merece, porque no me cabe duda que todo aquel que se acerque en la tienda y le eche un vistazo, se lo va a pensar muy mucho antes de llevárselo a casa. Lástima no haber copiado el espíritu Vertigo de ediciones como las de You are here o Por qué odio Saturno y mantener el tamaño aumentado.
El tomo incluye diversos textos de apoyo y galerías de cubiertas alternativas (las de Yuko Shimizu son fabulosas) que amplían un universo del que todavía se puede sacar mucho partido. Lástima que desde 2018 no hayamos tenido más noticias por parte de Carey ni Gross sobre las intenciones de continuarla y, aunque la historia no deja grandes cabos sueltos y se puede leer como tomo único sin que la historia se vea afectada enormemente, sabiendo de lo que son capaces Carey y Gross, uno se queda con ganas de que continúe algún día.
En definitiva, The Highest House es una obra fabulosa con una edición muy deficiente. Una apasionante historia de fantasía medieval, con muchos aspectos interesantes: intrigas palaciegas, magia, rivalidad entre reinos… y con un dibujo que consigue ambientar con mucho acierto, manteniendo un aspecto muy realista, dentro de este mundo fantástico. Una historia que finaliza con un rótulo de final de primera parte que nos deja con esperanzas de poder continuar leyendo más historias de Moth y de Casa Culminante, eso sí, ojalá en un tamaño que permita leerla sin dejarnos los ojos en la tarea.
Lo mejor: La ambientación por parte de Gross y Alquier. Las ramificaciones del guión de Carey, contando una historia con muchos niveles y capas.
Lo peor: La edición reducida dificulta demasiado la lectura, con unos textos que a los que ya arrastramos algo de presbicia se nos antoja todo un desafío.