Fue una sorpresa descubrir cómo este Renacimiento nos devolvía un Constantine fiel a sí mismo, pero con la mirada puesta en el futuro.
En este The Hellblazer nº 02 continuamos donde lo dejamos en el anterior con lo que parece que será la estructura de esta serie a medio plazo. Tendremos un hilo conductor con la conspiración de los djinn y la búsqueda de Abby Arcane, pero cada tomo tendrá su propio arco argumental. En esta ocasión la saga lleva por nombre Fuego sin humo y lleva los pasos de John Constantine y Mercury hasta París tras la pista de un diario que podría contener secretos sobre los djinn.
Por algún motivo, el bueno de John tiene un carisma que muchas veces parece intimidar a sus autores. En los últimos años hemos visto demasiadas veces como muchos escritores repetían recursos y momentos ya vistos, sólo para que su Constantine pareciera genuino. Desgraciadamente el resultado solía ser una especie de imitador (a veces un tanto ridículo) de nuestro inglés favorito hasta que ha llegado Simon Oliver.
Oliver no tiene un currículum excesivamente espectacular, ya que sus principales trabajos son The Exterminators y FBP: Federal Bureau of Physics, dos series Vertigo que no han tenido demasiado éxito. Sin embargo, en The Hellblazer nº 02 termina de convencernos de que es el guionista que desde hacía años necesitaba este personaje. Oliver se permite estudiar qué es lo que hace de Constantine el que conocemos. Lo desmenuza y, una vez entendido, le da lo que necesita para para funcionar en nuestro mundo. Antes incluso de terminar la serie de Vertigo, Constantine parecía estar cada vez más alejado de ese mundo real que lo define. Podríamos decir que su esencia era vincular la magia a lo más terrenal, a aquella parte del mundo real que por sórdida que pueda llegar a ser, nos acompaña cada día. The Hellblazer nos devuelve a nuestro mago de Liverpool a la calle, pero a la de 2018.
El propio John se siente viejo y se pregunta (y a la vez nos preguntan a nosotros) si alguien como él tiene lugar en el mundo de las redes sociales y los videos virales. Seguimos teniendo a ese bastardo que siempre tiene un as en la manga y que te responderá con sarcasmo aunque esté a punto de morir. Sin embargo, los años le pasan factura y como podemos leer varias veces en The Hellblazer nº 02, el mundo lo ve como un tipo viejo con una gabardina sucia. Estamos ante un enfoque nuevo que apenas se había tocado (se sugiere en aquel número de Garth Ennis de su 40 cumpleaños y poco más) y que no obstante es completamente fiel a la esencia del personaje.
La política es otro de esos aspectos indivisibles del carácter de nuestro protagonista y la Europa del Brexit es sin duda un ingrediente que le va como anillo al dedo. Sin embargo, Simon Oliver va más allá de la repetición de clichés y lo utiliza para ampliar la trama y construir una compleja conspiración.
Apariciones de invitados como un renovado Papa Midnite, menciones al suceso de Newcastle o alguna escena más violenta de lo que estamos acostumbrados en la DC fuera de Vertigo afianzan esa sensación que ya teníamos en el primer tomo de que la cosa va por buen camino.
El mayor problema de The Hellblazer nº 02 está en el dibujo. Dejamos a Moritat y a Pia Guerra, que dibujaban el tomo anterior, y en su lugar tenemos en los primeros números a Philip Tan y a Davide Fabbri en el resto.
A Philip Tan los conocemos de tebeos como la etapa de Ed Brubaker en Uncanny X-Men o la Green Lantern post Geoff Johns y aunque en este tomo lo vemos con un cambio de registro más cercano al anime (tal vez para aprovechar el tirón la peli de animación de la JL Dark) su estilo no encaja con el tono realista, sucio y oscuro que pide Hellblazer y que nos hace añorar a aquellos Sean Phillips o Leonardo Manco.
Lo mismo sucede con Davide Fabbri con un aspecto más europeo, pero con tintes que rozan la caricatura, y que parece ser que será el dibujante regular en el futuro. Continúan los disgustos al ver que cuando llega una de las (afortunadamente pocas) escenas de acción, no está especialmente dotado para ellas. Te resignas, sigues leyendo y para cuando te acercas al final, te das cuenta de que hace bastantes páginas que has olvidado de que no es el adecuado. Sin saber exactamente qué, algo estará haciendo bien este italiano que hasta ahora parecía condenado a dibujar casi únicamente tebeos de franquicia como Alien o Star Wars.
Puede que tenga cosas que mejorar aún este The Hellblazer nº 02, pero también aquella serie de Vertigo mitificada por el tiempo las tenía. Sin embargo, hay algo que parece este Renacimiento ha heredado de su predecesora del sello adulto y es que ahora mismo podemos seguir diciendo aquello de que “hasta el peor tebeo de Hellblazer es un buen tebeo”.