Es la hora de las tortas!!!

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The Crow, de James O’Barr

The Crow, de James O’Barr
Guion
James O'Barr
Dibujo
James O'Barr
Formato
Cartoné con sobrecubierta, 272 páginas
Precio
26 €
Editorial
Norma Editorial. 2018
Edición original
The Crow 1-4 USA

Mi primer contacto con The Crow data de mediados de los años 90. Cuando casi todos mis amigos andaban perdidos en camisas de cuadros y chándales varios, escuchando cosas como Alice in Chains, Korn, Green Day y demás sonidos modernillos de la MTV, se estrenó una película que fascinó profundamente a los que estábamos situados en ámbitos estéticos y musicales algo más oscuros: El Cuervo. La película venía envuelta además en un halo de fatalidad, con la historia del fallecimiento de su protagonista, Brandon Lee, durante el rodaje de la misma, que ayudaba a acrecentar la sensación de oscuridad que la rodeaba. Ciertamente, vista con perspectiva, es una película con una estética de videoclip muy potente -y una impresionante banda sonora- y pretensiones de molar a toda costa… pero la verdad es que lo consigue. Y unos meses después llegó a España la primera edición de El Cuervo, el cómic en el que se basa la película, como serie limitada de cuatro números en grapa, de la mano de Glenat.

the crow portada tpb

The Crow

A estas alturas, treinta años después de su publicación original y con la mencionada adaptación cinematográfica en el imaginario colectivo, la historia del Cuervo es de sobra conocida: unos matones asesinan a una joven pareja de recién prometidos. El dolor de la pérdida es tan fuerte que hace que él, Eric, vuelva de la tumba buscando venganza y no descanse hasta haber matado a todos los implicados. Aunque el cómic no sea tan conocido, la película es una adaptación razonablemente fiel, con cambios mínimos respecto al cómic, la mayoría de ellos buscando una mayor fluidez narrativa. Por ejemplo, en la película, la niña, Sarah, tiene un papel mucho más importante que su contrapartida en el cómic, Sherri, y además es algo mayor. Y el asesinato de Eric y Shelly en la película ocurre en su apartamento, en lugar de en la calle, como en el cómic. Por lo demás, aparte de algún cambio puntual de nombres, la trama es prácticamente idéntica en ambas versiones, siendo el cómic algo más brutal y explícito en algunos momentos que fueron suavizados para una película que, aún así, era razonablemente dura. Y sí, Shelly es un clarísimo ejemplo de mujer en nevera: su única importancia en la historia es ser violada y asesinada para dar al protagonista la motivación suficiente para que arranque la historia.

Lo que quizás no es tan conocido públicamente es que The Crow, el cómic, es una obra creada por su autor para exorcizar demonios personales y está inspirada por sucesos reales que le ocurrieron a finales de los años 70 (James O’Barr tiene a día de hoy 59 años). La semilla detrás de esta obra es la muerte de su novia por entonces, Beverley, que falleció atropellada por un conductor borracho cuando salía a hacer un encargo que el propio O’Barr le había hecho. La sensación de pérdida y culpabilidad, unida a una vida muy dura (O’Barr era un huérfano que se había criado en el sistema de acogida americano) y a la lectura de una noticia que relataba que una pareja en Detroit había sido asesinada para robarles un anillo de veinte dólares, acabó fermentando en la historia que todos conocemos.

the crow pg

El paso del tiempo y el bagaje del lector, tanto de experiencias vitales como de lecturas acumuladas, modifica la percepción de una obra. En 1995, recién alcanzada la veintena, la lectura de El Cuervo, el cómic, me pareció tremendamente potente. Sí, el dibujo de O’Barr era muy diferente del de los cómic superheroicos a los que yo estaba acostumbrado, quizás incluso feista, pero me parecía que tenía una fuerza que a pocos autores le había visto. Además, la obra desprendía una tristeza muy potente, muy atrayente para el post adolescente que yo era por entonces. Leido ahora de nuevo, casi un cuarto de siglo después de aquella primera edición, me ha parecido que sí, realmente la tristeza del autor es la fuerza creativa de la obra, pero está plasmada torpemente en estas páginas. En algunos momentos, resulta hasta forzada. Pretenciosa, incluso. El recurso de las páginas que muestran a Eric mirando al vacío mientras recuerda a su difunta amada es potente la primera vez que lo ves, incluso pese a las deficiencias de O’Barr como ilustrador. Pero cuando se ha repetido ya incontables veces, llega a cansar. Y los pin ups con textos de Rimbaud o letras de canciones de The Cure o Joy Division acaban dando la sensación de que el autor está diciendo “¡eh! ¡mira! ¡soy muy profundo!”,  y no sólo aportan muy poco al desarrollo de la historia, sino que además rompen su ritmo.

the crow pagina

En el aspecto gráfico, O’Barr muestra una notable variedad de estilos. Su estilo habitual, más underground y quizás hasta algo tosco, es el utilizado en el desarrollo de la historia. Las escenas de flashbacks utilizan una técnica pictórica, aún en blanco y negro y con las propias limitaciones del autor, buscando un ambiente etéreo, incluso onírico. Y al principio de cada capítulo suele abrir con una página completa, más elaborada de lo habitual en la obra, permitiéndose el lujo de hacer homenajes estilísticos a autores como Will Eisner, al que cita como una de sus influencias.

the crow flashback

En resumen…

Estamos ante una obra tremendamente visceral, hecha con las tripas, y con más sentimiento que auténtico talento. Muy probablemente, de no ser por su adaptación  cinematográfica, sería simplemente una nota en la historia del cómic underground de finales de los 80, y nos habríamos olvidado de este profundo grito de angustia que, sin grandes aptitudes en el medio, consigue llegar al lector y, si no contagiarle, al menos hacerle entender la desesperación.