Cada cierto tiempo surgen obras que nos hacen ver a los héroes de siempre de distinto modo, incluso ciñéndose a su esencia clásica. En los ochenta fueron Dark Knight o el Superman de Byrne, en los noventa fueron Marvels y Kingdom Come y esta última década le ha tocado el turno a The New Frontier, de Darwyn Cooke.
The New Frontier fue publicada originalmente como una miniserie de seis números para después recopilarse. La historia llena el hueco hueco entre Golden Age y Silver Age de DC. En el momento en que llegamos a The New Frontier, la Segunda Guerra Mundial ha terminado y comienza la época del macarthysno y el baby boom. La creciente paranoia del gobierno estadounidense ha derivado en que sólo quedan tres héroes en activo, la Trinidad formada por Superman, Batman y Wonder Woman. A partir de aquí se nos irá presentando paulatinamente a todos aquellos personajes que serán responsables del nacimiento de la Edad de Plata. Una amenaza alienígena (tan de moda en la década de los 50) se cierne sobre la tierra y terminará por reunir a todos lo héroes.
Hasta aquí tenemos el típico cómic de gran amenaza reúne a un montón de héroes, pero Darwyn Cooke se encargará que la historia no se limite a esto. The new Frontier nos habla de un momento, histórico y de cómo un contexto influye en la ficción de los comics e incluso en la misma industria. A través de paralelismos y metáforas, Cooke crea un meta comic donde la ficción y la realidad se alimentan entre sí. Pese a que la premisa inicial guarda similitudes con JSA: La Edad de Oro de James Robinson y Paul Smith, Cooke trasciende esta ya de por sí magnífica historia y nos muestra un relato que actúa al menos en tres vertientes.
Por un lado tenemos el contexto histórico real. Los Estados unidos de la postguerra atraviesan un momento económico y un orgullo patriótico sin precedentes. Sin embargo, también es el momento de la Guerra Fría y el macarthysmo, la paranoia anticomunista y el racismo exacerbado, el miedo a todo lo de fuera, lo desconocido. Son años donde los avances tecnológicos, sobre todo en los campos de la carrera espacial y la investigación atómica alimentan monstruos sobre el enemigo en lo diferente. Cooke aprovecha personajes como el piloto Hal Jordan, el científico Barry Allen o el alienígena Jonn Jonn’z para meternos de lleno en el contexto histórico.
La segunda vertiente nos habla de la historia de la propia industria del comic, condicionada por todos estos hechos históricos. Fue en los cincuenta cuando la paranoia estalló con la publicación de La seducción del inocente de Frederic Wertham. Se siembra la sospecha sobre todo el género de superhéroes y tan sólo sobreviven las series de la Trinidad infantilizadas casi hasta el ridículo. Muere la edad de Oro, inspirada en la tradición pulp y el género bélico, pero los avances tecnológicos que mencionaba antes van gestando un nuevo modo de entender los comics más basado en la ciencia ficción que acabará por dar lugar a la Edad de Plata.
Comenzamos el final de la guerra y terminamos con Kennedy y su nueva frontera (que da título a la historia). Unos años antes comienza la Edad de Plata fechada por la mayoría de la fuentes en 1956 con el nacimiento de Flash de Robert Kanigher y Carmine Infantino. Sin embargo, hay quien la inicia un año antes con la aparición de cierto detective marciano en Detective Comics #225. Cooke parece ser de esta opinión ya que será con el Detective Marciano con quien comenzará todo.
El autor desarrolla una exploración de los personajes a través de contexto histórico, mientras desarrolla el este contexto a través de los propios personajes. A través de situaciones clave, consigue mostrarlos más profundamente, más humanos, todo ello para demostrar de que están hechos los mitos y comprenderlos mejor como tales. Gracias a la desbordante épuca de la historia, descubriremos por qué esos héroes son héroes. Mediante la caracterización del contexto y la caracterización sicológica asistiremos a su paso de ser hombres (en ocasiones victimas de su momento social) a ser los mitos heroicos que conocemos.
Se podría decir que Darwyn Cooke hace la historia que no se pudo hacer en su época por no haber alcanzado el medio y el género el grado de madurez. Las condiciones sociales de los 50 imposibilitaban cierta madurez y cierta reflexión política y Cooke nos devuelve esta historia que nos debían, sin por ello caer en el ensayo y dándonos un tebeo de superhéroes totalmente clásico.
Aunque los personajes centrales serán los que más tarde forman la Liga de la Justicia, También veremos a otros héroes menos populares como Challengers of the Unknown, Slam Bradley o The Loosers. Pero aquí llegamos a la tercera vertiente, que es a propia continuidad. Se trata de una historia tan grande que resulta muy difícil de encajar y casi ni siquiera se podría hablar de esta retrocontinuidad tan de moda últimamente. En principio concuerda con la continuidad pre-crisis, pero todo sucede en una sola Tierra. Con la continuidad postcrisis no encajan las fechas ni los acontecimientos y esto suponía un problema para el autor, que decidió que paradójicamente, para explicar la continuidad de DC no quedaba otro remedio que hacer una historia fuera de continuidad. Finalmente, tras 52, DC ha inscrito esta historia en una de las múltiples tierras paralelas, concretamente Tierra 21, pero Cooke nos da una historia tan bien hecha que consigue que todo esto nos de igual.
El canadiense Darwyn Cooke comenzó tímidamente en el cómic a mediados de los ochenta con New Talent Showcase #19 sin demasiado éxito, así que no pareció quedar otro remedio que pasarse al mundo del diseño y la dirección artística de revistas, aunque sólo para terminar recalando en el mundo de la animación, donde se ganaría el merecido reconocimiento. Gracias a series como la impresionante Batman The Animated Series, Superman The Animated Series, Batman Beyond o Men in Black, gana el merecido prestigio que lo animan a volver su gran pasión, los comics.
Así, re- debuta en el año 2000 con Batman: Ego como autor completo. Repetirá con Catwoman: Selina’s Big Score, pero el estrellato le llegará uniendo sus fuerzas con Ed Brubaker en la serie regular de Catwoman y, definitivamente, con este The New Frontier, con el que ganaría los premios Premios Harvey, Eisner y Shuster. Entre sus trabajos posteriores podríamos destacar The Spirit y, actualmente, Richard Stark’s Parker para IDW.
Pese a que el estilo gráfico de Cooke se puede englobar dentro de esa etiqueta tan amplia que se ha llamado ‘estilo Cartoon’, se aprecian influencias de clásicos como Alex Toth, Jack Kirby, Wally Wood y, en otro terreno, su compañero en las series de animación, Bruce Timm.
Pese a que estamos ante un comic de corte clasicista, no se puede dudar que es hijo de su tiempo. Cooke se basa en la clásica retícula de nueve viñetas, pero predominantemente reconvertida en tres viñetas panorámicas. De nuevo nos encontramos ante este lenguaje de corte cinematográfico tan presente en los últimos años. Quizá por la experiencia de Cooke en animación o respondiendo a una mayor necesidad de fondos más complejos para acentuar la contextualización, como el mismo afirmó. Pero de nuevo las grandes y espectaculares escenas a toda pantalla vuelven a hacer acto de presencia. Para bien o para mal todo esto conlleva de nueva la aparición del Decompressive storytelling, con lo que un número no termina de contar demasiado y se hace una historia idónea para el tomo. Cooke mismo comentó que el formato miniserie original sólo respondía a razones comerciales.
Así como Kingdom Come marcó toda la línea general de DC, si bien no está la línea argumental, quizá sí se podría decir que The New Frontier ha marcado el tono y ha conseguido que volvamos a ver a los héroes como esa extraña amalgama entre hombres y dioses, que eran desde su origen.
Me sabría mal cerrar estas líneas sin mencionar al colorista Dave Stewart, sin duda unió de los mejores de la última década, que con su estilo equilibrado, siempre preciso y desprovisto de artificios, pone el broche de oro para este cómic que curiosamente combina las características representativas de esta última década y la esencia más clásica. Quizá The New Frontier nos trae un nuevo clasicismo para una nueva época.