Es la hora de las tortas!!!

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Superman: La llegada de los Superhombres

Superman, mi superhéroe preferido. Neal Adams, uno de los mejores dibujantes que ha dado la industria del cómic americano. La Llegada de los Superhombres junta a ambos. ¿Qué puede salir mal?

Buf. Ojalá no hubiera hecho esa pregunta.

La historia tiene un punto de partida peculiar. Tres kriptonianos, vestidos con trajes que nos suenan muy conocidos, llegan a Metrópolis a la vez que una invasión de parademonios a las órdenes de Kalibak, justo en un momento en el que Superman está en Oriente Medio, salvando civiles de un bombardeo en una de las muchas crisis que suele haber en la zona. Cuando salva a un niño y a su perro se le aparece un djinn convenciéndole de que se tiene que llevar al pequeño. Y para darle alguna pista de lo que está pasando, el djinn se lleva a Superman en un viaje mental hacia el pasado, mostrándole que Apokolips estuvo en los primeros tiempos de la Historia de la Humanidad. El Cuarto Mundo, la ambientación de Nuevo Krypton que creó Geoff Johns allá por 2008, un Lex Luthor manipulador, con un puntillo del científico chiflado que fue en tiempos… La Llegada de los Superhombres es un batiburrillo de ideas que, al enfrentarse con él por primera vez puede resultar un tanto desconcertante. Confuso, incluso.

Antes de nada, hay que contextualizar esta obra.

Por un lado, el eje central de la historia es El Cuarto Mundo de Jack Kirby. Y es un hecho innegable que Kirby era un torrente desatado de ideas. Creatividad pura y destilada, pero sin ningún tipo de control. Si recordamos la cosmología de Michael Moorcock, Kirby era el Caos puro, y Stan Lee era el Orden, y sólo en la zona de contacto entre ambas podía florecer la vida con éxito. Así, en El Cuarto Mundo tenemos la cumbre creativa del Rey, pero también es una de sus obras más alocadas. Pronto, por cierto, podréis disfrutar de esta obra en la edición de ECC, donde se narra el origen de uno de los villanos más interesantes de la historia del cómic y el surgimiento del rincón más cósmico del Universo DC.

Y Neal Adams respeta este espíritu. La sensación que me ha dado esta obra que hoy nos ocupa, salvando las distancias, es la de un autor desatado, sin filtros. Ninguno en absoluto. Cierto es, en cambio, que cuando Kirby hizo El Cuarto Mundo estaba contando su historia, jugando con sus creaciones, y estaba en el punto álgido de su creatividad, mientras que Adams aquí se dedica a hacer un homenaje, más o menos respetuoso, a la obra de otro creador.

Por otro lado, hay que tener en cuenta también qué tipo de guionista es Neal Adams. Quien se espere una historia convencional firmada por el artista neoyorkino es que no se ha enfrentado a sus guiones más recientes. Habiendo leído Batman: Odisea, editado también por ECC hace tres años, sabemos a qué nos atenemos cuando nos acercamos a su obra más reciente.

En el apartado gráfico, en cambio, sí que nos encontramos lo que esperamos. A ver, no es el Neal Adams de los años 70. Estamos ante unos lápices de un autor que dejó su mejor momento atrás (cuarenta años atrás, incluso), pero, como dice el refranero, quien tuvo, retuvo. Incluso un Neal Adams en horas bajas es un dibujante muy por encima de la media del mercado.

El autor

Neal Adams es una leyenda del medio, un autor que no va a pasar a la historia, que ya es historia viva. Suyas son etapas legendarias de personajes como Batman (la memorable Saga de Ra’s Al Ghul, publicada por ECC en el tomo Los Padres del Demonio), Superman (en su enfrentamiento contra Muhammad Ali), Deadman, Green Lantern/Green Arrow (¡Speedy es un yonki!), Los Vengadores (en La Guerra Kree-Skrull, una de las mejores sagas en la historia del grupo) o X-Men.

Pero no sólo como artista es una figura legendaria, también hay reconocer su importancia en el medio, en la lucha que dirigió por los derechos de los creadores. Si Jerry Siegel y Joe Shuster tuvieron una pensión de jubilación y se reconoció su autoría en la creación de Superman fue gracias a los esfuerzos de Adams.

En resumen…

Siendo objetivos, hay que calificar La Llegada de los Superhombres como una decepción. No es una historia memorable del personaje ni está bien llevada. La trama pega bandazos, deja cabos sueltos, los personajes no están bien caracterizados y los diálogos no están bien escritos. En cierto modo, es inevitable pensar en el surgimiento de Image en los 90, cuando un grupo de dibujantes pensó que total, eso de escribir ya lo podían hacer ellos también. Y ya vimos hace veinte años que el resultado deja mucho que desear.

¿Estamos entonces ante lo peor que se ha publicado este año? No, ni de lejos. Hay una gran cantidad de tebeos que han visto la luz en los últimos meses mucho peores que La Llegada de los Superhombres. El problema es que a una luminaria como Neal Adams se le exige más que a la media. Ha demostrado que es (que fue) capaz de dar más de lo que aquí da, y se le juzga con una vara de medir distinta al resto del mercado.

¿Quién es, entonces, el público objetivo de este tomo? Todo aquel lector completista de la obra de este autor se encontrará con unos lápices reconocibles, vibrantes, y podrá disfrutarlo, aunque sea como portafolio del autor, y sabiendo que, al igual que otros creadores de su época y posteriores, difícilmente va a volver a firmar más páginas legendarias como las que ya nos dejó en el pasado.