En el mundo del cómic, todos tenemos debilidades personales. Tenemos personajes, guionistas y dibujantes que nos tocan la fibra más que otras figuras equivalentes del medio, nombres que cuando vemos en una portada nos hacen orbitar hacia ella con mucha más intensidad. En mi caso, el personaje por el que más devoción siento es Superman. No sólo por ser el primero, el personaje del que deriva todo el género superheroico, sino también por lo que representa. No es un personaje molón: Superman es aquello a lo que queremos aspirar. Es un personaje que nos quiere hacer ser mejores. Como dibujante, en mi top indiscutible está Mike Allred desde hace décadas. Babeo mirando sus páginas haga lo que haga. Así que cuando se anunció Superman: La era espacial, dibujada por Allred y con Mark Russell de guionista, que no está entre mis preferidos pero sí que tiene varias obras a un nivel muy alto, supe inmediatamente que esta serie la iba a leer antes o después.
La Era Espacial nos cuenta la historia de un Superman. No el Superman principal, el de Tierra 203495-B, una de las tierras del Multiverso original. No es ninguna sorpresa decir que, como sabe cualquiera que haya leído Crisis en Tierras Infinitas, tras este conflicto cósmico sólo quedó una Tierra. Y con esa idea abre este tomo: las primeras páginas nos muestran la destrucción de esta Tierra en 1985. Tras ello, la historia da un salto atrás en el tiempo y nos lleva a Smallville en 1963. A partir de este momento, Russell y el matrimonio Allred nos llevan a lo largo de los veintidós años que pasan desde el momento en el que Clark Kent decide convertirse en Superman hasta la destrucción de su planeta adoptivo a manos del Antimonitor.
A lo largo de las más de doscientas cincuenta páginas que tiene este tomo, iremos viendo los momentos clave de la vida del personaje. Su salida de Smallville, su descubrimiento de la Fortaleza de la Soledad y su herencia kryptoniana, el momento en el que conoce a Lois Lane y la redacción del Planet, la llegada del resto de superhéroes a raíz de su debut -igual que ocurre en la historia del género- y la fundación de la Liga de la Justicia. Y, cómo no, veremos la llegada de los supervillanos, representados por Lex Luthor y Brainiac, en unas versiones que tienen tanto el espíritu de las clásicas como una mirada nueva a los personajes. Además, periódicamente se va encontrando con un científico que dice haber previsto el fin del mundo para algún momento a mediados de los años 80. Viste de verde y blanco y se dice llamar Paria.
La sensación que nos deja La era espacial es que estamos ante una historia que recuerda poderosamente a los Toda una vida de Marvel. A ambos, por motivos diferentes. Al de Spiderman, por hacer un recorrido a varios de los hitos principales de la historia de Superman, desde un respeto y un cariño casi reverencial al mismo. Y al de los Cuatro Fantásticos, escrito también por Mark Russell, por esa visión del personaje fuera de continuidad pero que tiene todas las esencias del mismo, con un cataclismo cósmico en el horizonte.
En estas páginas podemos leer una historia claramente superheroica, aunque el retrato que nos hace de Superman está más centrado en el hombre y menos en el súper. Mark Russell demuestra entender a la perfección quién es Clark Kent, quién es Kal-El, y lo que representan. Es ese héroe casi omnipotente, pero también es ese símbolo al que, sin poder llegar nunca, saca lo mejor que cada uno lleva dentro. Es una fuente de inspiración y de esperanza. Y ese es el espíritu de lo que nos presenta Russell en esta ocasión: no tenemos aquí al humorista socarrón que hemos visto en Los Picapiedra o Las crónicas del león Melquiades. La era espacial es una carta de amor al género superheroico en general y a Superman en particular, y aunque hay alguna pincelada de crítica social -esta historia está ambientada en la Guerra Fría, como para no haberla- como es habítual en los tebeos del escritor estadounidense, el foco de la historia va por derroteros muy diferentes a lo que nos tiene acostumbrados.
Al tono que pretende darle Russell a la historia ayuda mucho el dibujo de Mike Allred, perfectamente embellecido por los colores de su esposa Laura, posiblemente la colorista que mejor entiende sus lápices y con la que trabaja prácticamente en exclusiva desde hace bastantes años. La era espacial comienza en plena Silver Age, y posiblemente no haya otro dibujante más apropiado para retratar esa época en la actualidad que Allred, con su tradicional elegancia, su espíritu de arte pop y sus impecables composiciones de página. La era espacial es una historia fabulosa y emotiva, pero es la combinación con el arte del matrimonio Allred la que hace que estemos ante un cómic sobresaliente.
La edición de ECC es impecable, con las portadas originales en su sitio, tapa dura y un papel estucado que permite disfrutar de la lectura como se merece, pero quizás un poco parca en extras, limitándose a seis portadas alternativas de Steve Rude, Nick Derington, Dave Johnson y Joe Quiñones.
Se dice muy a menudo que muchas de las grandes historias de Superman se encuentran entre las que están fuera de continuidad, jugando con el papel del kryptoniano como símbolo y sus atributos de arquetipo. La era espacial juega en esta liga, gracias sin duda a un equipo creativo que demuestra en estas páginas entender y amar al personaje. Una lectura obligatoria para todos los que disfruten del cómic superheroico.