No se imaginan las ganas que tenía de echarle el guante a “La era espacial”, y eso que no soy un gran fan de Superman. Bueno, aquí creo que es necesaria una explicación. No consigo engancharme a las etapas regulares del personaje. Es cierto que no he leído la etapa posterior al relanzamiento de “El Hombre de Acero”, capitaneado por John Byrne, pero he leído (o más bien picoteado) casi todo lo posterior y algo de lo anterior y lo último que me interesó mínimamente fue la saga de “Nuevo Krypton”. Tampoco me resultan especialmente atractivas sus aventuras cinematográficas, ya estén protagonizadas por Reeve, Routh o Cavill. Sin embargo, creo que Superman funciona de maravilla en historias alternativas o acotadas a su propia continuidad ajenas a la actualidad del momento de DC Comics.
En obras como “Identidad Secreta”, “Las Cuatro Estaciones”, “Hijo Rojo” o “All Star Superman” hemos podido disfrutar de aproximaciones diferentes del Hombre de Acero. Lo curioso es que dichas versiones creadas por autores como Kurt Busiek, Mark Millar o Grant Morrison (además de contar con dibujantes de excepción) resultan sublimes gracias al acercamiento a la idiosincrasia del personaje que, respetando sus señas de identidad, consiguen aportar frescura a un superhéroe que fue creado hace 85 años. Pues bien, una vez leída “La era espacial” de Mark Russell y Mike Allred tengo que reconocer que estamos ante uno de los mejores tebeos de Superman jamás realizados.
La premisa de “La era espacial” puede parecer un tanto rimbombante al estar situada en la Tierra 203495B (una de las muchas Tierras pre-crisis). Al comienzo del álbum se nos cuenta que en 1985 dicha realidad llega a su fin, al ser uno de los Universos destruidos en el transcurso de las primeras Crisis. Entonces la trama da un salto al pasado, hasta los años sesenta, para contarnos la historia de su propio Superman.
A lo largo de más de doscientas páginas (originalmente una miniserie de tres prestigios) Russell y Allred reinventan al último hijo de Krypton, contando su trayectoria vital en tiempo real en un ejercicio narrativo que recuerda poderosamente al “Spiderman: Toda una vida” de Chip Zdarsky y Mark Bagley. Curiosamente, el propio Russell hizo lo propio con los 4 Fantásticos, pero no he leído esa obra por lo que desconozco si habrá puntos en común.
Comenzando con la inevitable destrucción de su planeta natal y su llegada a nuestro mundo, Russell vertebra la historia sin dejar de lado ninguno de los rasgos principales de Clark. Desde los fundacionales valores que aprende de Jonathan Kent (más que nunca, su brújula moral), hasta los años en Smallville, su trabajo en el Planet… Pero lejos de conformarse con esto, Russell enarbola con orgullo los principios de Superman para narrar de manera paralela otros sucesos fundamentales del Universo DC, como es el origen de Batman, el renacer de Green Lantern o la fundación de la Liga de la Justicia. El guionista da en el clavo con cada detalle que ofrece.
Lo mejor es que, lejos de quedarse en el aspecto superheroico de la obra, Russell saca a relucir su lado más ácido, más “político”, para relacionar la evolución de Superman con los principales acontecimientos de Estados Unidos en los años sesenta y setenta. El asesinato de Kennedy, la Guerra del Vietnam o la segregación racial. De su pluma saldrán algunos diálogos lapidarios cada pocas páginas, así como reflexiones sobre lo mundano y lo divino, transmitidas mediante textos de apoyo que hacen las veces de reflejo del fuero interno del héroe. Con ello no solo da su opinión de temas sensibles, sino que logra reflejar uno de los aspectos más fascinantes de Kal El: su humanidad, así como el hecho de que, pese a poseer poderes que lo asemejan a un dios mitológico, por dentro sigue haciéndose las mismas preguntas que cualquiera de nosotros.
En “La era espacial” nos encontramos un tebeo que respeta y abraza la esencia y la herencia del personaje para ofrecernos la versión definitiva de Superman. Sí, la versión definitiva, o más bien, otra versión definitiva para ayudarnos a comprender mejor a este hombre, este héroe, el icono, el símbolo y en general el símbolo de esperanza para la raza humana. Pocas veces he leído una carta de amor tan sincera y clamorosa a un personaje de ficción como esta.
La única pega que le encuentro al guion es que el ritmo es muy desigual, dependiendo de las ganas que tenga Russell de ponerse sesudo y transcendente, sacrificando buena parte de la épica en pos de largos textos hacen de la lectura más densa de lo que fuera deseable. Pese a esto, el resultado sigue siendo un magnífico tebeo de superhéroes bonito y optimista. Me encantan las historias de Superman en las que consigue llevar una vida familiar relativamente normal por mucho que la tragedia se respire en el aire. Ya saben, las Crisis llegarán en 1985 y el multiverso se irá a tomar por culo.
“La era espacial” también está a rebosar de guiños y easter eggs para los fans irredentos de Superman. Desde referencias a “El Hombre de Acero” de John Byrne, hasta los filmes de Richard Donner, solo hay que buscar un poquito.
En lo relativo a la parte artística, pocas pegas se pueden poner a la perfección gráfica que suele tener el matrimonio Allred en todos sus trabajos. Cada página de “La era espacial” es una explosión de delirio pop. Me flipa especialmente cómo muestra a Luthor, un completo psicópata bajo esa sonrisa incómoda. No obstante, todos y cada uno de los detalles del dibujo de la obra son una maravilla.
La presente reseña parte de la última edición que ha realizado ECC de la obra a un precio de 32,50 €. Casi cinco euros más cara que la que vio la luz hace menos de seis meses. Sale caro, pero si le echáis el guante no creo que os vayáis a arrepentir.