ECC reedita una de las etapas más aclamadas de Superman en cuatro tomos omnibus. Se trata del Superman de John Byrne, el reboot del personaje que vino después de las Crisis en Tierras Infinitas y que, a pesar de que en aquel momento Byrne no era ningún desconocido para el aficionado, sorprendió igualmente por su calidad y por el planteamiento que le dio a uno de los personajes emblemas de la editorial americana. Esta edición difiere de la anterior que había publicado ECC en su línea Grandes autores en cuanto a la extensión de los tomos y en su tamaño, pero también por su contenido, pues recupera los cruces de la serie con otras cabeceras e incluye también los números de The adventures of Superman , a cargo de Marv Wolfman y Jerry Ordway. Si queréis conocer más sobre esta edición y sus contenidos, podéis consultar este enlace de la editorial española.
El tomo abre con la miniserie El mundo de Krypton , que escribiría Byrne apoyado en el dibujo de Mike Mignola cuando el canadiense ya estaba totalmente acomodado en la cabecera pero que, por contarnos la historia de Krypton y de cómo Superman llega a la Tierra, ECC ha decidido colocarla al principio de esta edición. Una decisión que puede resultar llamativa, ya que el final de la miniserie repite la escena con la que abrió la miniserie Man of steel (dibujada por Mignola, eso sí) y mantiene los mismos diálogos, pero sobre todo porque en el último número vemos también una conversación entre Lois y Kal-El hablando de su herencia kryptoniana, algo de lo que la periodista no se enterará hasta más adelante. Aunque la intencionalidad original de la editorial americana colocó esta historia más avanzada, lo cierto es que, siendo algo que forma parte de la cultura popular, tampoco lo veo una decisión desacertada del todo.
La miniserie, cuyo nombre era un homenaje a la primera miniserie de la historia del cómic, planteaba una interesante visión de Krypton, sin que el protagonista de la serie apareciese más que en el último número, pero dando un amplio vistazo a lo que llevó a Krypton a su destrucción. Un planteamiento que pocos años después repetirían Peter David junto a Esteban Maroto para el personaje de Aquaman en la mítica Crónicas de Atlantis .
Pero, ¿qué aportó Byrne al personaje para que todo el mundo hable con tanto fervor de esta etapa? Pues a primera vista, Byrne hace una serie divertida, muy entretenida y variada, con un Superman que, me atrevería a decir, gana en nobleza y comienza a transmitir de verdad esa paz y esa tranquilidad del que tiene tan claro sus valores en la vida. Es un Superman absolutamente heredero de la interpretación de Richard Donner para la película (de hecho hay alguna referencia a Donner, con la típica calle a su nombre), con personajes que siguen muy de cerca a la versión cinematográfica, desde Lois, a Luthor o a Olsen. Y me refiero tanto en el aspecto visual como en la personalidad. Hay que recordar que, cuando la película de Superman salió a la luz, se estaba publicando la etapa de Martin Pasko con Curt Swan, en unos números en los que los padres de Superman llegaron a morir ambos, Clark abandonó el Daily Planet y la kriptonita estaba provocando amnesia al personaje. Por eso creo que Byrne hizo con su etapa un merecido homenaje a la visión que el director de cine había recuperado de un personaje al que, tantos años de historias, estaban haciendo mella en la originalidad de sus aventuras.
Byrne realizó la serie Man of steel , de seis números, en el que ponía todas las piezas de lo que iba a ser su etapa, y a partir de ahí fue saltando entre la nueva serie Superman y Action Comics . En The adventures of Superman decidieron dejar a Marv Wolfman y Jerry Ordway, aunque desde ese momento se adaptó el lore del personaje al que estaba estableciendo Byrne, y son historias que hacen referencias al resto de aventuras y respetaba esa nueva visión del personaje. Byrne planteaba historias autoconclusivas, que raramente se extendían en más de un número, marcadas por estar cargadas de acción y ser números tremendamente entretenidos y que no requerían tener mucho conocimiento sobre lo que había sucedido en los números previos, algo que repetiría más adelante en su etapa en Wonder Woman .
Así, vas leyendo aventuras, que parecen ser simples entretenimientos sin demasiado peso… pero te va engañando. Porque John Byrne hace algo de manera muy sutil: te va presentando y construyendo el universo de Metropolis a su alrededor sin que te des cuenta. En cada número dedica alguna escena a Luthor, a Olsen, a Perry, a Lois, a Ma y Pa Kent, a Lucy Lane, … y es a través de estos personajes secundarios como va construyendo y reforzando la personalidad del superhéroe, y sin que apenas se note.
Sobre el dibujo, ¿qué decir? Byrne estaba en uno de sus mejores momentos, y si encima echas un vistazo a los entintadores que le acompañaban, apaga y vámonos: Dick Giordano, Terry Austin o Karl Kesel. Nada menos. Es un absoluto deleite releer estos números. Apenas han envejecido, y resultan tan dinámicos y divertidos como cuando se publicaron hace más de treinta años. No se puede decir lo mismo de los de Wolfman, que esos sí han envejecido bastante peor, a pesar del trabajo de Ordway.
En cuanto a la edición, pues no voy a repetirme con respecto a los famosos tomos jibarizados. A mí me resultan muy manejables y no creo que dificulten el disfrute del dibujo para nada, aunque reconozco que el precio debería ser algo más bajo. Una vez más, las portadas están recogidas al final del tomo, algo que me resulta molesto, pero tampoco supone un motivo para no comprar la serie. Sin embargo, es verdad que esta edición está presentada supuestamente como la edición definitiva, y es verdad que tiene poco mimo en ese sentido, puesto que carece de ningún extra, ni siquiera un artículo que presente una etapa tan importante como esta o, al menos que ponga en situación algunos números, como los cruces con Legends en los que un pequeño artículo explicando el contexto no hubiera costado tanto. Para gustos, los colores, evidentemente. A mí me resulta más molesto esto que el tema de las portadas o el tamaño del tomo. El encuadernado y el tipo de papel me resultan perfectos.
En definitiva, Superman: El hombre de acero es una serie que hay que leer: Un clásico imperecedero que soporta sin despeinarse el paso del tiempo, y que construye con tanta sutilidad como habilidad un universo a base de aventuras autoconclusivas. Byrne está en un momento brillante de su carrera y está acompañado de algunos de los mejores entintadores de la historia del cómic. Una oportunidad perfecta para tener estos números en cuatro tomos manejables, con todos sus cruces y las series relacionadas.
Lo mejor: Lo condenadamente bien que soporta la serie el paso del tiempo. Puedes leer unos números y retomarla dentro de unas semanas, que no implican tener que estar pendiente de una trama continuada.
Lo peor: Igual que los números de Byrne aguantan muy bien, los de Wolfman se hacen un poco más duros de leer. El abuso de bocadillos de pensamiento sobreexplicativos en muchas ocasiones.