En múltiples ocasiones hemos comentado por Casa Tortas que muchas de las mejores historias jamás contadas de Superman están fuera de continuidad. Para reflexionar sobre dónde está la esencia de un personaje, hay que analizar hasta el mínimo detalle qué ideas son las que lo conforman, y a partir de ahí, una vez diseccionado, se pueden hacer dos cosas. Se puede reconstruir el personaje despojándolo de todo lo accesorio, mostrándonos su esencia. Eso es, por ejemplo, lo que hizo Kurt Busiek en Identidad Secreta. Pero también se puede enfrentar al personaje con lo que no es, metiendo esa esencia en un entorno diametralmente opuesto al del personaje en cuestión. Y eso es principalmente -aunque no exclusivamente- lo que hace Mark Millar en Hijo Rojo.
Evidentemente, esto funciona con Superman porque estamos ante algo más que un superhéroe. Tras décadas en la cultura popular y decenas de autores inspiradísimos, Superman es ya un icono. Un arquetipo. Y Mark Millar, que ha demostrado en múltiples ocasiones que siente auténtico amor por él, tiene muy claro qué es el personaje, y lo entiende como pocos autores lo hacen. Pero no sólo a Superman: a través de varias reflexiones y homenajes, el lector veterano será capaz de ver en el Mark Millar de 2003 a un apasionado y profundo conocedor del cómic de superhéroes en general.
El punto de partida de Superman: Hijo Rojo es un potente high concept con un puntillo de provocación (eh, es el Mark Millar de hace más de veinte años, pero sigue siendo Mark Millar): ¿qué habría pasado si Superman hubiera aterrizado en la Tierra doce horas antes? Geográficamente, la primera consecuencia es que en lugar de en Kansas habría aterrizado en Ucrania, en la Unión Soviética de Stalin. Ya nos podemos imaginar que las consecuencias geopolíticas de este aleteo de mariposa llevan a un mundo cada vez más diferente, en el que la Guerra Fría y el equilibrio de poder entre bloques es totalmente diferente al que conocimos. Y Superman, además de un arma en manos de la Unión Soviética, es una herramienta de propaganda. Una que en lugar de luchar por la verdad, la justicia y el modo de vida americano lo hace por Stalin, el socialismo y la expansión internacional del Pacto de Varsovia.
Posiblemente, Hijo Rojo es el mejor cómic que ha escrito Mark Millar en el género superheroico. Va mucho más allá del planteamiento provocador de presentarnos a un Superman comunista que encabeza una distopía estalinista global. Kal-L (hablamos de una versión alternativa del Superman original, el de la Edad de Oro) ha sido educado bajo el ala del mismísimo Stalin, pero aún así es un hombre que intenta hacer lo correcto. Podría haberse convertido en el tirano definitivo, pero siempre que tiene la oportunidad, ayuda a todo el que lo necesita… aunque no sea en su propio país. Eso sí, dado que los principios en los que se ha criado no son los de unos granjeros metodistas de Kansas, sino los de una dictadura opresiva, sus formas de hacer lo correcto son… diferentes. Pero en el encuadre moral de D&D, Superman es legal bueno en cualquiera de las versiones de él que nos encontremos.
Pero no sólo tenemos aquí Superman. La idea de un héroe más poderoso que el resto del planeta y la forma que tiene de afectar al mundo en el que vive es un claro homenaje a Watchmen. Y la pelea entre Batman y Superman nos hace pensar inmediatamente en el Caballero Oscuro de Frank Miller. Y no sólo guiños tenemos aquí. Las vidas de Luthor y Superman son mucho mejores, y hacen mucho más bien por sus respectivas sociedades estando a medio mundo de distancia que en la continuidad de DC, donde tienen que perder energía enfrentándose el uno al otro. El mundo habría sido un lugar mucho mejor si Luthor y Superman no hubieran compartido ciudad. Incluso hay reflexiones sobre el mundo real, sobre países que están hundidos económicamente por culpa de una potencia militarmente superior y expansionista y podrían funcionar mucho mejor si no estuvieran bloqueados.
La edición de ECC en formato pocket tiene una apreciable reducción de tamaño de un 15%, pero no tanta como para que la lectura sea complicada. Además, los dibujos de Dave Johnson y Kilian Plunkett no son tan recargados como para que la reducción los perjudique. En cambio, lo que sí se reduce notablemente es el precio: esta edición sale a 9.95€, menos de la mitad que la última edición publicada en la línea Grandes Novelas Gráficas de DC. Además, incluye una breve sección de extras, con nueve páginas de bocetos y diseños de personajes de Dave Johnson. Hijo Rojo se ha publicado en castellano un total de ocho veces desde la primera edición de Norma Editorial en 2005.
Hay que señalar un acierto de la edición en castellano gracias a la traductora, Bárbara Azagra Rueda. La obra termina con un flashback que tiene un error geográfico, comenzando con un cuadro de texto que dice «The Ukraine, Russia, 1938». En la edición de ECC pone «Ucrania, URSS, 1938». Así se hacen las cosas.
Hijo Rojo es, sin duda, uno de esos muchos long sellers del catálogo de DC, que tiene que estar sí o sí en las estanterías de cualquier fan de Superman, y además es una de las mejores historias alternativas (¿acaso no lo son todas?) jamás publicadas. Un cómic absolutamente recomendable sin peros, de los que no hay precisamente demasiados en el género superheroico.
