Saludos, queridos lectores. Hoy volvemos al mundo de los tebeos superheróicos aunque de aquella manera tan diferente. Porque no combatiremos al mal en Metrópolis o en Gotham, sino en Bruselas. Porque ha vuelto SuperGroom.
Ya sabéis, ese misterioso superhéroe que se viste de botones y va acompañado por una ardilla enmascarada. Por supuesto, nadie lo ha relacionado nunca con el famoso y conocido Spirou. ¿Y por qué hacerlo? No hay similitudes ni parecidos entre ellos, nonono.
Ey, si vale para Superman, vale para Spirou, no discriminemos.
Pues sí, de los creadores de este universo spirouano independiente del resto de las series del botones vestido de rojo (casi siempre, ha ido de verde alguna vez, ya sabéis), vuelve esta parodia-homenaje al género.
Y vuelve con más parodia. Más homenajes. Más cameos. Y más de mil elefantes, que decía aquel director de cine de un mundo plano.
¿Y de qué va esta historia, subtitulada como La guerra olímpica? Me alegra que me lo preguntéis. Y os lo voy a contar, porque como reseñador de confianza vuestra os debo una respuesta. A Spirou, ehhh a SuperGroom lo secuestran para participar en un torneo de estos en plan mortal, secreto y tal. Y tal porque lo echan por internet, oye.
El argumento nos ofrece poco más que su paso por las pruebas, ayudado por misteriosos y desconocidos (es un decir) amigos.
-Oye, Lamastelle-san. Eso de suena de algunas películas de terror que…
Si, si. Y más nos sonarán más cosas. Personajes, situaciones, vestuarios… Hay muchísimas referencias a otras series de tebeos, tanto francobelgas como asiáticos.
Los autores se han dedicado a rellenar la obra con estos regales a los lectores. Lo que viene siendo un fan service de toda la vida de Tezuka y Kirby.
Si la historia es un pasillo de mansión encantada más o menos lineal que va del principio hasta el final, sus paredes están llenas de fotos y cuadros que nos pararemos a mirar y a reconocer.
Por supuesto, esto siempre tiene dos peligros peligrosos. Peligrosos como ese foso de caimanes que tenemos que atravesar d eun salto llevando puestas botas de buzo. Por un lado, que los lectores no reconozcan las situaciones. Bien por edad o bien porque son obras a las que no han tenido acceso.
El otro peligro son las pirañas voladoras que… digoooo que terminemos buscando referencias y viéndolas donde no las hay, olvidándonos de seguir el pasillo que nos alejara de esta casa llena de trampas mortales donde nos jugamos el tipo y la vida.
El resultado es una historia divertida donde la historia es casi lo de menos. Al estilo de las películas de acción de los 80, hay escenas que están diseñadas simplemente para terminar ofreciéndonos un chiste, una frase, una pullita molona y recordable.
Olvidaos del tono serio y formal con el que terminaba el tomo 1. Aquí hemos venido a divertirnos y a comer palomitas viendo como la tele escupe restos de participantes en este enloquecido juego.
Ey, se me olvidaba el dibujo. Y es importante el dibujo porque…
-¿Por qué esto es un tebeo, apreciado Lamastelle-san?
No. Bueno si. Pero muchos de los chistes y de las referencias están ocultas en el dibujo.
Veremos personajes que sufren una reacción alérgica en sus caras que hemos visto en otra obra gala. Veremos el diseño de un vehículo que pertenece a una serie ambientada en el futuro de la Tierra.
La traducción es de Lorenzo F. Díaz.
La edición trae como único extra un dramatis personae al principio. Para ponerlos en antecedentes si no hemos leído el tomo 1.
¿Por qué leer SuperGroom 2?
Te vas a reír. Tanto con la historia como por ver todos los tópicos y tropos que damos por supuesto que son normales en muchas obras. Y te releerás la obra buscando las referencias, algunas bastante oscuras.
¿Por qué no leer SuperGroom 2?
Si ignoras el juego de los autores con los lectores, la historia es bastante corta y lineal.