Es la hora de las tortas!!!

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Stray Toasters, de Bill Sienkiewicz

Stray Toasters, de Bill Sienkiewicz
Guion
Bill Sienkiewicz
Dibujo
Bill Sienkiewicz
Formato
Cartoné. 224 págs. A color.
Precio
25 EUR
Editorial
ECC Ediciones. 2020
Edición original
Stray Toasters USA

A instancias de la Policía, el psicólogo criminal y escritor Egon Rustemagik es liberado de su reclusión en una institución mental. Un asesino en serie tan brutal como desconcertante está sembrando el pánico en la ciudad, y necesitan su ayuda para detenerlo.

Hay autores con los que no resulta difícil identificar no ya géneros, sino también emociones y estados mentales. A Bill Sienkiewicz seguramente se le quedó marcada su etapa con Doug Moench en Caballero Luna, prestando su arte a las aventuras de un Marc Spector con trastorno de personalidad múltiple, para pocos años después plasmar la locura del asesino psicótico Victor en Daredevil: Amor y Guerray justo después llevar a la locura al agente Garrett de S.H.I.E.L.D. en Elektra Asesina, estas dos últimas en colaboración con Frank Miller. Parece ser que Sienkiewicz le pilló la gracia a eso de contar historias de personajes desequilibrados, para los que su ecléctico estilo (una vez abandonada su fase de clon de Neal Adams) encajaba a la perfección. Stray Toasters, su segunda obra como autor completo y dentro del sello Epic de Marvel Comics, juega con los tópicos del thriller, el slasher y la ciencia ficción, y lo endulza todo con un dibujo loco, desmesurado, imprevisible… maravilloso.

stray toasters

Antes que nada, habría que aclarar, para quien no lo conozca, que Sienkiewicz no es plato de buen gusto para todo el mundo. Se puede decir que o te encanta o lo odias, no tiene término medio. Su trazo es tan peculiar y reconocible (e imitado) que nunca pasa desapercibido. Aunque inicialmente adoptó un estilo clásico, deudor de sus influencias juveniles como Neal Adams o Jack Kirby, con el tiempo dejó suelto a su genio loco interior y empezó a experimentar con la pintura, la fotografía e incluso el collage para sus páginas. Pudo haberse estancado como un autor de ilustraciones y portadista, pero nunca renunció al dibujo interior de los cómics, su pasión. Y es por ello que leer Stray Toasters es, al menos desde el aspecto gráfico, el equivalente a pasear por un museo en el que cada sala corresponde a una época y estilo pictórico distintos, de manera que vamos alternando entre el cómic, la ilustración, la fotografía, el dibujo fotorrealista y la caricatura, en función de quién sea el narrador en cada momento de la historia, y las emociones que el autor nos quiera transmitir. Y tampoco es que el texto siga un patrón muy coherente. Tal vez imitando los cuadros de texto de las obras en las que colaboró con Frank Miller, a través de ellos sabemos no sólo lo que piensan los personajes de este tebeo, sino también cómo lo piensan. Los personajes principales de este tebeo, Egon, Dahlia y Abby, sufren de algún trastorno mental, y en consecuencia piensan de manera apresurada, errática, incoherente, y es así como leemos sus cuadros de texto. Incluso personajes secundarios como el Dr. Montana Violet o el abogado Harvard Chalky (¿una pulla a Howard Chaykin, tal vez?) no están del todo bien de la azotea.

El psicólogo criminalista Egon Rustemagik es alcohólico y acaba de salir de una reclusión de dos años en una institución mental; su ex-pareja, la psiquiatra Abigail Nolan, perdió a su hijo (y de Egon) en el parto, sin que él lo supiera; la compañera de cama actual de Egon, la rica socialité Dahlia, ve cómo los años empiezan a hacer mella en su belleza. Cada uno de ellos afronta sus problemas de una manera diferente, y las vidas de los tres se entrecruzan con el telón de fondo de la investigación de una serie de asesinatos de niños por parte de… ¿un hombre tostadora? Aquí es donde el thriller y la ciencia ficción se cogen de la mano y recorren un viaje lisérgico a lo largo del interior de varias mentes trastornadas. El alcoholismo, la depresión post-parto y la esquizofrenia son sólo algunas de las enfermedades mentales con las que Sienkiewicz dota a sus personajes, tal vez para darnos a entender que nadie está a salvo y que, quién más, quién menos, tiene que lidiar con sus demonios interiores. Demonios que aquí toman la forma antropoide de Phil, oficinista del inframundo que se coge unas vacaciones del Infierno para recorrer el mundo de la superficie y, de paso, sembrar alguna semilla demoníaca por aquí.

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¿Qué es Stray Toasters, en definitiva? Es un relato de suspense / ciencia ficción pasado por el filtro del delirio gráfico más desquiciado de Bill Sienkiewicz, y que da como resultado un descenso a los infiernos de la psicosis y la locura de unos pobres diablos a quienes el mundo ha engullido, masticado y escupido. Se pueden extraer múltiples lecturas e interpretaciones de esta obra, y el abanico de conceptos tratado es tan amplio que todas tendrían razón. Pero tal vez el elemento común a todas sería que el mundo es demasiado cruel, frío y veloz como para poder sobrevivirlo sin renunciar a gran parte de nuestra cordura. Y no siempre merece la pena el trato.