De las cenizas del Imperio Galáctico ha emergido una Nueva Orden, y las sombras y la oscuridad se ciernen de nuevo sobre el universo. Solo unos pocos, liderados por Leia Organa, están dispuestos a luchar. Su única esperanza es encontrar a Luke Skywalker, el último Jedi, que lleva mucho tiempo desaparecido. ¿Será capaz de dar con él esta nueva generación de defensores de la libertad?
No son pocas las entradas que hemos dedicado a la franquicia Star Wars en esta web. No en vano contamos entre nuestra plantilla con grandes aficionados a la saga, e incluso con un Doctor en Astrofísica. Lo que no se ha tratado aquí con tanta frecuencia ha sido el tema de las adaptaciones de las películas para niños, sobre todo porque lo que más se ha publicado han sido libros infantiles, con fotos y textos sencillos de leer, cuando aquí preferimos dar prioridad al cómic. Ahora por fin cae en nuestras manos la adaptación de las dos últimas películas, El Despertar de la Fuerza y Los Últimos Jedi, para los lectores más jóvenes. Nota mental: nos quejamos de los padres que fuerzan a sus hijos desde pequeños una religión o un ideario político llevándoles desde pequeños a misa o a manifestaciones, pero no hay problema en meterles Star Wars por un embudo. Es un tema que he de estudiar más a fondo.
Los cómics siguen con fidelidad lo narrado en las películas, incluyendo al principio de cada tomo una pequeña guía de personajes, aunque es muy raro que un niño que lea este cómic no haya visto ya las películas. Es por ello que alguien que no esté familiarizado con las películas se encontrara algo perdido en algunas páginas, al no terminar de entender lo que ocurre. El guionista (y los dibujantes) dan por hecho que ya conocemos la historia y las secuencias, y se limitan a volver a representar en escenas estáticas lo que ya hemos visto en acción, lo que en algunas ocasiones se traduce en una narrativa confusa. El mérito del guionista consiste meramente en condensar en 80 páginas los 120 minutos de cada película, algo que consigue simplificando mucho las secuencias y eliminando algunos personajes superfluos, o recortando sus intervenciones. Por ejemplo, no aparece el chatarrero Unkar Plutt mentor de Rey en el planeta Jakku, y las apariciones del General Hux se limitan a gritar mucho y dar muchas órdenes, cargándose todo atisbo de tridimensionalidad del personaje.
Por su parte, los dibujantes llevan a cabo una estupenda labor a la hora de caricaturizar los personajes, dotándoles de mucha expresividad y un estilo cartoon muy apreciado por los jóvenes, pero al mismo tiempo manteniéndoles reconocibles. Yendo un paso más allá, casi me atrevería a aventurar que algunos fondos, al igual que elementos como los cazas espaciales o el Halcón Milenario, están realizados digitalmente. Esto no supone un factor de distracción en la lectura, ni tampoco representa un contraste excesivo con el resto de los dibujos e ilustraciones del tomo. Al contrario, es una forma de poder plasmar de la forma más realista y fidedigna posible elementos que aparecen en la película, y que de otra no hubieran quedado tan bien en cómic. Además, ¿qué niño de hoy en día no está habituado a las ilustraciones digitales? Si es que se las echan hasta en el Colacao.
La República ha dejado de existir. Cada luna, planeta y sistema está ahora bajo el gobierno de la Primera Orden. La base secreta de D’Qar se ha visto comprometida y la Resistencia ha tenido que huir. Lejos de allí, Rey entrega un viejo sable láser a Luke Skywalker y le pide ayuda en este difícil momento. Pero la respuesta que recibe no es la que ella esperaba.
Ambos tomos han sido creados por autores italianos, entre los que destaca Alessandro Ferrari, especializado en adaptaciones de películas y franquicias Disney, como Star Wars, WITCH o Brave, entre otras. Le acompañan dibujantes como Simone Buonfantino, Stefano Simeone e Igor Chimisso quienes, al contrario que en otras adaptaciones de películas de Star Wars que hemos leído por aquí, como Rogue One o Los Últimos Jedi, usan un estilo cartoon y muy infantil, más acorde a los gustos de su público objetivo. Y, sinceramente, me parece mejor así, puesto que en innumerables ocasiones, el estilo fotorrealista lo único que consigue es calcar hieráticamente las caras y posturas de los actores, perdiendo toda expresividad en el intento.
Si sois muy fans de Star Wars o tenéis niños pequeños por ahí a los que les encante la saga, estos dos tomos (a la espera del que cierre la nueva trilogía, que presumiblemente saldrá a la venta junto con el estreno de la tercera película, a final de año) constituyen una curiosa adición a vuestras estanterías. Recordad, eso sí, que no debéis esperar nada distinto de lo que ya habéis visto en cine, sino tan sólo un enfoque más fresco y diferente.