Es la hora de las tortas!!!

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Star Trek: La Ciudad al Borde de la Eternidad

Entré en contacto con Star Trek, quiero recordar, a principios de los noventa, cuando aún estaba en el instituto. Por aquella época, Star Trek: La Nueva Generación se emitía cuando aún tenías dedos suficientes en las manos para contar las cadenas que había. La ciencia ficción siempre ha sido una debilidad personal, así que encontrarse con una serie de este género fue un auténtico regalo. No era la misma tripulación que la de las películas de Star Trek, que conocí poco después, pero me fue enganchando poco a poco, hasta el punto de que cuando, años después, un amigo de un amigo me ofreció una tonelada de cintas VHS en las que tenía un buen puñado de capítulos de la serie original, no me pude resistir. Que LNG molaba, decía, pero que la serie original molaba mucho más.

En esta serie original me encontré, de nuevo, a la tripulación del Enterprise de las películas con unos cuantos años menos. Era visualmente mucho menos impactante que las películas y que la nueva serie, y con unos efectos… muy cutres. Vale, era una serie de bajo presupuesto de los años 60, pero lo que no tenía en escenas de acción, en decorados espectaculares y en caracterizaciones de alienígenas impactantes, lo suplía con una imaginación desbordante. Y entre todos esos capítulos de cintas rayadas, hubo uno que me fascinó de una forma brutal: La Ciudad al Borde de la Eternidad. No me extrañó demasiado la altísima calidad de la historia: estaba escrito por Harlan Ellison, un tipo que colecciona premios Hugo y Nebula como si fueran cajas de cerillas. Lo que me resultó curioso fue enterarme de que Ellison despotricaba del capítulo en cuestión porque, según él, había sido reescrito hasta hacerlo irreconocible. ¿Qué demonios había escrito el autor, entonces, para que el mejor capítulo que había visto hasta entonces de Star Trek (y, veintitantos años después, sigue siéndolo) le hubiera resultado ofensivo? Gracias a los chicos de Drakul, podemos leer ahora la adaptación a cómic del guión original.

El capítulo que se emitió

La historia que se vio en televisión hace casi cincuenta años empieza con el doctor McCoy recibiendo una sobredosis accidental de un medicamento que le causa un ataque de paranoia. En ese momento, se teletransporta a la superficie de un planeta cercano en el que habían detectado perturbaciones temporales. La tripulación del Enterprise baja tras él, pero no consigue evitar que cruce un portal temporal consciente llamado Guardián del Tiempo. En ese momento, se pierde contacto con la nave. McCoy ha hecho algo en el pasado que ha cambiado la historia y el Enterprise nunca ha existido.

Kirk y Spock le piden al Guardián que les permita viajar a la misma época a la que ha ido McCoy para deshacer el cambio. Cruzan el portal y se materializan en la Nueva York de los años 30, en plena Gran Depresión, y llegan unos días antes que su trastornado compañero. Allí se hacen pasar por personas sin hogar, víctimas de la crisis económica, y se refugian en un local de beneficencia, regentado por Edith Keeler (Joan Collins). Una vez establecidos, en los ratos libres que le deja el trabajo en la Misión, Spock empieza a construir, con los primitivos elementos de los que dispone en la época, un dispositivo que les permita ver el punto clave de la historia en el que todo cambió. Y encuentra una noticia en la que hablan de la muerte en un accidente de tráfico de Edith, unos días después, y otra en la que hablan de que Edith, seis años después, ha creado un movimiento pacifista que hace que Estados Unidos retrase su entrada en la Segunda Guerra Mundial, dando tiempo a que la Alemania Nazi desarrolle la bomba atómica y gane la guerra. El cambio queda claro: de alguna manera, McCoy salvó a Edith y hay que evitar que lo haga.

El guión original

La historia que escribió Harlan Ellison es básicamente la misma, aunque tiene una serie de diferencias bastante reconocibles. La primera es que quien viaja al planeta donde está el portal temporal no es Leonard McCoy, sino el teniente Beckwith, que trafica con drogas alienígenas entre la tripulación del Enterprise. El portal que habla también es diferente, es toda una ciudad (la Ciudad al Borde de la Eternidad del título) de aspecto cristalino, en la que viven los Guardianes de la Eternidad, vigilantes del vórtice temporal. Tras el salto al pasado de Beckwith, el Enterprise ha pasado a ser el Cóndor, una nave de piratas espaciales. Kirk y Spock vuelven a la Ciudad para pedir permiso a los Guardianes para viajar de nuevo al pasado e intentar corregir el error, y son los propios Guardianes, con acertijos varios, los que les ponen sobre la pista de quién o qué es el punto focal de ese momento. Y las consecuencias de la vida o muerte de Edith son meras elucubraciones entre Kirk y Spock, no habiendo ninguna prueba más allá de la no existencia futura del Enterprise.

Pero… esta historia me suena conocida

Oh, sí. Ha habido desde entonces una tonelada de historias en las que alguien viaja al pasado, cambia algo que se suponía que debería haber ocurrido, y cuando vuelve al presente, la actualidad es una catástrofe. Flashpoint (2011), como ejemplo reciente en el mundo del cómic superheroico. Regreso al Futuro II (1989) es otro ejemplo. O el capítulo Cambio de Tiempo (2016), final de la segunda temporada de la serie española El Ministerio del Tiempo. Pero este capítulo, emitido en 1967, es el ejemplo más antiguo de este tipo de historias de viajes en el tiempo que soy capaz de localizar ahora mismo. ¿Alguien tiene otro ejemplo anterior? Seguro que los hay, aunque ahora no me venga a la cabeza ninguno.

Los autores

Harlan Ellison es una prolífica luminaria de la ciencia ficción. Sus trabajos publicados, entre relatos cortos, novelas, ensayos y guiones varios superan los 1700, teniendo en su haber más de 30 premios, entre los que se encuentran varios Hugo, Nébula, WGA  y Locus. Para el medio televisivo, además del guión de este capítulo de Star Trek, ha escrito también para El Agente de CIPOL, Historias para no Dormir, La Hora de Alfred Hitchcock, Más Allá de los Límites de la Realidad o Babylon 5. En el mundo del cómic también ha dejado su firma, en historias puntuales para series como Los Vengadores, Daredevil, Batman, Detective Comics o The Spirit, además de Vic & Blood, junto a Richard Corben, en la que el escritor revisitaba su relato Un Muchacho y su Perro.

Scott y David Tipton son dos guionistas que llevan en activo en torno a diez años, y su producción se centra, fundamentalmente, en historias ambientadas en el universo de Star Trek y Buffy la Cazavampiros.

James Kenneth Woodward es un dibujante de estilo pictórico realista, al estilo de Alex Ross pero sin llegar a su excelencia. Lo conocí en la serie El Ángel Caído, cuando fue el sustituto de David López a partir del tomo quinto en la edición de Norma.

La edición

El aspecto físico del producto que nos ha traído Drakul es casi impecable. Tapa blanda con solapas, papel de alta calidad, con una buena cantidad de extras muy interesantes, como artículos, bocetos, proceso creativo… Y el “casi” se debe a un detalle que habría que revisar, la rotulación en Comic Sans. No es que le tenga la estereotipada manía a esa fuente, es que rotular en un medio profesional con esa fuente da una sensación amateur que una editorial ni puede ni debe permitirse, y menos aún en un producto de un nivel como el que nos ocupa.

En resumen…

Pocas diferencias se ven entre el capítulo que se emitió en televisión hace ya casi medio siglo. El recorte de la Ciudad y los Guardianes es, posiblemente, cuestión de presupuesto. El cambio del traficante de drogas por el accidente de McCoy es, probablemente, para hacer una historia más blanca para todos los públicos. Recordemos que en esa época el cómic de Green Lantern/Green Arrow en el que se contaba el problema de la adicción a las drogas fue muy polémico. Por lo demás, más allá de un par de toques sociales como los veteranos de guerra olvidados en las calles o el culpabilizar a los extranjeros en épocas de crisis económicas (nada que nos suene demasiado ajeno hoy en día, ¿no?) tenemos básicamente la misma historia, una sobre una mujer totalmente inocente que nunca ha hecho ningún mal a nadie, a la que Kirk ama profundamente, que debe morir de una forma absurda. A partir de aquí se pueden plantear varias preguntas sobre ideas como el mal menor y el bien mayor.

Lo que tenemos aquí, finalmente, es un cómic con una fantástica historia de ciencia ficción, llevado a cabo de un modo impecable. Una obra que, por supuesto, debe tener en sus estanterías todo fan de Star Trek, pero también los que no lo sean. Aunque no seas un fiel seguidor de las andanzas del Enterprise, si te gusta la ciencia ficción, debes leer esta historia. No en vano, este capítulo es considerado el mejor de la serie clásica, y encabeza varios listados de los cincuenta años de Star Trek. Aparece, también, en varios listados de los mejores capítulos de series de televisión de la historia.

Para los que ya lo conocen, es un buen momento para revisitarlo, en formato televisivo y cómic. Para los que no, la edición en castellano de esta obra es un fantástico momento para acercarse a esta historia. Y para todos, larga vida y prosperidad.